pasado con presente incluido

Mari Carmen Maroto, la vida desde el microscopio

  • La científica madrileña es conocida mundialmente por sus investigaciones en microbiología y parasitología

  • Fue la primera mujer que entró en la Real Academia Nacional de Medicina desde su origen en 1732

  • En el año 2000 recibió el nombramiento de Mujer de Europa

Esta notable científica cultiva la amabilidad y el buen rollo nada más entrar en su esfera de referencia. Su sonrisa recurrente la exhibe cuando habla, cuando escucha e incluso después de haber soltado algo muy serio. Es de las que está convencida de que la sonrisa es la distancia más corta entre dos personas y que sin ella jamás se puede lograr algo importante en la vida. Esta mujer se llama María del Carmen Maroto y una parte considerable de su tiempo la ha empleado en transmitir a los demás su valía, sobre todo a aquellos gurús de la Medicina que estaban convencidos de que en la ciencia una mujer no podía alcanzar los mismos escalones que los hombres. El mismo tiempo que empleó en demostrar que la inteligencia no es cosas de hormonas, sino de neuronas. A Mari Carmen Maroto no hay virus que se le resista. Es conocida mundialmente por sus investigaciones en microbiología y parasitología. Ha sido la primera mujer que ha ocupado una presidencia en una Real Academia de Medicina (la de Andalucía Oriental) y la primera mujer miembro de número de la Real Academia Nacional de Medicina desde su origen en 1732. En el año 2000 fue nombrada 'Mujer de Europa', reconocimiento que cada año entrega la Unión de Mujeres por Europa bajo el patrocinio del Parlamento Europeo. En 1999 fue nombrada por la editorial Edimsa Médico del Año. Igualmente forma parte del jurado que concede los premios Severo Ochoa y Grande Covián de la Fundación Príncipe de Asturias. Para ella, las claves para conseguir la igualdad son formación e independencia económica y personal. "Para que una mujer triunfe tiene que tener independencia económica y una habitación propia", dice. Algo de lo que ella ha disfrutado.

En el año 1973 ella recala en Granada con su marido, que había obtenido aquí la cátedra

EL BUSTO DEL DUQUE

Ella vive en la Plaza de los Campos. Es un sitio con jardines, espesa arboleda y piscina privada. Cuando visito a alguien siempre tengo presente la frase de Beatrix Beck, "una visita siempre agrada, si no cuando llega, al menos cuando se va". Yo procuro agradar cuando llego y cuando me voy. De las cosas que destacan nada más entrar en su casa es un busto en alabastro del duque de San Pedro de Galatino, un pariente lejano de Gonzalo Piédrola Ángulo, marido de la entrevistada. La historia del busto es rocambolesca porque la hizo el escultor Navas Parejo para el industrial granadino y éste se lo regaló a una amiga o una amante, vaya usted a saber, que se fue a vivir a Burgos y que a su muerte donó a la Diputación de Burgos. Un día estando en un congreso Gonzalo Piédrola con un colega burgalés, éste le comentó que la Diputación burgalesa se iba a desprender de algunos objetos patrimoniales que no sabía qué hacer con ellos, entre ellos el busto del ingeniero granadino. Gonzalo dijo que él quería el busto de su pariente lejano. La Diputación se lo envió y ahora preside el salón de su casa. Una casa preciosa y acogedora en donde abundan los diplomas, los cuadros y los libros, sobre todo los libros, que lo hay hasta encima de la tabla de planchar. Es una vivienda espaciosa, clara, con muebles hermosos y bien cuidados. Uno de esos muebles es un sofá forrado de terciopelo verde en el que nos sentamos.

