PADUL: el agua echa raíces
En el humedal, que renació en 2010, se pueden observar unas 200 especies de aves, tanto migratorias como autóctonas Posee el carrizal más extenso de toda Andalucía
El agua ha sido siempre indicativo de abundancia. Ya lo hicieron constatar los pintores paisajistas que anduvieron de lago a río y de mar a charca en busca del espejo que mejor realzara una espectacular estampa. Si impresionistas como Monet o Renoir pasearan hoy entre los juncos y matorrales de los humedales de Padul, supondría para ellos un problema elegir el rincón que más belleza proyectara. Sus senderos parecen conducir a una inmensidad que invita a olvidar que la gran urbe está a poca distancia. El cantar de los pájaros y el olor a humedad y eucalipto rodean, al pie de las montañas, un apasionante ecosistema lagunar dentro del Parque Natural de Sierra Nevada.
Se trata de uno de los humedales más importantes del suroeste español y el más grande de la provincia de Granada, sobre todo por la diversidad faunística y vegetal que posee. Sus extensos carrizales, los más grandes de Andalucía, sirven de refugio a las más de 200 aves que hasta allí llegan para descansar de su tedioso viaje. Muchas de ellas pasan una larga temporada entre los inmensos árboles que se han adaptado a vivir en continua humedad. Otras prefieren una estancia de paso para reponer fuerzas para emprender de nuevo su camino. Los campos de cultivo circundantes y los insectos que allí afloran son un manjar para el animal alado que elige pasar por el 'embudo' de la Península Ibérica cuando se muda hacia hacía el norte o el sur del planeta.
En quince días todo se llenó de agua. Desde que en 2010 se prohibiera la explotación de la laguna, que hasta entonces era una inmensa turbera, la etimología de Padul volvió a adquirir todo su significado: zona encharcada. Por ella se dejan entrever todo tipo de reptiles e insectos, cuyo número se incrementó considerablemente cuando el agua comenzó a brotar de nuevo del suelo. Ésta se canaliza a través de las 'madres', pequeños riachuelos que bordean el embalse y que hoy son el hábitat natural de cangrejos, serpientes o ranas.
Allí aparecieron los restos de mamut más meridionales de Europa, sin embargo es un enclave natural aún desconocido para muchos granadinos. A través de un camino señalizado, cubierto de opulentos arcos a base de ramas, se pueden acceder a las más de 3.000 hectáreas de este majestuoso espacio. El frescor que desprende la arboleda contribuye a dotarle de mayor singularidad para convertirse en un destino privilegiado a sólo unos kilómetros de la ciudad.
El humedal de Padul está catalogado como zona de máxima protección, pues forma parte del Convenio Ramsar para la protección de hábitats especialmente adecuados para aves y zonas húmedas y están incluidos en la Lista de Humedales de Importancia Internacional.
Agosto es una fecha propicia para buscar una alternativa a la Costa y disfrutar del cálido ambiente de la naturaleza. En el estío comienza la época postnupcial avícola, una de las dos migraciones que realizan al año. En su camino hacia el sur, las aves se posan en las ramas y juncos de este bosque granadino.
Desde sus miradores, especialmente construidos para captar las mejores panorámicas del lugar, puede divisarse un paisaje rodeado de historia, flora y fauna escondido entre cañas y mimbreras. Es el lugar en el que más aves se concentran de Granada: ruiseñores, cernícalos, abejarucos europeos, aguiluchos o águilas perdiceras, entre otras muchísimas especies, revolotean, sobre todo cuando el sol se esconde y a primera hora de la mañana.
El recorrido por el humedal puede realizarse a través de diversos itinerarios programados por la Estación Ornitológica del Padul. La Ruta del Mamut, de 2,9 kilómetros (ida y vuelta), parte del Aula de la Naturaleza, pero también se puede emprender el viaje a través de la Ruta Los Quinientos que pasa junto a la vía íbero romana que en aquella época conectaba la ciudad con la Costa y cuenta con una longitud de 7 kilómetros. La Ruta Ojo Oscuro, es una de las más extensas (8,5 kilómetros). Recorre el camino de los molinos y se adentra en el agua. La más larga, la de Agia, de 9,2 kilómetros, transcurre por toda la periferia del humedal para dar a conocer con mayor detenimiento este microhábitat único, bajo el influjo de Sierra Nevada.
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