En días de fiesta el sonido de los petardos es casi una obligación social, pero en Navidad no hay día señalado en el que el ‘olor’ a hielo no comparta la calle con el de la pólvora. Entre petardos y tracas existe un sin fin de opciones para quienes disfruten tanto de encender la mecha como de ver todos los efectos visuales que ofrecen algunas de las propuestas de las pirotecnias.
El alicantino Manuel Pascual Ruiz es el dueño de la tienda La Traca de Granada, que apenas lleva un mes abierta y está especializada en pirotecnia. La Traca reparte sus cuarenta establecimientos por toda España, y diez de ellos se encuentran en Andalucía.

Estos son de los petardos más baratos, a 1,50 euros.
Las ventas de Navidad son las que prácticamente mantienen el negocio, que durante el resto del año se mantiene estable, pero no vive las cotas de venta que se producen en estas fiestas. En Granada hay en torno a cinco establecimientos más que venden pirotecnia, cuenta Manuel, aunque recalca que La Traca es la única especializada. Ellos no venden nada que no tenga que ver con la pólvora.
Su catálogo encierra más de 250 referencias con precios que oscilan entre el 1,5 euros hasta los 700 euros. Es el precio del castillo de fuegos artificiales, que puede ser usado por personas no expertas. Sus productos están divididos en grupos y dentro de cada familia se divide en categorías de uso por franjas de edad.
La edad mínima permitida para usar estos productos es 12 años y sólo para el tipo F1, los que tienen un riesgo muy reducido y pueden usarse incluso en interiores, como bombitas, bengalas de palillo, surtidores o voladores. Nada de cohetes ni de petardos.
La edad mínima se eleva hasta los 16 años para otras categorías, como los populares petardos y las fuentes. Éstos además sólo pueden lanzarse al aire libre. Cohetes, truenos o tracas (el tipo F3) se reservan para los mayores de 18 y siempre siguiendo las instrucciones que indique cada fabricante.
En todos los productos, asegura Manuel Pascual, se puede ver el sello de garantía de la CE (Conformidad Europea) y todas cuentan con un manual de instrucciones. Operar estos productos con la máxima seguridad es indispensable ya que, asegura, los accidentes no son provocados por la pirotecnia sino por el mal uso que se haga de ella.
La clientela habitual en Navidad, explica, son particulares que eligen estos petardos y tracas para animar las fiestas. Ya sea con grandes castillos de artificio como con las pequeñas bombetas infantiles.
Manuel explica que intentan apostar por la piroctenia en interior y en ese nicho están captando nuevos clientes como “discotecas, pastelerías, hornos o restaurantes”. Estos productos son las típicas bengalas aunque con aires renovados.
La industria está virando hacia la sofisticación con hasta once tipos de esta nueva ola pirotécnica, enumera Manuel. Desde las bengalas que alcanza los cinco metros de altura y se mantiene en combustión durante casi un minuto, hasta la que está fabricada expresamente para ser colocada en tartas. Es decir, la ‘típica de alambre de estrellita’ ha evolucionado y cada vez se apuesta más por los efectos lumínicos y la espectacularidad.
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