Rafael Moneo. arquitecto

"Granada, la ciudad, es una de las mejores maneras de iniciarse en Arquitectura"

  • El arquitecto pasa página de su fallido proyecto de estación del AVE para hundirse en la satisfacción que ofrece como experiencia arquitectónica e incluso sensorial

Rafael Moneo, galardonado con el prestigioso Premio Pritzker en 1996, impartió la lección inaugural en la ETS de Arquitectura de Granada.

Rafael Moneo, galardonado con el prestigioso Premio Pritzker en 1996, impartió la lección inaugural en la ETS de Arquitectura de Granada. / carlos gil

Rafael Moneo (Tudela, 1937) confesó el pasado miércoles en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Granada (UGR) sentir "cierta pena" al venir a Granada, ciudad en la que proyecto una magnífica estación del AVE que la crisis -la crisis- engulló. Superado ese capítulo, vuelve la página hacia otros capítulos, entre los que destacan, como no, la Alhambra, el Carmen Blanco. Responde con voz queda. Cierra los ojos, inclina hacia atrás la cabeza, en la búsqueda de las palabras que den forma a su vínculo con Granada, basado en un intenso "amor" por la Arquitectura. Moneo recordó su "pena" por el proyecto fallido de la estación ferroviaria en la lección inaugural de la Escuela, un acto que contó con el brillo de la presencia del arquitecto y la asistencia masiva de alumnos. A ellos se dirigió como si fuera un desconocido. "Quisiera ofrecer no tanto una disertación" sino expresarse "como alguien que tiene que presentarse". Desglosó una muestra de su trayectoria profesional, que comenzó con su proyecto de Museo Nacional de Arte Romano de Mérida y terminó con la Parroquia del Iesu de San Sebastián. Del primero afirmó que "la solución estaba en los cimientos". En la entrevista gira el argumento hacia Granada y su lugar en el modo de reflexionar sobre la Arquitectura que ocupa la vida de Moneo.

-En la lección inaugural de la Escuela reconoció sentir pena por el hecho de que Granada siga sin estación de AVE...

-La cuestión de la estación aún está pendiente. Y a mí me parece que una ciudad como Granada que atrae a tanta gente, el que la estación llegue al corazón de la ciudad es también definitivo. Tiene que llegar produciendo efectos secundarios favorables. Otro punto importantísimo es que la Vega impresiona mucho cuando se llega. No deja de ser triste que se haya perdido uno de los rasgos más valiosos. Llevar la estación a diez o quince kilómetros y abrir las posibilidades de que se genere un nuevo núcleo urbano me parece que debe ser evitado. En cierto modo concentrar y hacer que las nuevas construcciones incidan sobre lo ya construido tiene más sentido que un nuevo polo de atracción y todos los problemas que la construcción y la especulación trae consigo. Estos dos puntos me parecen que deben ser considerados cuando Granada aborde el problema definitivo de la estación.

-¿Le resulta doloroso que el proyecto se descartara por motivos económicos?

-Estamos muy acostumbrados en esta vida a aceptar el impacto que la economía tiene sobre todos nosotros. Hablar de cómo se gastan los recursos que unos tienen obliga a establecer prioridades. La crisis ha sido realmente muy dura. Pero bueno, al margen de eso, retrotraerme en todas estas historias... la posición de Fomento fue favorable. La ministra de Fomento, creo que Ana Pastor, respaldaba el proyecto. Pero se dio de bruces con las ideas que tenía el alcalde, Torres Hurtado, y no hubo manera de salir adelante. Fue un poco sorprendente siendo los dos políticos del mismo partido que no hubiera lugar al acuerdo... pero bueno, ¿por qué no hablamos de lo bien que está Granada? Entiendo que tiene interés esta cuestión más que otra, pero venir a Granada para una persona a la que le gusta y ama la Arquitectura es algo que no puede perder... estar un par de horas en la Alhambra, volver a sentir... la Arquitectura se convierte en algo que entra por todos los sentidos. Acaba sensorialmente imponiéndose en nosotros. No es tanto un acto de reflexión intelectual o algo que tenga, que también lo tiene, capacidad evocativa... al margen de estos aspectos -que otros monumentos que la Arquitectura nos ayuda a entender- la Alhambra supone para un arquitecto que todos los poros de nuestros cuerpo estén abiertos a la arquitectura en su expresión más completa. Granada, que ofrece esa experiencia única en la Alhambra, junto con el Albaicín, incluso el hermosísimo Carmen de los Rodríguez Acosta, que muestra cuánto la Alhambra es capaz de impactar a generaciones en distintos momentos de la historia y da lugar a fantasear sobre su significado del modo en que lo hizo José María Rodríguez Acosta. Y deambular por las calles de Granada da lugar a entender muy bien lo que fue la operación política de la toma de Granada, dando lugar a que tantas instituciones nuevas se asentaran y la ciudad se dotara con lo mejor de lo que los que llegaron fueron capaces de ofrecer. Eso se combina con la arquitectura más frágil de los nazaríes, pero que muestra el sentido de estar ahí. Eso da lugar a una reflexión continua sobre la Arquitectura. Esta misma mañana, desde el hotel he ido a la Catedral. Ves la vida de la ciudad en ese encuentro entre dos mundos que todavía no ha quedado resuelto... son experiencias que más que justifican una invitación como la de la Escuela. Me ha alegrado muchísimo venir y encontrarme con una Escuela tan bien emplazada, con una intervención en el antiguo Hospital Militar tan certera... Granada, como ciudad, que se ofrezca como primera lección de Arquitectura con lo que tiene y significa en cuanto a ciudad es una de las mejores maneras de iniciarse en la Arquitectura que puede tener un estudiante joven.

