Investigadores de la UGR desvelan la base científica del refrán "perro no come perro"

Un estudio expone las razones por las que los animales carnívoros evitan la carroña, especialmente si es de su misma especie

Salva Rodríguez

Granada, 28 de septiembre 2017 - 02:37

'el hombre es un lobo para el hombre', aunque 'perro no come perro'. El refranero español es sabio y aunque algunas de sus citas se contradicen, muchas otras encuentran una base científica que les da sentido. Para el primero de los refranes aún no hay hechos científicos que demuestren el porqué el hombre se convierte en un depredador con los de su misma especie, pero para el segundo sí que existe ya una explicación.

Un equipo internacional de investigadores, liderado por la Universidad de Granada (UGR), ha explicado por primera vez la base científica del viejo refrán: para un animal carnívoro, comer carroña de otro carnívoro, especialmente si es de su misma especie, incrementa la probabilidad de contraer patógenos que podrían hacer peligrar su vida.

Este trabajo, en el que también participan las universidades de Berkeley (EEUU), Murcia y Miguel Hernández, ha sido publicado en la revista Journal of Animal Ecology y aporta nuevos datos sobre esta idea, cuyo origen se remonta al menos a los tiempos de la antigua Roma.

La expresión "perro no come perro" parece haberse originado a partir de observaciones empíricas sobre la aversión de los animales carnívoros a comer cadáveres de otros carnívoros. Y es que, como explica el autor principal de este trabajo, el investigador del departamento de Zoología de la UGR Marcos Moleón Paiz, "a los humanos nos encanta comer, pero no cualquier cosa ni a cualquier precio".

"Además, los gustos cambian según la cultura y el individuo. ¿Deberían el resto de los animales comportarse de manera diferente? ¿Podría un animal carroñero, el paradigma del oportunismo, ser selectivo a la hora de decidir qué tipo de carroña comer o no comer? Estas preguntas fueron las que dieron origen a la investigación", detalla Moleón.

Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores monitorizaron y estudiaron 89 cadáveres de animales carnívoros y herbívoros en las sierras de Espuña y Cazorla.

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