pasado con presente incluido

Pepe Cantero, un cómico que viaja a ninguna parte

  • Con 50 años de oficio, ha trabajado con pequeños papeles en varias películas y en un centenar de series televisivas

  • Durante 15 años fue gerente y actor de Teatro para un Instante

  • Ya jubilado, pasa gran parte de su tiempo oyendo la radio, leyendo periódicos y echando siestas de pijama y orinal

Pepe Cantero

Pepe Cantero

Gasta una socarronería muy próxima a un granadino con el ADN en perfecto estado de revisión. No es una socarronería al uso, sino la deliberada conducta guasona de un actor que las ha pasado canutas para sobrevivir en este mundo de miserias y migajas culturales. Le gusta que le llamen cómico, como aquellos actores de Viaje a ninguna parte que en la posguerra iban haciendo teatro por pueblos y aldeas de mala muerte y que experimentaban todo tipo de carencias, necesidades, sueños y frustraciones. Este actor con el que charlamos hoy lleva cincuenta años de oficio a las espaldas. Es tan polifacético que, además de actor, ha trabajado de locutor de radio, presentador, recitador y tenor cómico. Tiene la voz portentosa y una mirada que se le enciende cuando habla de lo incorrecto de la vida y se le apaga cuando sabe que la resignación es a lo único que podemos aspirar aquellos que tenemos todo el pescado vendido. Pepe Cantero, pues ese es su nombre, mira para adentro para repasar lo vivido y la experiencia -incluso la transferida psicológicamente al olvido- se convierte en el hilo conductor de ese arte que ha practicado a lo largo y ancho de su existencia. En su caso, el actor parece muchas veces desplazar a la persona y en medio de la conversación es capaz de declamar una escena de La venganza de Don Mendo o atreverse con una canción de una zarzuela, en una prolongación bastante evidente de los escenarios en la vida cotidiana. Hablando con él, a veces da la impresión de que va vestido como uno de los muchos personajes que ha interpretado y eso hace más agradable el encuentro. Se nota que hace esfuerzos para ser el que particularmente es, pero la poderosa sombra de lo que ha sido puede más a veces que el solícito talante de su persona. A mí, por ejemplo, me cuesta algo de trabajo independizarlo de su magnífica interpretación del cura en la serie televisiva de La casa de los líos o del policía municipal en Manos a la obra, tal vez enaltecido por mi devoción por una persona a la que considero entrañable y cercana. Pepe ha sido un jornalero del rodaje y en el cine y la televisión ha hecho de todo menos de ese galán que tiene que conquistar a la protagonista. Dice que es más granadino que la calle La Colcha y que a pesar de saber que esta es una ciudad difícil más por el paisanaje que por el paisaje, "no podría vivir en otro sitio".

UN CAFÉ MAÑANERO

Para la cita es necesario un café porque la charla sucede muy de mañana. Lo tomamos en Epulum, una cafetería que hace la estancia agradable y el ambiente es el propicio para una conversación de amigos. Pepe viene ataviado con una sencilla camiseta negra en la que se lee Año Mariano (una de las películas en la que ha participado) y un sombrero blanco de baratillo. Si los actores de antaño se contrataban porque tenían 'mucho baúl' -los ropajes necesarios para salir a escena-, el de Pepe debe andar escaso de fondos y copioso de telarañas. "Es que yo soy un actor de 'mucho baúl', pero de emociones", se ríe Pepe.

Lo primero que me cuenta es que ya se ha jubilado y que le ha quedado una pensión cicatera que no le permite las alegrías que él quisiera y con la que se las ve y se las desea para llegar a fin de mes. Pero dice que menos da una piedra y que si todo consiste en apañarse, él se apaña. Pepe es de cuerpo recortado y de sombra corta, lo que ha condicionado su vida porque si hubiera sido más alto quizás hubiera acabado de guardia civil como querían su abuelo y su padre. "No daba la talla y tuvieron que pensar en algo diferente". Pepe Cantero en realidad se llama José Díaz Cantero, "pero en aquellos tiempos si querías ser actor lo primero que tenías que pensar es en un nombre artístico. Y Pepe Cantero sonaba bien". Me cuenta que nació en mayo de 1951 y que cuando tenía 16 años ya padecía la fiebre por las tablas y los micrófonos. Balbuceó sus primeras palabras teatrales en las obras que se improvisaban en los colegios San Isidoro y Padre Suárez.

-Mi primer trabajo un poco serio lo tuve en una radio, en La Voz de Granada. Pidieron mi colaboración porque yo tenía una voz potente y hablaba sin los típicos dejes andaluces. Luego me fui a Madrid. Mi padre quiso que estudiara unas oposiciones para inspector de Policía, pero a mí lo que realmente me interesaba era el arte dramático. Me matriculé en Aula 6 y también en la Escuela de Periodismo. En la academia de arte escénico conocí a mucha gente que luego se haría famosa. Y al poco tiempo yo empecé a trabajar con pequeños papeles en cine y televisión.

Pepe cuenta que después alternó su vida entre Madrid y Granada, a donde volvía normalmente porque aquí vivía su mujer y su hija. Dice que a esta ciudad se le echa mucho de menos cuando se está lejos de ella y que él añoraba de alguna forma a ese camarero malafollá que todas las mañanas al verlo le decía: '¿Qué pollas quieres hoy, Pepe?'

