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Juana la generosa, no la loca

  • Ofreció medio millón para las obras de la Plaza de Bibarrambla, pagaba puntualmente a los músicos, vigilaba la salud de las prostitutas y regaló sus zarcillos de brillantes a la Virgen

La reina Juana de Castilla pintada por Pradilla

La reina Juana de Castilla pintada por Pradilla / M. P.

Hablemos hoy de esta mujer enterrada en Granada hace casi 500 años. La tienen por loca y celosa pero la reina Juana debiera ser recordada por su generosidad, su cultura y su belleza. Ya resaltamos su hermosura (ver mi artículo Juana la Hermosa, no la loca, en Granada Hoy, 2014); sabemos también de su cultura; sabía latín y francés; conocemos su sensibilidad para la música; tocaba instrumentos de cuerda y se crió en la corte de los Reyes Católicos tan amantes de la música.

Su madre Isabel, gran aficionada, así lo inculcó a sus hijos. Era la época de Juan del Encina, Juan de Anchieta, Antonio Cabezón, Francisco Peñalosa, etc. La propia Juana incorporó a su capilla al célebre organista Cipriano Soto y mantuvo siempre un enorme celo en que se pagara puntual y generosamente a los músicos. Afición compartida con su esposo Felipe el Hermoso y que ambos supieron trasmitir a su hijo, el futuro Carlos V.

Monumento a la reina Juana en Tordesilla Monumento a la reina Juana en Tordesilla

Monumento a la reina Juana en Tordesilla / G. H.

Especial sensibilidad mantuvo también con Granada cuando se realizaban las obras para la ampliación de las plazas Nueva y Bibarrambla. Firma un documento fechado el 19 de mayo de 1518 en Medina del Campo por el que "se da a la ciudad de Granada…quinientos mil maravedís para finalizar las obras de esta plaza". Años antes, en 1505 hizo derribar casas de su patrimonio para el ensanche de la plaza Hatabín, la que sería luego Plaza Nueva, según una provisión real firmada por la reina Juana en Segovia. No fueron los únicos gestos de generosidad para con la ciudad de Granada.

También se preocupó de la higiene de los prostíbulos regulando el trato a las mujeres frente a los abusos de Martín Sánchez, el padre de la mancebía en Granada. El 12 de agosto de 1539 se pregonaron en la Plaza de Bibarrambla unas ordenanzas municipales para acabar con los abusos. Se dan normas velando por la higiene y la salud de las prostitutas; se les ha de dar buena comida diaria: dos libras de pan, una libreta de carne, mitad carnero, mitad vaca o cerdo; medio cuartillo de vino, berzas, nabos, berenjenas y un rábano, ensalada y fruta; todo al precio de 25 maravedíes diarios. Se permite que las mujeres puedan traer de sus casas cabrito o aves y, para los días de vigilia, pescado. Y si no se cumple esto se obligará a pagar 2.000 maravedíes al padre de la mancebía.

Tumba de Felipe y Juana. Capilla Real de Granada Tumba de Felipe y Juana. Capilla Real de Granada

Tumba de Felipe y Juana. Capilla Real de Granada / J. L. D.

Las Plazas Nueva y Bibarrambla. Siglo XVI Las Plazas Nueva y Bibarrambla. Siglo XVI

Las Plazas Nueva y Bibarrambla. Siglo XVI / G. H.

Narran los cronistas un curioso suceso acaecido en noviembre de 1501 a raíz de un viaje de Juana y Felipe desde Bruselas a España por tierra, ya que por el mar era muy arriesgado. Quería Fernando el Católico que su yerno conociera el país como heredero que sería de Castilla y Aragón. Al atravesar Francia fueron recibidos por el rey Luis XII en el castillo de Blois; allí los invitados permanecieron varios días; al llegar el domingo, en la misa de acción de gracias y cumpliendo una vieja tradición, la reina de Francia Ana de Bretaña entregó una monedita a doña Juana para que la depositase en la bandeja como tributo a la Iglesia.

Juana miró la moneda, le pareció escasa y en su lugar y como prueba de generosidad y tal vez de superioridad lo que depositó fue uno de sus pendientes adornado de piedras preciosas. No gustó el gesto a la reina de Francia y fue Felipe el Hermoso el que devolvió el zarcillo a Juana argumentado que quedaría el par desemparejado. Fue entonces cuando Juana se quitó el otro pendiente y regaló el par completo al capellán real, el cual lo engarzó encantado en la corona de la virgen.

De aquellos zarcillos de doña Juana engarzados en brillantes y piedras preciosas nada se sabe. Dicen que desaparecieron cuando la Revolución Francesa o quizás los vendió su hijo Carlos para costear guerras. Pero no estaría mal recuperarlos para el Museo de nuestra Capilla Real donde duerme en paz Juana la Generosa; o venderlos caros para que Granada luciera algo más hermosa.

Capilla Real. Granada Capilla Real. Granada

Capilla Real. Granada / J. L. D.

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