Jim Morrison, un cuento de la Alhambra
El 'Rey Lagarto' visitó los palacios nazaríes dos meses antes de su misteriosa muerte en París La novia del cantante de The Doors grabó con su cámara de Súper-8 imágenes del cantante en el Patio de los Leones La leyenda dice que la noche de su muerte visionó la película de la Alhambra
EN un hotel de la parisina rue Beautrellis, un hombre corpulento y de pelo largo despierta, tosiendo violentamente en medio de la noche. Junto a él, en la cama, una mujer duerme profundamente. Jim Morrison sacude la cabeza. Está mareado y desorientado. El rítmico sonido de un proyector de súper 8 llena la habitación. Proyecta una película en la que ambos pasean por la Alhambra. Morrison se levanta de la cama y se dirige al baño, cruzando delante del proyector. Esa fue quizá la última imagen que el líder del mítico grupo The Doors contempló antes de iniciar su viaje a la leyenda: un joven que dejó un bonito cadáver en las primeras horas de un tres de julio de 1971, en París, la ciudad de los artistas malditos. Hace unos siete años una descolocada noticia de la agencia Efe recogía el testimonio de Rafael Cuéllar, uno de los asiduos al local de copas sacromontano, un nido de hippies y guiris, llamado la Zíngara, una cueva más del ambiente nocturno del barrio donde conoció nada más y nada menos que a Jim Morrison. Cuéllar afirmó que Morrison llevaba una poblada barba y que pidió whisky. Al no haber ese sofisticado alcohol en aquella cueva granadina de los setenta, fue Rafael quien se fue en busca de la dosis etílica para 'El Rey Lagarto', como era conocido el cantante de The Doors. Cuéllar continúa con la leyenda y afirmaba, siempre según aquel despacho de agencia, que Jim Morrison y Pamela, su pálida y frágil pareja, se habían instalado en casa de unos amigos australianos. En la Zíngara, Jim pidió que sonara la voz de Jenis Joplin. A los que se le acercaban les decía: "Estáis bebiendo con el número tres", en alusión a las muertes de Jimi Hendrix y la Joplin.
Hasta aquí podría llegar el testimonio de Cuéllar, que quedó refrendado y confirmado en la extensa biografía del cantante escrita por Stephen Davis. La web del Hotel Alhambra Palace se señorea de haber tenido entre sus firmantes en el libro de oro a Jim Morrison, lo que echaría por tierra el testimonio de Cuéllar. Más allá de todas las historias y mitos que todavía circulan por la ciudad en torno a la visita de Morrison, la biografía más fiable y considerada la oficial relata el último viaje del cantante estadounidense.
Jim Morrison llegó el 11 de marzo de 1971 a París, donde le esperaba su frágil compañera Pamela Courson. Durante un tiempo Morrison bajó el consumo de alcohol, y al mes regresó a su permanente y compulsivo estado de embriaguez. Su estado de salud empeoró y Pamela lo obligó a visitar el Hospital Americano de Neully. Le dijeron que tenía muy perjudicado el aparato respiratorio debido al consumo de tabaco. Le aconsejaron que dejara de fumar y de beber, y que se marchara a un lugar más cálido. Jim Morrison vio en la recomendación del doctor una excusa para poder cumplir algunos de sus viejos sueños: visitar Madrid, Granada y Tánger. Quizá la elección de España como 'sanatorio' también estuvo condicionada por la evocación de 'Spanish caravan', editada en 1968 en Waiting for the sun, el tercer álbum de The Doors, el grupo en el que Morrison jugaba el papel de sexsimbol y poeta del compromiso antibelicista. La letra del tema, sobre un arreglo basado en la cita musical de Asturias (Leyenda), una de las obras de Albéniz convertidas en referente y parte de cualquier temario dedicado a la guitarra. La letra dice así: "Llévame, caravana, llévame lejos / Llévame a Portugal, llévame a España / Andalucía con campos llenos de trigo (…) / Los vientos alisios encontrarán galeones perdidos en el mar / Sé que hay un tesoro aguardándome / Plata y oro en las montañas de España".