Estando en Granada Juan Antonio Bardem le ofreció su primer papel importante en 'Lorca, la muerte de un poeta'. Él hacía el papel de casero de la Huerta de San Vicente.

-Bardem ni siquiera me hizo una prueba, confío en mí, cosa que le agradecí mucho. Luego me dio otro pequeño papel para otra de sus películas, 'El joven Picasso'. Ahí hice de tabernero algo malafollá, cosa que se me da muy bien, ja ja ja.

El director granadino Juan José Porto también lo llamó para hacer un papel en El último guateque 2 y Bigas Lunas para que hiciera en Volaverunt de un médico que envenenaba a la duquesa de Alba. También participó con Fernando Fernán Gómez en Los ladrones van a la oficina, con Manuel Aleixandre y Antonio Resines.

Otras películas en las que ha participado son: Camarón, Año Mariano, El robobo de la jojoya, Un franco 14 pesetas, Cha cha cha, Nadie conoce a nadie

Su trabajo en el cine lo alternaba con papeles en la televisión. Importante fue su participación en series televisivas como La casa de los líos, cuyos protagonistas principales eran Arturo Fernández y Florinda Chico. En esa serie hizo de Padre Utrilla, un personaje fijo que le dio cierta popularidad. De Arturo Fernández dice que es un monstruo de la improvisación y que a veces le permitía acabar una secuencia, cosa que no dejaba a nadie y que sorprendía al mismo equipo de rodaje.

En la pequeña pantalla también ha participado en más de un centenar de series: Los Serrano, Farmacia de Guardia, Manos a la obra, La regenta… Siempre de ese personaje secundario que enseguida se hace notar.

OFICIO DIFÍCIL

Como buen actor, Pepe gesticula mucho, mueve sus manos de arriba abajo y hay veces que te crees que está declamando alguna de sus intervenciones. No intenta parecer un derrotado de la vida, pero en cualquiera de sus peroratas sobre su profesión hay un apartado recriminatorio para esos políticos "que no tienen ni puta idea de nada y que creen que la cultura es algo decorativo que no se debe apoyar". Durante 15 años ha sido gerente y actor en la compañía 'Teatro para un Instante', cuyo director era Miguel Serrano y que llevó por pueblos y teatros el mundo escénico de García Lora y de su popular Barraca. También estuvo tres años en el Centro Andaluz de Teatro, un proyecto que considera muy interesante porque es el transmisor de la herencia cultural de nuestra comunidad autónoma; desde la creación, la difusión y la investigación teatral.

-Pero en este mundo tienes que estar siempre pendiente de las subvenciones y lidiar con los políticos es algo que requiere un esfuerzo sobre humano. Lo que un político aprueba el otro lo suspende cuando llega a la poltrona. Y así no se puede concebir un proyecto serio. Yo estoy convencido de que lo que hacíamos en Teatro para un Instante era importante porque estábamos llevando el teatro y la cultura a los pueblos, pero hay quien no lo ve así y lo primero que hace es cortar las ayudas y abandonar el proyecto. En fin, qué te voy a contar a ti.

Pepe parece un hombre feliz, a pesar de todo. Una criatura afortunada solo que en versión pobre. Otro cómico de aquel viaje a ninguna parte que vivió Fernando Fernán Gómez y que, de alguna forma, ha vivido él. Se ha casado dos veces y ahora vive solo. Se arrepiente de muchas cosas y a la vez no se arrepiente de nada.

-Este oficio mío es uno de los más difíciles que existen. Encontrar la estabilidad laboral en él es muy difícil y todo depende de si te llaman o no. Por eso hay tantos actores en paro o que las están pasando canutas. Pero bueno es lo que hemos elegido. La verdad es que hay actores que dicen que lo pasan muy mal porque no los llaman para alguna interpretación, actores que dicen que lo llevan en la sangre y se desesperan cuando no están trabajando. Pero yo no, he sabido siempre el terreno en el que piso y sé lo ingrato que a veces puede llegar a ser este oficio.

Se ha jubilado pero en su vida no se ha echado el telón. Dice que colabora en todos aquellos proyectos que le piden y que lo último más estable que ha hecho es participar como tenor cómico con Miguel Sánchez Ruzafa y la Asociación Federico García Lorca en un ciclo de zarzuelas en la que se ha representado obras como El chaleco blanco, Las zapatillas o Agua, azucarillos y aguardiente. Ahora vive como un jubilado más que pasa muchas horas leyendo la prensa y oyendo la radio. "Soy un fanático de la radio", dice. Un jubilado que se echa siestas de pijama y orinal, como Cela. "Es que duermo muy mal. Por culpa de la dichosa próstata me tengo que levantar varias veces por la noche a mear. Por eso una buena siesta para mí es algo a lo que me niego a renunciar".

Pepe es de los que cree que llegada a cierta edad no hay que temer a nadie y, llegado el caso, no tener pelos en la lengua para decir aquello que se piensa y que en otros tiempos te has callado porque peligraban las lentejas. Eso sí, si puede ser con algo de humor y socarronería, mucho mejor.

-Hay cosas en este país que no hacen ni puta gracias, pero si hay que reírse se ríe, porque la risa nos hace libres. Hay que procurar ponerle una sonrisa al día. Además, un actor no tiene por qué ser genial, debe ser eficaz, alguien que te entretenga, te divierta, te emocione… Y eso es lo que yo he intentado toda mi vida.

-Te creo Pepe. Pago yo los cafés.

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