Religión

Madre Riquelme, una beata contra las injusticias

Imagen de la madre Riquelme desplegada en la Catedral

Imagen de la madre Riquelme desplegada en la Catedral / Álex Cámara

"Quiso más que honor y ambición y el amor fue su uniforme de batalla. / Puso en los pequeños su misión / fueron estandartes de su casa. / ¿Vas a hacer trinchera en un sofá o entregarte y no guardarte nada? / La pasión cada mañana, la dulzura en la mirada, galardones y medallas de amor". Con esta estrofa final de No hay fronteras, el himno oficial de la Beatificación de la madre Riquelme creado por Javier López-Frías y Santiago Domingo, se puso al broche a la ceremonia por la que la granadina María Emilia Riquelme y Zayas ha pasado a figurar en la nómina de Beatos de la Iglesia Católica. Donde la canción dice "¿vas a hacer trinchera en un sofá?" bien podría decir móvil, pantalla o cualquier otro producto que, mal utilizado, acaba por fomentar el peor de los individualismos.

Un mensaje contemporáneo como los tantos otros que se pudieron extraer a lo largo de las dos horas de eucaristía oficial de la Beatificación de la madre Riquelme, uno de los actos religiosos más importantes de los últimos años en la ciudad que congregó a más de 4.000 personas en la Catedral.

La cifra de asistencia fue ligeramente inferior a la de las previsiones iniciales pero da idea de la dimensión del evento. Devotos, fieles, curiosos, familias, cofrades, autoridades como el presidente de la Junta, voluntarios juveniles, peregrinos procedentes de diferentes partes del mundo portando banderas de sus países y otros venidos de diversas ciudades españolas hasta llegar a cubrir todos los puntos cardinales de la geografía española.

También estuvieron presentes la postuladora de la causa, Silvia Correale, la superiora de la congregación, Leonor Gutiérrez, el comisario de la beatificación, Juan Antonio López-Frías, familiares de la madre Riquelme y el propio Nelson Yepes, el colombiano que hoy tiene 55 años y cuya curación de una pancreatitis grave hace 16 años es el milagro que se le atribuye a la primera beata granadina. Yepes, que acudió junto a su esposa, dio gracias en forma de ofrenda floral.

En definitiva, muchas personas –de todas las edades– que abarrotaron la Catedral porque no quisieron perderse una ceremonia que, aunque televisada, se vivió de un modo mucho más emotivo desde las frías sillas instaladas por todo el templo, la Capilla Real, el Sagrario y la Girola. Para ver de cerca detalles como el de un sacerdote que lleva móvil guardado en la sotana para inmortalizar una jornada tan especial.

No sólo uno, sino más de uno de los oficiantes que concelebraron al acto conducido por Giovanni Angelo Becciu, cardenal prefecto para las causas de los santos, junto al arzobispo de Granada, monseñor Francisco Javier Martínez, como anfitrión de la Archidiócesis encargada de dar las gracias al Papa por la beatificación de una 'paisana' como la madre Riquelme.

La monja granadina, fallecida en 1940, estuvo en 'cuerpo y alma' con sus reliquias transportadas por el interior de la Catedral (ya por la noche regresó en procesión al hogar de su Congregación de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada) y su imagen presidiendo la ceremonia con el cartel gigante que se desplegó sobre el altar justo en el momento en el que se reconoció su ‘salto’ a la clasificación de venerable sierva de Dios.

La fórmula de la beatificación fue el momento más emotivo de mañana, con toda la Catedral puesta en pie aplaudiendo tras el anuncio solemne por parte del cardenal Giovanni Angelo Becciu de que la madre Riquelme ya estaba inscrita en la nómina de Beatos de la Iglesia Católica.

En ese instante, en el que muchos fieles no pudieron reprimir las lágrimas, se desplegó en el altar una imagen gigante de la madre Riquelme (a la par que sonaron las campanas de todas las iglesias de la ciudad) mientras procesionaban las reliquias de la nueva beata hasta el mismo altar donde se ha mostrado su gigantografía. Tras ese momento, el decisivo, se dio paso a una serie de cantos litúrgicos y al agradecimiento del arzobispo granadino al Papa Francisco por haber proclamado beata a María Emilia Riquelme y Zayas.

Más tarde, el cardenal Becciu procedió a la homilía. Una intervención en la que destacó la condición de "cristiana ejemplar" de la madre Riquelme, una mujer que durante su vida se "separó de todo lo mundano". El prefecto para las causas de los santos habló de la beata granadina como una persona que expandió su "caridad con una clara proyección eclesial y misionera". El cardenal resaltó la "humildad" de una María Emilia Riquelme y Zayas (descendiente del Gran Capitán) que "no presumía de su ascendía aristocrática" y que siempre tuvo una opción preferencial por los más pobres de la tierra y contra las injusticias.

En este sentido, hizo hincapié durante su homilía en la actitud "determinada" de la madre Riquelme, que según el prefecto para la causa de los santos era una persona que defendía los derechos y "amaba la verdad y siempre luchó por ella" pese a las "dificultades y hostilidades". Becciu indicó que con su beatificación, la Iglesia propone a la imitación de los creyentes "el ejemplo de una mujer evangélica" que recuerda los valores esenciales del ser cristianos como el sentido de la justicia, la alegría y la confianza.

En el 'acto final' de la eucaristía le tocó el turno al arzobispo de Granada, que manifestó su agradecimiento antes de que el himno de la beatificación sacara a la gente a las calles en busca de tomarse algo por el centro. Monseñor Martínez manifestó que el magisterio y el ministerio "valiente" de la madre Riquelme sirve de guía en un momento de la historia en el que la Iglesia "necesita una conversión misionera".

El arzobispo definió a la beata como "una mujer con una cultura superior a la que razonablemente se podía esperar de una mujer de su tiempo" y reincidió en la "humildad" de una persona que tuvo "un amor preferencial por lo sencillo, lo cotidiano y lo pequeño". La madre Riquelme, la beata contra las injusticias.

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