Jim Morrison tiene tres puntos de interés que se corresponden con las ciudades que pretende visitar al Sur de Europa. El Bosco en Madrid, Washington Irving en Granada y Paul Bowles en Tánger. El 10 de abril de 1971, el cantante de los Doors alquiló un Peugeut Sedán y con Pamela tomó la carretera hacia los Pirineos. La primera de las noches la pasaron en la ciudad de Toulouse, porque Jim quería disfrutar la arquitectura de los edificios rosáceos de la localidad gala. Al día siguiente cruzaron la frontera con España por Andorra y pernoctaron en Barcelona. Un día después, el 14 de abril llegaron a Madrid. Jim había escrito poemas y había descrito en varias ocasiones las sensaciones que le provocaba un cuadro de Hyeronimus Bosch, El Bosco. Pamela relató que Morrison permaneció más de una hora, como hipnotizado, frente a El jardín de las delicias, en el Museo del Prado. La presencia del cantante ante la obra del que considera 'primer pintor psicodélico' de la historia está filmada por la propia Pamela en la cámara de Super-8 que se había traído Jim de Los Ángeles.
Jim y Pamela llegaron el 16 de abril a Granada. Lo que más le interesaba al cantante de The Doors era visitar las estancias donde Washington Irving había escrito 'Cuentos de la Alhambra', un libro que siempre fue una ensoñación para el intérprete. Le gustaban los misterios y el fascinante mundo nazarí. Morrison visitó durante tres días la Alhambra. Pamela dice que Jim escribió una bella poesía sentado en uno de los bancos de los jardines del Generalife. Puede que su recuerdo no sea cierto o que, simplemente, el poema se haya perdido. La visita de Morrison a la Alhambra quedó inmortalizada en la película de Super-8. Jim aparece delante de los leones, los famosos leones del Patio de la Alhambra. En la cinta se ve al cantante con el fondo de la fuente, y los brazos estrechados en su pecho y una sonrisa. Se acerca lentamente hacia el objetivo de la cámara. Pamela contó meses más tarde que esta película fue la que se puso Jim en la noche de su muerte, mientras escuchaba el tema The end de los Doors. Tras cuatro días, la pareja se dirigió hasta Gibraltar. Allí, tuvieron que dejar el Peugeot, porque el seguro no les cubría su estancia en Marruecos. En Tánger, a su llegada, se alojaron en el famoso hotel Minzah, donde se sentaba todas las tardes Paul Bowles. Pero habían sido invitados por Paul y Talitha Getty, en su palacio invernal. Getty era uno de los hijos del fundador de la Getty Oil. Talitha había sido una actriz holandesa. Era guapísima. Naturalmente, los Getty eran amigos del depravado Conde Jean de Breteuil, un millonario francés que había heredado el imperio de todos los periódicos del Norte de África que se escribían en lengua gala. El conde Breteuil era amante también de Pamela y el que surtía a las dos parejas de heroína. Pamela que Jim compró una versión francesa de El cielo protector de Paul Bowles en la histórica librería Les Colonnes, en el Boulevard Pasteur. Jim y Pamela viajaron en avión a Marrakech, donde se alojaron en la Ville Taylor, en la mansión que el conde de Breuteuil. El 3 de mayo de 1971, dos meses antes de su muerte, Jim y Pamela tomaron un avión de Marrakech a Casablanca y de ahí, a París. En dirección a su final. Jim Morrison se había afeitado una noche en que se bañó a la luz de la luna en el hotel Marrakech, el único en que tenía piscina en aquellos días. Oficialmente, Jim Morrison murió durante las primeras horas del 3 de julio por 'causas naturales', según el certificado médico oficial. Esa versión ha sido puesta en duda por muchos de los biógrafos e investigadores que ha estudiado el último mes de de vida del cantante en París. Antes de morir, víctima de una sobredosis de heroína, Pamela contó cuatro o cinco versiones diferentes de cómo fue la muerte de su compañero. Una de las versiones que ha tomado más fuerza por los investigadores, es la de Herve Muller, un conocido y asiduo de Morrison, quien afirma que Morrison murió en un baño, pero el de la discoteca Rock and Roll Circus, víctima de una sobredosis adulterada de heroína, proporcionada por uno de los traficantes del conde Breteuil, su proveedor oficial. Herve cuenta que llevaron el cadáver de Jim a la media noche del 2 de julio y nadie sabe cómo lo metieron en la famosa bañera de su apartamento de la calle Beautreillis. Hervé acusa al conde Breauteuil de haberlo organizado todo, de sobornar al médico y de que no hubiera autopsia. Más allá de las especulaciones y todo tipo de historias, la imagen de la Alhambra como última visión de Jim Morrison o como última alucinación quizá valga una buena canción sobre la muerte de otro poeta.
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