Muere Eduardo Rodríguez Cano, el juez que absolvió a Cristo

Lo hizo en el pregón de una cofradía y lo liberaba de los delitos de blasfemia, rebelión y sedición

El magistrado Rodríguez Cano.
El magistrado Rodríguez Cano. / G. H.
Andrés Cárdenas

Granada, 04 de febrero 2017 - 02:37

Tenía algo de venerable profesor, de cocinero que conoce los condimentos que necesita el guiso de la vida, de compañero de juego con el que te entiendes con solo mirarle a los ojos. Tenía algo de hombre bueno machadiano, de persona que se sabe la lección en la que se explica la existencia, de juez que es capaz de mirar con amor a los que va a condenar. Tenía algo, en fin, de jurista humanista que trabaja para mejorar la sociedad. El jueves murió en Granada el magistrado Eduardo Rodríguez Cano. Había nacido en Tíjola hace 74 años pero había desarrollado casi toda su labor jurídica en nuestra capital.

Fue profesor asociado del Departamento de Derecho Penal y gran parte de su carrera la ejerció como magistrado de la Audiencia Provincial. Rodríguez Cano fue mundialmente conocido (y no es una exageración) porque en el pregón que dio para una cofradía, tuvo la original ocurrencia de dictar una sentencia absolviendo a Cristo. La noticia la escribí yo en el periódico en el que trabajaba y se difundió rápidamente, como si por entonces (hablamos de 1990) hubieran existido las redes sociales. En ese pregón el juez absolvía a Jesucristo de los delitos de blasfemia, rebelión y sedición por los que fue condenado y crucificado hace más de dos mil años. En la entrevista que le hice se declaró convencido de que si la causa contra Jesús de Nazaret se hubiera desarrollado con todas las garantías jurídicas, no habría habido más remedio que dejarlo libre, pues no existía ningún cargo contra Él. Aseguraba que había escrito la sentencia "como si fuese una oración, como un acto de amor en esta sociedad deshumanizada". Pero, ay, lo que fue un simple ejercicio literario fue malinterpretado por algunos opinadores de pesebre diario, que le achacaban haber perdido el tiempo en esa tontería en vez de dictar sentencias con las que aminorar el retraso que tienen los tribunales. Él vivió todo aquel ataque mediático con tremenda humildad, decía que la fe que tenía le había movido a absolver a Cristo.

La polémica también le alcanzó cuando meses después dictó una sentencia en la que absolvía a dos hombres de haber violado a una joven que padecía oligofrenia. Las feministas se indignaron cuando en la sentencia se decía que las lesiones en los genitales de la joven víctima habían sido causadas como consecuencia de una "explosión amorosa".

Eduardo Rodríguez Cano aspiró a ser presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y se presentó a unas elecciones que no ganó. En 2012 recibió la Cruz de San Raimundo de Peñafort. Los que lo trataron saben que fue, ante todo, un hombre muy religioso y humilde. Me cuentan sus hijos que tras jubilarse dedicó su vida a su otra pasión: escribir poesía. Pero, sobre todo, a estar con sus tres nietos. Descansa en paz, Eduardo. Estoy seguro que Dios te tratará muy bien por haber absuelto a su Hijo.

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