Marcas blancas: menos publicidad y mucho más ahorro

Las asociaciones de consumidores estiman que la compra de productos de distribuidor permite llegar a economizar entre un 18 y un 42% sobre las fabricados por las primeras marcas

Las marcas blancas se han popularizado aún más debido a la crisis económica.
Belén Rico / Granada

21 de diciembre 2008 - 01:00

Las marcas blancas suponen un importante alivio para el bolsillo del consumidor. Un estudio realizado por profesores de la Universidad Complutense de Madrid estima que permiten ahorrar entre un 18 y un 42 por ciento sobre las llamadas primeras marcas. A la cabeza del ahorro, según los datos facilitados por la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía (Facua), se sitúa Eroski: sus productos valen de media un 42% menos que los de la marca líder de cada categoría. Le siguen Carrefour, con los que se economiza hasta 40,5 por ciento, Alcampo (40,2), Ahorramás (39,8), Dia (38) y Mercadona (37,4).

Antes de que arreciara la crisis económica, este tipo de productos ya se habían popularizado mucho entre la clientela de las grandes superficies. Las marcas blancas o de distribuidor son los artículos producidos por un fabricante que en muchos casos se dedica a la elaboración del mismo producto pero de 'firma'. Es decir, que se compra mas o menos lo mismo pero con otro nombre -normalmente el del supermercado que lo vende-.

Los nombres de algunos de los productos de marcas blancas son tan conocidos por los consumidores como Hacendado, Champion o Deliplus. Y entre las grandes cadenas que tienen estos artículos se encuentran Alcampo, Carrefour, Caprabo, El Corte Inglés, Eroski, Hipercor, Lidl, Mercadona.

Y entre las marcas que fabrican para otros se encuentran Dhul, Scottex, Ybarra, Pastas Gallo, Kraft, Cuétara, Gallina Blanca, El Pozo, Campofrío, Nestle, Puleva, Cervezas Alhambra, Bimbo, o incluso marcas de electredomésticos como Orión, Daewoo, Sanyo, Thompson.

Hay muchas páginas de internet donde se trata de revelar esos lazos entre los fabricantes con firma de autor y los productos vendidos por las grandes superficies, aunque a ninguno les interesa publicitar esta relación. A estas últimas porque lo que les interesa es fidelizar a los clientes a sus artículos independientemente de quien sea el fabricante. Y a los productores porque no se comprarían los productos de la casa si se pueden adquirir más baratos.

Javier Cejuela, presidente de Facua Granada, explica que "la calidad de los productos es igual tanto para este tipo de marcas como para otras mucho más conocidas cuyo gasto en publicidad es mayor".

Además de evitar el gasto publicitario, la fórmula para producir este ahorro, según Cejuela, reside en que "los envases son más económicos y los centros de producción y almacenaje se suele situar muy cerca de las grandes cadenas, lo que se traduce también en un importante abaratamiento en transporte". A esto hay que sumar que se encargan grandes cantidades, lo que permite reducir los costes de producción.

La calidad es la misma tanto en las marcas blancas como en las conocidas. "Todos pasan los mismos controles y son igual de seguras por lo que no hay que tener miedo a consumir las más baratas. El consumidor debe probarlas y si no le gusta el producto elegir otra marcas, siempre comparando calidad y el precio", aconseja Cejuela.

La recomendación viene avalada por cifras rotundas: una compra de artículos de marcas líderes para la que se destinen 100 euros puede reducirse a 70 si adquieren marcas blancas. Por tanto, no es de extrañar que estos productos supongan ya el 40 por ciento de los que se venden en España en tres sectores: alimentación, higiene y limpieza.

Pero no es oro todo lo que reluce. Las marcas blancas también tienen sus pegas. "Para las empresas muy publicitadas que elaboran marcas blancas el ahorro suele venir porque llegan a acuerdos con las cadenas para distribuir otros productos en exclusiva", señala Cejuela, quien añade que "muchos productores tienen distintas calidades, según a quién vendan".

El distribuidor no puede permitirse vender artículos de baja calidad pero la presión para abaratar precios en algunos casos acarrea reducir costes en materias primas. Por ejemplo, Cejuela señala que hay "detergentes con menos perfume y agentes suavizantes o salchichas con más fécula y menos carne".

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