Lorca-PicassoEl eje Málaga-Granada
La imagen de Lorca se unió al 'Guernica' en el Pabellón español de la exposición universal de París El artista malagueño se sintió afectado por el asesinato del poeta
ACABAN de anunciarlo. El eje cultural Málaga-Sevilla es una realidad. Las relaciones entre ambas potencias andaluzas, la oriental y la occidental, se hacen más estrechas. Granada se queda una vez más ensimismada, cuando su propia historia y personajes harían eclipsar cualquier otra alianza para lograr la capitalidad cultural andaluza. Primero fue el Museo Picasso y ahora, si el 'lado oscuro de la fuerza' no lo impide, será finalmente abierto el Centro Lorca, el próximo día 29 de julio. Mucho tiempo después, claro está. La dilatación burocrática del tiempo merma e impide el desarrollo de proyectos que pudieron ser. Quizá Andalucía Oriental sea el único espacio del mundo que contenga a dos genios de la altura de Pablo Ruiz Picasso y Federico García Lorca. Málaga y Granada, una corta distancia que no sirvió, de manera paradójica, para que ambos personajes se encontraran. Con la apertura del Centro Lorca se podría producir ese encuentro, una primera actividad de lo que podría ser el eje Granada-Málaga, y con los dos personajes más internacionales de la cultura española del siglo XX y que se pusiera fin a la paradoja o a esa especie de maldición lorquiana, aquella de que "la suma de esfuerzos es un imposible en la ciudad de Granada", Lorca dixit. Los historiadores del arte han comparado los dibujos de García Lorca, más de trescientos catalogados, con los grabados del genio malagueño, una mezcla de Picasso y Celine. El joven poeta ve al gran maestro de la pintura como un referente de las vanguardias y la modernidad. Picasso era considerado por Lorca, y así lo expresó en varias de sus disertaciones, como el "mayor innovador contemporáneo".
El nombre del artista malagueño sobrevolaba el mundo cultural de aquella Granada de comienzos de siglo. Entre los jóvenes artistas, y especialmente para Manuel Ángeles Ortiz e Ismael González de la Serna, Picasso era el creador más admirado, de ahí que pocos años más tarde siguieran el destino parisino del malagueño. Y es que un andaluz estaba triunfando en París, mientras los artistas hegemónicos del momento -Zuloaga, Sorolla y Gutiérrez Solana- desde Madrid se mantenían al margen de la modernidad. Aquellas corrientes de vanguardia contrastaban con el academicismo imperante de la Escuela de Arte y Oficios denunciado por el grupo literario y artístico de García Lorca, la llamada tertulia de El Rinconcillo, que daría como fruto diversos proyectos y publicaciones. Fue García Lorca quien le dijo al entonces jovencísimo José Guerrero: "Tira los pinceles al aire y vete para Madrid". El ambiente cultural granadino estaba en manos de, llamémoslo, los tradicionalistas o, como posteriormente acuñaron Lorca y Dalí, los "putrefactos". Una vez más, como viene siendo habitual, Granada seguía siendo prisionera, y solo tuvo, como bien decía el poeta de Fuente Vaqueros, salida por las estrellas, pero esta vez esas 'estrellas' eran Madrid y París.
Con una diferencia de edad de 19 años, no pudieron coincidir en la madrileña Residencia de Estudiantes, pero Picasso y Juan Gris son los artistas de referencia en aquel grupo de jóvenes. La admiración por Picasso se vería incrementada al entablar amistad con Salvador Dalí, un joven artista catalán, rebelde e iconoclasta, que tenía un gran conocimiento de la obra del malagueño. Pese a esa primera impronta, sería Juan Gris quien mayor influencia ejerció sobre Dalí. Manuel Ángeles Ortiz, el eterno amigo de Federico, entabló una gran amistad con Picasso, de la que dio noticias al poeta granadino. Fue Manuel Ángeles quien llevó a Dalí en París a conocer al gran artista andaluz, allá por 1926.
García Lorca se muestra decidido en su apuesta artística y se considera próximo a las vanguardias. Su cercanía con la estética del malagueño queda patente en la muestra de sus dibujos en las barcelonesas galerías Dalmau, un día más tarde del estreno de su granadina Mariana Pineda. A aquella muestra le acompañó Salvador Dalí, quien se encargó de los decorados de la obra sobre la heroína liberal granadina. La exposición introduce al poeta de Fuente Vaqueros en el mundo de las vanguardias catalanas, precursoras del surrealismo.
