Jaleos y peleas en fiestas populares

Líos y pendencias callejeras tras los carnavales, Semana Santa, Corpus y demás festividades los ha habido y creo que los habrá. Algunos costaleros acababan morados, pero de vinoAbundan hoy las crónicas de sucesos tras las fiestas del calendario, pero rara era la celebración en la Granada de ayer que no acabara en gresca del vecindario o algarada callejera, cuando no con heridos e incluso muertos

Jaleos y peleas en fiestas populares
Jaleos y peleas en fiestas populares

22 de marzo 2010 - 01:00

DICE un cantar popular loco estaba el mundo/cien años atrás,/loco lo encontramos,/sigue y seguirá. Abundan hoy las crónicas de sucesos después de las movidas, los botellones, los saraos del fin de semana y demás fiestas del calendario. Pero también es verdad que rara era la celebración en la Granada de ayer que no terminaba en gresca del vecindario o en algarada callejera, cuando no con heridos y hasta con muertos. Y no se puede culpar de ello a los Reyes Católicos, a los que se les ocurrió recomendar que en nuestras fiestas del Corpus había que divertirse "como locos", porque la cosa viene, como veremos, de muy antiguo.

El romántico poeta costumbrista del siglo XIX Aureliano Ruiz también nos recuerda con sus populares letrillas que hay cosas que vienen de lejos y nos van dejando su herencia: pues con su palabra elocuente/muchos sabios han probado,/que es el destino presente/consecuencia del pasado.

Uno de nuestros referentes más preciados, el periodista granadino de la calle San Matías, Francisco de Paula Valladar (1852-1924), se quejaba, desde las páginas de El Defensor, de los jaleos que se venían produciendo en casi todas las fiestas populares de los barrios a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Llegó a decir que era hasta arriesgado que a ellas concurrieran madres, esposas e hijas, porque las juergas entre la gente terne era muy peligrosa. Son, dice, fiestas en las que corre abundante vino y relucen cada vez más esas armas horribles que se llaman facas; los insultos y las groserías se mezclan con los cantos de amor y la mano de la muerte se abre paso entre las parejas que bailan o entre los grupos que ríen… y todo conducido por las malas pasiones, la ignorancia y los excesos del vino.

Todo esto hizo que se prodigaran las prohibiciones y abundaran las censuras en las fiestas. No es cosa de aburrir con lecciones de historia muy pasada, pero el mismo Valladar nos remite al autor aragonés del siglo I Marco Valerio Marcial, el cual denunciaba ya los excesos provocados por aquellas bailarinas gaditanas que alborotaban el seso de los ciudadanos con sus lascivas danzas, perdían la cabeza y preparaban así el ambiente para la gresca. Sigue recogiendo nuestro paisano citas antiguas y dice que en el Concilio de Iliberis, a principios del siglo IV, se condenaban los bailes, farsas y otras fiestas por ser provocativas e inducir al exceso.

El cronista de Felipe IV Juan de Zabaleta, en su crónica titulada El día de fiesta, abunda en expresiones como "la plebe ínfima, desgranada por aquellos suelos ya se junta en ranchos, ya se aparta en pendencias… rueda el vino y la comida, las mujeres gritan y las espadas suenan".

Basten un par de referencias más cercanas. En los carnavales de 1906 el Padre Manjón tuvo que expulsar a tres alumnos del Ave María por los jaleos que organizaron en el barrio.

Y el 18 de febrero de 1912 la prensa local calificó nuestros carnavales de decadentes y de mal gusto por los escasos participantes con máscaras y la poca originalidad de los disfraces; apostilla El Noticiero diciendo que lo que más abundaba por las calles eran las curdas y los graciosos.

No son ajenos al jaleo y la gresca las procesiones de Semana Santa; algunas provocaban tal desorden que hubieron de ser suspendidas por la autoridad eclesiástica; demasiado populares se hicieron las pendencias en el Albaicín y en Campo del Príncipe a principios del siglo XX cada vez que salía el paso de la iglesia de San Cecilio; muchos recordarán los líos callejeros entre requetés y falangistas en la procesión de Nuestra Señora de los Dolores.

Otros recordarán las "estaciones de penitencia" que hacían los curiosos costaleros de los años 50 poniéndose morados en las Bodegas Espinosa. Aquello desapareció, me parece. Afortunadamente no todo fueron líos en nuestras fiestas, pero haberlos los hubo.

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