Mari Carmen Maroto Mari Carmen Maroto

Mari Carmen Maroto

Mari Carmen Maroto dispone de una agudeza instintiva y es pródiga en excedentes de vitalidad. Cuando habla mueve las manos, se toca la pulsera o se mesa el cabello en un claro ejemplo de que no se puede estar quieta. Los años han afectado a su belleza lo justo y necesario para comprender el paso del tiempo. Viste de blanco y con una elegancia natural que parece consustancial con su persona. Nada más sentarnos pide a su marido, que deambula por su despacho, que me sirva una cerveza con aceituna rellenas de anchoas. Después comienza a contarme su vida.

Mari Carmen Maroto nació en Madrid en 1938, en plena guerra civil, aunque ella, como es lógico, no se acuerda nada de aquel desastre. Sí que en plena posguerra fue enviada al colegio católico San Luis de Los Franceses, un centro en el que también aprendían francés y que se convertiría a la postre en un lugar de referencia en su vida.

A su padre le dio un disgusto el día que al salir del colegio quería seguir estudiando y hacer Medicina. Pero al final al ser una persona tolerante permitió que su hija se matriculada en la Universidad de Madrid. Es el año 1956 y en ese mismo año conoce a Gonzalo Piédrola Ángulo, un granadino que se había ido a estudiar Medina en Madrid. Desde entonces casi no se puede hablar de uno sin referirse al otro.

--Siempre he dicho que tres circunstancias han sido primordiales en mi vida: mi colegio, mi padre y mi marido. En cuanto al colegio era un centro muy avanzado donde las alumnas hasta íbamos al teatro y en donde nos hacían leer obras de Simone de Beauvoir o de Pirandello. Con respecto a mi padre fue un hombre tolerante que al final sentía un gran orgullo por mí. Y con respecto a Gonzalo, mi marido, ha sido un pilar importante en mi existencia. Desde el principio hicimos juntos un proyecto de vida en común y al final conseguimos los que queríamos. Fíjate que estuvimos de compañeros toda la carrera y hasta el último año no se me declaró. Me dijo, oye que se va a acabar esto y no te he dicho todavía que quiero ser tu novio, jajajaja. Yo era buena estudiante y sacaba buenas notas, pero Gonzalo las sacaba mejores.

Me cuenta Mari Carmen que al terminar la carrera se puso a trabajar en un laboratorio aunque no sabía bien hacia donde enfocar su trabajo.

Mari Carmen Maroto. Mari Carmen Maroto.

Mari Carmen Maroto.

-En un principio me gustaba la pediatría, pero me encariñaba mucho con los niños que estaban en la UVI y no podía resistir aquello. Luego también me gustaba neurología, pero había problemas para las plazas. Y al final me puse a trabajar en un laboratorio. Compaginé la vida familia con la investigación e hice después un estudio, el primero que se hacía en España, sobre la inmunidad de la mujer frente a la rubeola.

En el año 1973 ella recala en Granada con su marido, que había obtenido aquí la cátedra de Medicina Preventiva y Microbiología. Ella ingresó en el Laboratorio de Microbiología del Hospital Clínico San Cecilio.

Forma parte del jurado que concede los premios Severo Ochoa y Grande Covián

-Había algunos que con sonrisa malévola me preguntaban por mi puesto como si lo hubiera obtenido gracias a mi marido, como si yo no hubiera tenido méritos. Siempre he tenido que luchar con esos recelos, como cuando quise hacer las oposiciones a Sanidad Nacional y muchos me preguntaban para qué quería yo sacar esas oposiciones. Pero yo ya iba con mi idea porque lo que aspiraba a ser catedrática. Aquellas oposiciones fueron durísimas. Me hinché de estudiar y las saqué con el número uno. Así callé muchas bocas.

CÁTEDRA EN ALCALÁ DE HENARES

Dentro del convenio sin cláusulas excluyentes que había firmado el matrimonio, ahora le tocaba a él ayudar a su mujer a obtener la cátedra de microbiología. Si se ocupaba su esposo de muchas tareas familiares, ella tendría tiempo de prepararse las oposiciones. Y las sacó, pero tuvo que irse un año a Alcalá de Henares.

