Granada

Oro líquido servido muy frío

  • La cerveza en Granada es un icono social y un reclamo turístico

Tres son los 'parroquianos' que se reúnen a la una y media del mediodía en torno a una mesa estratégicamente situada en el quicio de la puerta, para que el humo de los cigarros fumados salga al exterior libre y sin ataduras. Casa Fernando es uno de esos bares de los de antes, con solera y encanto, y con unas paredes que han sido testigos del cambio de la dictadura a la democracia, del siglo XX al XXI, y de la transformación de la peseta y los duros a euros.

Y como en muchos de la provincia, la Alhambra es la estrella. Tanto el monumento árabe como la cerveza salida de la Avenida de Murcia. "Y la Cruzcampo que se la queden los sevillanos para ellos", dice entre risas uno de los clientes de los de toda la vida de este peculiar local.

"Hay rubias y rubias", decía Philip Marlowe en el libro El largo adiós. Pero cuando el calor aprieta y hace estragos, como está pasando durante este caluroso y seco verano en Granada, tomarse una de estas rubias en la ciudad nazarí solo supone pagar un precio simbólico en euros. Porque no se puede tasar lo que vale ese momento emocional de disfrute y satisfacción. Porque el oro líquido muy frío que entra por la garganta te puede llevar a lo mas alto de Sierra Nevada en plena temporada invernal.

En este local saben tirarla muy bien. Al nivel de los mejores prestidigitadores. Hay que tratar a la cerveza con un mimo especial para que te de todo su potencial, y más si se trata de una Alhambra Especial, la que se sirve en Casa Fernando. "La caña perfecta no existe, porque hay muchas maneras de tirar una cerveza en un vaso, y mucha gente diferente a la que le gusta una cerveza determinada, con más o menos espuma". Este es el inicio de una clase particular que no se imparte en las universidades. Fernando Olmos, el dueño del local, coge una copa y primero de todo la limpia situándola en un cañón de agua. Y es que, aunque la copa esté lista de antes, siempre hay que entregarla en las condiciones óptimas. Después, y muy detalladamente, Fernando cuenta cómo ha de tirarse una caña: "Lo normal es volcar el vaso aproximadamente unos 45 grados, abrir el grifo y con suavidad dejar que salga la cerveza sola, sin meterle prisa". Es entonces cuando, vaso en mano, lo sitúa casi en contacto con la cañería, y comienza a servirla. El néctar de humanos resbala por el vidrio hasta posarse en el fondo de la copa, burbujeante. La espuma comienza a formarse de forma inevitable, ya que la cerveza tiene esa característica. "Si acaso, para el que le guste la espuma con una textura más cremosa, se tira hacia atrás del grifo, cortando la salida de cerveza y dejando que el grifo espumee".

La clientela del bar siempre es cuantiosa, y andaluza. Y es que, a pesar de estar en la calle Navas, una de las más famosas de la ciudad para salir en busca de unas tapas, y por la que se suelen mover los turistas de fuera de las fronteras españolas, "mi clientela es única y exclusivamente nacional", presume Fernando. "Este es un bar muy antiguo, del año 61. Lo abrió mi padre y desde aquellos entonces en los que no había tanto turista extranjero tenemos clientes de aquí, de Granada siempre". Ese es el resumen de un bar que, a pesar de no recibir divisas extranjeras, gasta casi 50 litros de cerveza al día. "A algunos de la 'parroquia' los he visto ya 'maullar' y morir", bromea Fernando. Y es que más de 60 años con sus puertas abiertas al público, las anécdotas y las amistades se cuentan por miles. Pero eso sí, desde siempre con el lema de 'aquí no se fía' por bandera.

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