Muñecas: el sueño de las niñas y el pan del obrero

Para mujeres trabajadoras aquellas muñecas que fueron sueño de miles de niñas y pan de miles de obreros. Tanto la norteamericana Barbie como la "granadina" Mariquita Pérez.

Fue muy lista la norteamericana Ruth Handler cuando ideó una muñeca con la misma cara de su hija Bárbara pero con cuerpo de adulta.

Se fijó en la muñeca alemana Lilli y en honor a su hija la bautizó con el cariñoso diminutivo de Barbie, una mujercita flaca con medidas de modelo y más cursi que un repollo, pero capaz de generar una poderosa industria que ha puesto millonario a más de uno.

Dicen que si pusieran juntas todas las Barbies que se han vendido le darían la vuelta al mundo siete veces. Es una preciosa muñeca de pelo rubio con mil vestidos pero que a pesar de sus 50 años se conserva igual. Lo que no sé es las consecuencias que haya podido tener esta demasiado estilizada muñequita en los hábitos alimenticios de algunas adolescentes que en su afán de parecerse a ella ganan línea a costa de salud.

La Barbie nació el 9 de marzo de 1959, unas horas después de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Más antigua y algo más rellenita era nuestra Mariquita Pérez, aquélla que se anunciaba como "la muñeca que se viste de verdad".

Nació en 1938, pero en parecidas circunstancias, porque también fue una creación materna debida a la intuición de doña Leonor Coello que tuvo como referencia a su hija Leonor.

Le encantaba a la madre vestir a la muñeca igual que a su hija y esto le hacía mucha gracia a las niñas y a sus madres. Al final encargó a una fábrica de Onil (Alicante) una criatura con los mismos rasgos de su hija, rubita, cara redondita y con los ojos azules.

Estaba destinada a ser la muñeca de las niñas bien de los años 40 y 50 porque cada ejemplar hecho de cartón piedra valía veinte duros, mientras la muñeca Pepona que era la más popular sólo costaba 15 pesetas. Se anunciaba en la radio con una sintonía musical compuesta nada menos que por el maestro Jacinto Guerrero, el de la zarzuela de La rosa del azafrán.

manuel de góngora

Lo curioso del caso para nosotros es que el marido de Doña Leonor y por lo tanto el 'padre' de la Mariquita era el escritor y periodista granadino Manuel de Góngora y Ayustante, catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras, redactor del Blanco y Negro, corresponsal de ABC en Argentina y amigo personal de García Lorca.

Manuel de Góngora había nacido en la Placeta de San Gil; estudió en el Instituto General y Técnico (Padre Suárez), se doctoró en 1917 y quedó encargado de la cátedra de Historia de España en 1912.

Luego marchó a Madrid y contrajo matrimonio con la rica señora Leonor Coello de Portugal. Padres de la niña Leonor que sirvió de inspiración para la que luego sería la poderosa industria de la Mariquita Pérez.

Cuando el matrimonio se instaló en Argentina, doña Leonor tuvo la habilidad de exportar su muñeca a Sudamérica triplicando las ventas. Había Mariquitas Pérez hasta en la sopa.

En torno a estas encantadoras muñecas se fueron creando unas industrias tan absolutamente millonarias que, a costa de la felicidad de las niñas, se han puesto ricos hasta los biznietos de Barbies y Mariquitas.

Acabamos de leer el espectacular desfile de modelos tipo Barbie que ha tenido lugar en una populosa pasarela neoyorquina. Igualmente sabemos los enormes beneficios que sigue dando la industria alicantina que adquirió los derechos de la nueva Mariquita Pérez en 1998.

¡Qué poco contamos los padres en la vida de las hijas famosas! Todo el mundo ha oído hablar de la Barbie y de la Mariquita, pero casi nadie se acuerda de doña Ruth, ni de doña Leonor y mucho menos del granadino Manuel de Góngora a pesar de tener dedicada una calle junto a los Escolapios.

Siendo que el "padre" de la Mariquita era de Granada debería el Ayuntamiento pedir a los fabricantes de la muñeca derechos de 'autor'.