Ayer y hoy

Juana la Loca y la Plaza Nueva

  • La Plaza Nueva no es tan nueva; tiene ya más de 500 años y costó una pasta

  • La reina Juana fue la madrina de la construcción, según un documento fechado en Segovia y recogido en el Archivo Municipal

Tomada la ciudad por los reyes cristianos se hace precisa una remodelación urbanística moderna que cambiará el plano; se ensancharán las calles de tradición morisca y se crearán nuevos espacios públicos amplios y aptos para representaciones ceremoniales, nuevas plazas. Aparecieron en el siglo XVI la Plaza Nueva, la Plaza de Bibarrambla, Plaza Larga, Bibalbonud y El Campo del Príncipe. Luego muchas más.

Acudiendo a las guías más fidedignas y al propio Archivo Municipal sabemos que la reina de España, casi ignorada por los granadinos, Juana la Loca, enterrada en la Capilla Real, junto al de los Reyes Católicos, firmó en septiembre de 1505 una Provisión Real, enviada al Corregidor de la ciudad Alonso Enríquez para que mandara información acerca de las obras necesarias para hacer la nueva Plaza de Hatabin. Sería la llamada desde entonces Plaza Nueva, una de las más céntricas y populares de la ciudad. (Ver mi artículo La Plaza Nueva, en Granada íntima. Hijos y Entresijos, tomo I, página 27).

Junto a su marido Felipe, y luego a su hijo Carlos (V), dieron licencia y promocionaron las obras de ensanchamiento de la ciudad. En 1506 destinaron 500.000 maravedises para hacer la plaza (Nueva) porque, según otro documento fechado en Valladolid: “la grande e honrada ciudad de Granada tiene mucha necesidad de hacer una plaza pública… en la plaza que dicen del Hatabín…”.

Es verdad que para que la reina diera la licencia había que comprar y expropiar casas y comercios del entorno; había que ceder espacios del patrimonio real y había que derribar otras construcciones “pagando primeramente a los dueños, después que los alarifes hicieran la tasación de las maderas, tejas y otros materiales”.

Hace exactamente 500 años la Plaza Nueva era una realidad. Juana la Loca y su hijo Carlos envían esos 500.000 maravedises para repartir entre los vecinos con la finalidad de terminar las obras de construcción de la plaza entre los años 1518 y 1519. Así dice el documento fechado en mayo y en Medina del Campo: “Licencia que se da a la ciudad de Granada para que pueda repartir entre sus vecinos quinientos mil maravedises para finalizar las obras de una plaza”, firma doña Juana y don Carlos, su hijo. Piden luego al corregidor que mande puntual certificado aclarando con detalle en qué se han gastado exactamente los dineros. Parece que lo de los chanchullos urbanísticos viene de lejos y por lo menos la reina Juana no se fiaba mucho. A lo mejor era loca, pero no tonta.

A partir de ahí, y siguiendo remodelaciones nazaríes, se ensancha el puente del Hatabin o de los Leñadores sobre el Darro; se ensanchan las placetas de San Gil del final de la calle Elvira, y se une la placeta de Santa Ana. Nacía así la Nueva Plaza de Hatabin o Plaza Nueva, en la que luego se instalaron nobles edificios como la Chancillería y el Hospital de Santa Ana.

Un nuevo envío de 150.000 maravedises hicieron doña Juana y su hijo Carlos en 1518 para pagar indemnizaciones por las casas y tiendas derribadas para la construcción de la plaza. Así dice el documento fechado en Zaragoza: “hágase en beneficio y utilidad de dicha plaza derribar las dichas casas e tiendas que nos pertenecen hasta en la cuantía de ciento y cincuenta mil maravedises…”

Buena parte del dinero para la construcción de las Plaza Nueva y Bibarrambla también salió de la exportación de trigo que se hizo desde Málaga y Jerez de la Frontera. Un documento fechado en Zaragoza en 1518 dice: Yo el rey [Carlos V]…para acabar de hacer las dichas plazas, doy licencia para sacar de ese reyno de Granada… dos mil cahizes de trigo…para llevar a qualquier parte de cristianos que quisiesen…”.

La Plaza Nueva no es tan nueva; tiene ya más de 500 años y costó una pasta.

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