-Mi marido y mis tres hijos aquí y yo en Alcalá. Pero es lo que había y lo que habíamos decidido. Después de Alcalá de Henares fui trasplantada como los geranios definitivamente en Granada. Aquí comencé a dar clases en la Facultad de Medicina y a dedicarme a la investigación. Hicimos estudios sobre la respuesta inmunológica frente a diferentes virus, de forma diferente en virus hepáticos y del sida. Soy de la opinión que un buen docente tiene que ser también un buen médico o un buen investigador.

Y poco a poco le fueron reconocidos sus méritos. Premios, medallas, estancias en el extranjero y el orgullo de haber sido la primera mujer que presidió un Academia en sus 267 años de historia. Ha sido directora de la Escuela Universitaria de Enfermería de Melilla y vicedecana de la Facultad de Medicina. Ha dirigido 36 tesis doctorales y ocho tesinas de licenciatura. También ha dirigido becas y numerosos proyectos de investigación.

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-Recuerdo que una de las preguntas que de forma frecuente me hacían las alumnas de la Facultad de Medicina, es qué había que hacer para poder conseguir los escalones que había subido dentro del campo médico. Y les contestaba lo mismo que había dicho Virginia Wolff cuando le preguntaron qué necesitaba una mujer para escribir novelas. Reamente es la misma respuesta para todo: Independencia económica y personal, con una habitación que sea tuya y solo tuya. Bueno, y también tener la suerte de encontrar una pareja con afinidad de ideas.

Mari Carmen Maroto dice que ser mujer nunca le ha perjudicado a la hora de conseguir algo. Y que, por ejemplo, sus compañeros académicos la tratan con mucha delicadeza. Y que eso no es paternalismo.

-Actualmente, el número de mujeres que desempeñan cargos se ha incrementado de forma clara. Las mujeres llenan nuestras universidades y facultades, son investigadoras principales de los más importantes proyectos de investigación del país, viajan al extranjero con becas con la finalidad de ampliar sus conocimientos, e incluso, aunque de forma más lenta, están ocupando sillones en las Academias. Bien es verdad, que son minoría en cátedras, jefaturas de servicios de hospitales e incluso de otros cargos públicos, pero todo se andará. Creo que es cuestión de tiempo.

Entre tanta medalla y reconocimiento también tiene una anécdota que contar.

-Después de ser reconocida como Médico del Año, llegaron a su casa dos periodistas a hacerme una entrevista. Me sacaron fotos y estuvieron hablando conmigo. Me dijeron que eran de la agencia EFE y yo creí que la entrevista iba a salir publicada en algún periódico. Pero unos pocos días después me llamó alguien de la familia y me dijo que me había visto en el Hola. ¡No me lo podía creer! Luego vi la revista y, efectivamente, allí estaba yo. O sea, que puedo también presumir de haber salido en el Hola. Jajajajaja.

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Mari Carmen Maroto tiene tres hijos (todos varones) y cuatro nietos, uno de ellos en edad de estudiar Medicina. Es la suya una sabiduría humanísima exenta de estereotipos. Mari Carmen Maroto, investigadora, miembro de la Academia Nacional de Medicina a la que acude al menos una vez en la semana, es sabia no solo por ser una científica de primer orden, por haber sentado las bases de una biología molecular, por sus investigaciones sobre la hepatitis, sino que, sobre todo, es sabia por esa serenidad activa que parece haber ha alcanzado. Una mujer que da la sensación de estar al margen de imágenes definitivas y amparadoras, de ser más persona que personaje.

-Solo te puede decir que para llega a donde he llegado he tenido que trabajar mucho y duro. El hospital, la Facultar y mi familia han ocupado todo mi tiempo. No tengo amigas, en el sentido superficial de la palabra, porque no he tenido tiempo de cultivar la amistad.

-Bueno, si te sirve de algo, aquí tienes un amigo.

-Gracias. Jajajaja.

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