Lecciones de cocina saludable

Falafel, fideos de arroz con gambas y verduras, fajitas de pollo y bizcocho de chocolate y especias. Este menú, rico, apetitoso y muy internacional, es una buena idea para comer, por ejemplo, un domingo. Pero hay personas que ni se imaginarían comerlo o pedirlo en un restaurante. Son los celíacos o intolerantes al gluten, que ven reducida su dieta al desterrar por completo los productos que se realizan a base de trigo y otros cereales. Pero como todo en la vida, hay solución y muy fácil. Simplemente con cambiar algunos ingredientes y buscar productos aptos para su enfermedad, la variedad en la comida es cuestión de dedicación y de práctica.

Para ellos, la Escuela de Pacientes y la empresa Factoría de Cocina celebraron ayer el primer taller Cocinar rico y sano, un proyecto que pretende enseñar recetas distintas y apetitosas a familiares y a personas afectadas por alguna patología que limite la dieta, como la diabetes o la celiaquía. El primer taller se realizó ayer en la cocina del Hospital de San Juan de Dios y hoy se realizará el segundo en Baza, donde se enseñará a niños diabéticos recetas aptas para su enfermedad.

"Yo siempre he defendido la cocina equilibrada, con cabeza y sin excesos para cualquier persona, pero es verdad que las que tienen una patología acaban aburriéndose porque siempre comen lo mismo", explica antes del curso Laura Vichera, de la Factoría de Cocina y docente de estos talleres prácticos en los que se cocina y se degusta después el menú.

Para Vichera, aunque se tenga una determinada patología se puede tomar cualquier receta normal haciéndole pequeños cambios. "Se puede comer de todo teniendo el cuidado de tocar un poco los ingredientes y sustituirlos por lo que se pueda tomar", explica. Además, defiende la importancia de la cocina "primero para alimentarse y segundo como fuente de placer al disfrutar no solo de la elaboración sino de los platos y de la compañía", matiza.