-Un nuevo capítulo es el abierto por la estación de Jiménez Torrecillas, en Alcázar Genil...

-Ha sido una pena muy grande la pérdida de Antonio Jiménez Torrecilla. La intervención en la estación de Alcázar Genil tiene momentos realmente impresionantes. Tiene la capacidad de hacernos bajar al interior de una tierra que uno llega a sentir palpitando en aquellas paredes. Es una intervención arquitectónica de primer orden. Antonio había dado muestras de talento grande. Esta mañana he pasado dos veces por el centro Guerrero, al que por cierto no he podido entrar, pero la misma intervención del centro Guerrero desde la calle muestra esa exquisitez de quien interviene sin dejarse ver estupenda. Nadie que le ame, le guste y entienda de Arquitectura se le escapa esas paredes de piedra elvira tan precisamente cortadas.

-El director de la Escuela, José María Manzano, indicó en el acto de la lección inaugural que corren tiempos ásperos... ¿Comparte este diagnóstico?

-La profesión algo tiene que decir. Todas las profesiones están cambiando. El modo en que las profesiones están instituidas tienen que ver con el modo en el que las gentes del siglo XIX pensaron que los nuevos conocimientos debían ser puestos al servicio de la sociedad a través de las atribuciones que asumían los profesionales. Esto está cambiando. El profesional individualmente tiene menos fuerza para asumir las responsabilidades que se le echan encima y el cambio de escala seguramente dará lugar a que el arquitecto seguramente no será considerado sólo aquel que domina todas las esferas de la construcción. Hoy la construcción es una operación mucho más compleja. Del mismo modo que los médicos han acabado incorporando el ejercicio de su profesión en hospitales o en unidades terapéuticas más grandes, seguramente en la construcción la figura del arquitecto a la que estamos acostumbrados perderá vigencia. Eso no es aspereza. Si alguien viene a la Escuela pensando en lo que eran, hacían o significaban... eso se les tiene que ir yendo de la cabeza.

-¿Y qué les decimos?

-Que si realmente sienten que les gusta estar en este mundo, la Arquitectura tiene un papel que hacer. Creo que en el futuro volveremos a valorar el sentido y el significado que las ciudades tienen. No sólo el capital en términos económicos. Eso da pie a que todavía los arquitectos tengan que explicar mucho de qué modo construir dando continuidad a las ciudades. Es un campo abierto en cuanto a disciplina muy grande. El crecimiento demográfico va haciendo las ciudades más grandes en el planeta. Que ese crecimiento se haga con criterios es una gran cosa. Luego hay que reconocer que el mundo en el que estamos es tan múltiple que incluso habrá sitio para que algunos se encuentren en la figura antigua del arquitecto. La cuestión es vivir de acuerdo con lo que a uno le gusta hacer. Naturalmente es algo deseable. La vida tiene que ver con eso, con apostar el tiempo, la entrega, hacerlo coincidiendo con lo que le interesa más, como modo de ver el mundo. El problema es encontrar el hueco en que el trabajo sea posible sin perder de vista lo que le da más satisfacción.

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