En esa estancia en la Ciudad Condal, allá por el año 1927, conoció a los redactores de la revista L'Amic de les Arts, al poeta J. V. Foix y a los críticos Lluís Montanyà y Sebastià Gasch. Este último se convirtió a partir de entonces en uno de los corresponsales y colaboradores más demandados por García Lorca para la revista Gallo, cuyo lema fue: 'Revista de Granada, para fuera de Granada, revista que recoja el latido de todas partes para saber mejor cuál es el suyo propio: revista alegre, viva, antilocalista, antiprovinciana, del mundo, como lo es Granada'.
El interés por la obra y figura de Picasso, a quien García Lorca consideraba su maestro, quedó plasmado en el número 2 de la publicación granadina "abierta al mundo", al encargar un artículo a Sebastià Gasch sobre el artista malagueño. En uno de esos manifiestos, también se elabora una lista de los artistas más vanguardistas del momento, en el que incluyen a García Lorca y, por supuesto, a Picasso, pero el poeta granadino tachó su nombre del original, quizá por pudor, y no apareció entre aquella nómina de notables. Picasso había alcanzado en los albores de García Lorca la cumbre como artista, a lo que se unía la diferencia de edad y su residencia en París. Lorca estuvo en una ocasión en la 'Ciudad de la luz', en una parada de su viaje a Nueva York, en 1929. Tan sólo estuvo un día, que aprovechó para visitar el Louvre. Su compañera de viaje Rita María Troyano de los Ríos recordaba que Lorca insistió en que le diera su palabra de que , al pasar delante de la Mona Lisa' ni siquiera la mirarían. "¡Es una tía burguesa! ¡No la mires!", bromeó el poeta. El encuentro con el maestro malagueño no se produjo.
El asesinato del poeta en la madrugada del 17 de agosto de 1936, la repercusión de la trágica noticia y su transformación en un símbolo de los intelectuales republicanos fue lo que afectó especialmente a Picasso. El artista, que ya aparece en algunos manuales como "pintor francés nacido en Málaga", tras el bombardeo de Guernica y la muerte del poeta, demuestra su carácter y apego a sus raíces españolas. El pintor realizó la escenografía de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías en París. La 'Suite op. 6' de Britten, fechada en 1936, es una obra encantadora, con su canción de cuna entre medias, con unas telas de mujeres con niños, que pusieron de manifiesto la faceta más tierna y primitiva del artista. En tanto que símbolos e iconos de una época, Picasso y García Lorca compartieron acusaciones de tópicos a través de las 'tauromaquias' picassianas y de El romancero gitano lorquiano, respectivamente.
El encuentro, simbólico por supuesto, se produjo tras el asesinato. No había transcurrido un año del asesinato de García Lorca, allá en aquella madrugada del 17 de agosto de 1936, cuando su imagen fue exhibida en el pabellón de la República Española de la Exposición Universal de París, en 1937. Federico García Lorca, a quien se le dedicó una gran vitrina glosando su vida y obra, compartiendo espacio con una de las más grandes obras de la historia del arte, el Guernica de Picasso. La imagen del poeta de Fuente Vaqueros, con el lema 'Poeta fusilado en Granada', expuesta en el Pabellón español representó un auténtico símbolo de la unión intelectual en favor de la libertad. Fue colocado un gran retrato del poeta junto a algunos ejemplares de su obra Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, en el Servicio de Publicaciones, situado en la planta baja. También en uno de los fotomontajes regionales podían leerse unos versos de Lorca, del poema Romance de la Guardia Civil.
García Lorca compartía por vez primera espacio y sala con Picasso, aunque fuera gracias a su trágico final, que lo convertía en insignia de la resistencia intelectual a los militares sublevados. Tras el bombardeo de la aviación alemana e italiana de la localidad vizcaína de Guernica en abril de 1937, Picasso recibe el encargo de la República de realizar una obra para el pabellón español en la exposición de París. El mural fue realizado prácticamente en un mes y en mayo fue expuesta en la muestra internacional. Una vez finalizada la exposición, el cuadro viajó por Oslo, Estocolmo y Copenhague, antes de volver a Francia. Y en 1939 Picasso se llevó el cuadro de gira por América para recaudar fondos destinados a los refugiados del bando republicano de la Guerra Civil española, y allí quedó el cuadro hasta 1958, en el MOMA de Nueva York.
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