Hace 25 años se leyó en la Universidad de Granada la tesis doctoral del catedrático granadino Emilio Atienza Rivero gracias a la cual, a sus numerosos libros y a sus artículos de divulgación en prensa y revistas especializadas se ha recuperado la memoria de este otro granadino ilustre, al que en 2017, a los 50 años de su fallecimiento en Ginebra, nuestra Universidad dedicó un ciclo de conferencias en los salones de la Madraza y una insuficiente exposición en el palacio de los Condes de Gabia conmemorando el Año Herrera. Antes, en 1985 se le hizo al general el primer homenaje patrocinado por la Diputación y la UGR, aunque era sin duda más conocido fuera de España que en su propia tierra. Fueron impulsoras de su memoria las gestiones de los profesores Vida Soria y González Lodeiro como rectores, del alcalde Jesús Quero y del profesor Roque Hidalgo Álvarez como mentor hoy.

Se presenta ahora, el día 14, la tercera reedición de sus Memorias y se le erige un monumento costeado por suscripción pública y privada, aunque su proyecto no haya salido a concurso público como debiera ser. Conocemos la acertada maqueta que presentó el escultor Arcadio Roda y esperamos la definitiva obra de los profesores Montiano y Martínez Villa con la participación de los alumnos de la Escuela de Bellas Artes a los que ignoro cómo se les otorgó el proyecto del monumento. Igualmente las Memorias de Herrera suponemos debieran contar con la colaboración de su verdadero biógrafo, el profesor Atienza Rivero, incansable investigador y autor de una exhaustiva tesis premiada por el Ejército del Aire.

Hoy se cumple 51 años del fallecimiento de este granadino referente de la tecnología española

Granada hoy sabe ya algo más del general Herrera, este granadino ingeniero militar "referente de la tecnología española", en palabras de su biógrafo Atienza, nacido en 1879 en la calle San Isidro y muerto en el exilio el 13 de septiembre de 1967. Un exilio provocado por la Guerra Civil en cuya contienda murió su hijo menor y por la que tuvo que salir de España tras la derrota de la República. Hoy sus restos reposan en el cementerio granadino, el Ayuntamiento de la ciudad lo tiene nombrado Hijo Predilecto y le dedica una modesta plaza en el barrio Fígares con un cutre y descuidado monolito. La propia Universidad crea en 1998 el Premio Emilio Herrera a la innovación tecnológica aunque yo no sé si tiene vida o duerme para siempre. Y por su parte la Facultad de Ciencias mantiene a su memoria el Aula Emilio Herrera desde 2013.

Es imposible en pocas líneas recuperar la biografía del que fuera Presidente de la República en el exilio y primer director de la E.T.S.I.A. (Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos). Su ingente aportación a la astronáutica empieza a ser recogida desde su sorprendente artículo titulado La conquista del Espacio (1927). Adelantó con sus estudios y la construcción de su Laboratorio Aerodinámico (hoy INTA) los viajes espaciales, y diseñó el traje astronáutico que inspiró luego a los científicos de la NASA, siendo sin duda "la gran contribución de la ciencia española a la conquista del espacio" (Atienza). En 1928 el dirigible Graff Zeppelin abría la ruta trasatlántica Alemania-España-Nueva York, proyecto de Herrera frustrado por falta de apoyo estatal. Resulta curioso que su obra titulada Aerotécnia fuera durante años el manual de estudio de los alumnos de la Escuela de Ingenieros de España, estando el autor exiliado por su fidelidad a la República.

Las injusticias cometidas con Herrera en Granada por nuestra "falta de memoria" ya parecen estar subsanadas; pero no vayamos a cometer nuevas injusticias olvidando ahora al verdadero biógrafo de don Emilio que nos lo dio a conocer con su documentadísima tesis doctoral. Aunque reconozco que estamos en Granada y el aire de la Sierra provoca a veces lamentables amnesias.