Granada

Kellys de la dependencia, 6 euros la hora y 2 pastillas al día

  • Muchas de las trabajadoras de la dependencia acaban en el policonsumo de fármacos como analgésicos, antiinflamatorios y ansiolíticos

Kellys de la dependencia, 6 euros la hora y 2 pastillas al día

Kellys de la dependencia, 6 euros la hora y 2 pastillas al día / Alex Cámara

“La mayoría de nosotras tenemos el túnel carpiano afectado, las manos, además de dolores de espalda, en especial en las lumbares y otros tantos dolores musculares... al final del día tenemos que tomarnos al menos dos pastillas”. Es el relato de Pepa Cabrera que se repite en la mayoría de voces de las trabajadoras de la dependencia en Granada. En toda la provincia, señala CCOO, hay 2.700 trabajadoras de ayuda a domicilio, 700 de ellas en la capital, y otras 2.000 en residencias y centros de día. Señalan además que la ratio en los geriátricos es de dos gerontólogas por cada diez usuarios.

Pepa Cabrera trabaja para la empresa concesionaria del Ayuntamiento de Armilla, BCM. Lleva una década trabajando y acusa enfermedades laborales que no son reconocidas, como la mayoría de sus compañeras. Se habla de compañeras, porque el perfil de las trabajadoras de ayuda a domicilio, residencias y centros de día es mayoritariamente femenino y con una edad media de unos 55 años, señalan desde el mismo sindicato. Su portavoz Félix Alonso corrobora que la mayoría de enfermedades que acusan estas mujeres tiene que ver no solo con la edad sino con el trabajo que realizan y la falta además de medios técnicos como camas adaptadas o grúas que ayuden a la trabajadora a mover a su usuario.

Estas mujeres, dadas sus condiciones laborales, acaban cayendo en un “policonsumo” de fármacos, denuncian, ya que unos medicamentos les llevan al tomar otros para paliar los efectos de los primeros.

Entre los que más consumen destacan los analgésicos o antiinflamatorios y los relajantes para aliviar el dolor muscular. Luego surgen los ansiolíticos para tratar el estrés y la ansiedad que sufren por las altas cargas y ritmos de trabajo ocasionada por unos residentes cada vez más pluripatológicos que suponen mayor grado de dependencia y por tanto de atención.

El perfil de la trabajadora es una mujer de entre 50 y 60 años, sola y con hijos a su cargo

El fenómeno de la precariedad laboral es de un tiempo a esta parte una sopa habitual que se cena en muchas profesiones. Una cotidianeidad asumida sobre todo por la empresa privada, protegida en muchos casos por los vericuetos legales pero que cuando roza la función pública se convierte en una situación que grita a la regulación. Este es el caso de María José Raya. Tiene 58 años, es cuidadora acreditada con título de profesionalidad y lleva trabajando para como cuidadora en la empresa Arquisocial una década. Esta mujer cobra seis euros la hora, es decir, tiene un contrato de 35 horas semanales y en su nómina aparecen a final de mes 842 euros.

La empresa Arquisocial es la concesionaria que gestiona estas ayudas a domicilio para mayores en Granada que atiende a 2.700 personas en la capital. Una entidad que finaliza su contrato con el Ayuntamiento de Granada en noviembre y que, según transmitió en agosto el concejal de Derechos Sociales, José Antonio Huertas, no se renovaría más por decisión de la empresa. Igualmente, Huertas anunció que en el siguiente pliego de condiciones para el concurso municipal el sueldo de las trabajadoras (porque la gran mayoría son mujeres) aumentaría un 15%.

La empresa Arquisocial gestiona ayudas a domicilio para 2.700 personas en la capital

En este punto, el grupo municipal de Podemos-IU en la capital se suma a las demandas. El contrato por el que se renueva la privatización de la ayuda a domicilio, añade la concejal Elisa Cabrerizo, asciende a 78 millones de euros, tiene una duración de cinco años y por hora de trabajo el precio estipulado por la Junta de Andalucía es de 13 euros, aunque lo que reciben las trabajadoras privatizadas es alrededor de 5,60 euros en bruto.

Elisa Cabrerizo cree que el concurso hay que retirarlo y “pensar en la remunicipalización” ya que, asegura, “supondría una mejora de las condiciones laborales y un ahorro de 1,7 millones de euros para al Ayuntamiento al ahorrarse el IVA, el beneficio industrial y los gastos de gestión de la empresa prestadora del servicio”.

Trinidad López del Águila tiene un contrato de 25 horas semanales, 55 años y es auxiliar de ayuda a domicilio en la capital y confirma otro rasgo del perfil, en este oficio: “Hay muchas mujeres solas”. 

“Acabas con mucho dolor de espalda a causa de las cargas móviles porque una persona mayor con poca movilidad no puedes controlar cuando se va a desplomar. Yo por ejemplo tengo personas movilidad reducida y tengo que trasladarlas y cogerlas”, relata sobre las patologías asociadas al trabajo.

Ella también denuncia un estado de ansiedad en el trabajo porque el contrato solo contempla 15 minutos para traslados cuando en realidad en algunos se puede tardar “más de media hora andando” entre domicilio y domicilio cuando no se suma la problemática de tener que aparcar. Ella por ejemplo, tiene que salir una hora antes de casa para ganar tiempo y encontrar aparcamiento.

Sobre la carga de trabajo, María José Raya coincide con sus compañeras y añade que no es el único trabajo que realizan. Además de su labor como cuidadora formada muchos usuarios exigen que les tiren la basura y les limpien la casa como una obligación. “Hay muchos usuarios enchufados, de los que llaman esporádicamente, que no necesitan cuidados y piensan que somos mujeres de la limpieza. Es humillante que te estén esperando con cubos, trapos y la escalera”.

Tampoco, señala, le acaban pagando las horas extra ni se las cambian por días libres. Esto sucede cuando “de un momento a otro” las llaman para un nuevo servicio. Por otro lado, denuncia que “la misma situación laboral no la tiene nadie”, hay distintos tipos de contratos y sueldos según “pague la Diputación o el Ayuntamiento”.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios