Ayer y hoy

Granada intercambia cadáveres reales

  • Ajetreado traslado de cadáveres desde la Capilla Real a El Escorial y desde Tordesillas a la ciudad

  • Se llevaron a unos y trajeron a otros en macabras y costosas comitivas.

Algo sabía Granada de recibir cadáveres reales cuando en 1504 se trajeron desde Medina del Campo el de la reina Isabel la Católica para ser enterrada en el convento de San Francisco de la Alhambra. Largo y lluvioso fue el camino (del 27 de noviembre al 18 de diciembre). Unos años después, en 1516, hubo que traerse al mismo lugar el cuerpo de Fernando el Católico desde Madrigalejo, mientras se construía la Capilla Real. Ambos cuerpos fueron bajados de la Alhambra en 1521. Era Granada el símbolo de la victoria cristiana sobre el Islam y por ello sería considerada como "panteón de la dinastía" (Sánchez-Montes González, 2012).

Medio siglo después empiezan los intercambios; el presidente de la Chancillería Pedro de Deza recibió en diciembre de 1573 muy precisas órdenes de Felipe II, apremiándole a que organizara la exhumación y el envío de cuatro cadáveres reales desde la Capilla Real al monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Correspondía uno a la reina Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, muerta en 1539 y traída a la Capilla Real en 1559 en aquella histórica expedición dirigida por el Duque de Gandía, san Francisco de Borja. (Ver mi artículo El duque ante el cadáver de la reina, Granada Hoy, 2014).

Conversión del Duque de Gandía ante el cadaver de Isabel Conversión del Duque de Gandía ante el cadaver de Isabel

Conversión del Duque de Gandía ante el cadaver de Isabel / G. H.

En 1549 habían sido traídos también a Granada María de Portugal, primera esposa de Felipe II y dos hermanos de este, los infantes Fernando (+1529) y Juan (+1538). Ahora Felipe II reclamaba esos cuerpos para ser enterrados en el recién construido monasterio escurialense. A cambio propuso el traslado de su abuela Juana la Loca, muerta en 1555 y enterrada en el Monasterio de Santa Clara de Tordesillas, para unirse a su esposo Felipe el Hermoso en nuestra Capilla Real.

La macabra comitiva, que se inició el 4 de febrero de 1574, le fue encargada al obispo de Jaén y al Duque de Alcalá. El protocolo, programado por el arzobispo de Granada y el Capellán Real más antiguo, resultaba complicado. La noche anterior al traslado se guardaría vigilia con velas y hachas encendidas. Los féretros tenían que ser abiertos y reconocidos dejando ver solo los rostros para certificar la identificación; debían ir guarnecidos con cueros de vaqueta, cubiertos de terciopelo negro, tachonados con clavos dorados y cruces negras a cada lado; excepto los féretros de los infantes que irían de blanco por ser niños; habrían de montarse en literas sobre mulas adornadas con mantos negros y recorrer el camino por etapas. En cada lugar de parada había que habilitar hospedaje, suficientes clérigos que oficiaran misas de difuntos y, sobre todo, un buen predicador.

Catedral de Granada (cabecera para enterramientos reales) Catedral de Granada (cabecera para enterramientos reales)

Catedral de Granada (cabecera para enterramientos reales) / G. H.

Serían los Monteros de la guardia de cámara los que sacaran las cajas desde la bóveda para colocarlos sobre los túmulos. (Eran los Monteros de Espinosa los componentes de la guardia real). Los clérigos y religiosos que acompañaban debían ir con capas largas, lobas negras y caperuzas de luto. Además del obispo de Jaén y el Duque de Alcalá, se sumaron el obispo de Málaga y el alcalde de la Alhambra acompañados de dos oidores, el corregidor, dos caballeros veinticuatro y el alcalde de la Audiencia.

En cuanto a los engorrosos gastos que suponía semejante doble itinerario Granada-El Escorial y Tordesillas-Granada con toda esa numerosa comitiva de personas y acémilas, y en pleno invierno, se ordenó fueran sufragados con las recaudaciones de las llamadas penas de cámara o multas que los ayuntamientos ponían a los ciudadanos, y con los ingresos de los bienes confiscados. El final es que las ocurrencias del granadino Felipe II (fue concebido en Granada) de trasladar cadáveres reales, eran pagadas por los de siempre.

Aquel hermoso proyecto de Carlos V de hacer de Granada el Panteón Real fue enterrado por su hijo Felipe. Granada se quedó sin su dinástico panteón, compuesta y sin sus reales muertos.

Felipe el Hermoso y Juana la Loca en la Capilla Real de Granada Felipe el Hermoso y Juana la Loca en la Capilla Real de Granada

Felipe el Hermoso y Juana la Loca en la Capilla Real de Granada / G. H.

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