LA comarca de Guadix y el Marquesado, formada por una inmensa altiplanicie, está situada al noreste de la provincia de Granada, una zona con un riquísimo legado arqueológico e histórico y un paisaje de contrastes entre las laderas que preludian Sierra Nevada y el árido paisaje lunar de los Montes Orientales; entre las tonalidades rojizas de la Hoya de Guadix y los verdes valles de los ríos que bañan la comarca. Cruce de caminos desde la más remota antigüedad, encontramos en su territorio dólmenes, restos íberos y la ciudad romana de Acci (Guadix) fundada por Julio César. En el siglo VIII llegaron los musulmanes y, aunque fueron expulsados ocho siglos más tarde, aún perdura la herencia islámica en las iglesias mudéjares, en las técnicas de cultivo y en los topónimos árabes. También en esta zona se han encontrado restos arqueológicos que testimonian la presencia de la vid y la elaboración del vino desde tiempos seculares: hasta en el Coliseo romano se han encontrado ánforas con el sello que poseían los productos granadinos de la época.

Aquí la climatología es ideal para el cultivo de la vid, ya que a alturas superiores a 900 metros, como he explicado en estas páginas muchas veces, se produce un gradiente térmico muy pronunciado entre el día y la noche que permite mitigar la fuerza de nuestro sol andaluz, madurando la uva lenta y uniformemente -tanto en azúcares como en polifenoles- alargando los ciclos vegetativos.

El terreno donde se asientan la Hoya de Guadix y los valles de los ríos Fardes y Gor se excava con facilidad. Esta característica geológica ha dado lugar a un peculiar tipo de hábitat: las casas-cueva. Al estar excavadas en la tierra se consigue un aislamiento térmico que hace que la temperatura se mantenga constante durante todo el año. Rústicas y acogedoras, con sus paredes encaladas, son el signo distintivo de la comarca. Y es, precisamente, en una de esas cuevas donde se enclava la bodega a la que nos acercamos hoy: Pago de Almaraes.

Su andadura comienza en el año 2001 y lo que en un principio se proyectó como una bodega a pequeña escala para disfrute de los socios (un grupo de amigos), se terminó convirtiendo en una realidad empresarial.

La entrada de la bodega sorprende por su estilo peculiar y su policromía. En las visitas que ofrecen podrán pasearse por sus viñedos, conocer el proceso de elaboración de sus vinos, pasando por la sala de barricas: 3.000 metros cuadrados de cuevas de arcilla, que aportan una climatización natural de 19-21ºC durante todo el año; la embotelladora, los depósitos de fermentación… Después, en su sala de catas podrán degustar el fruto del trabajo de estos bodegueros de primera mano (visitas de lunes a sábado, consultar horarios).

Pero Pago de Almaraes propone también a los enoturistas diferentes programas de varios días. Por ejemplo, una escapada de fin de semana combinando el vino, la mejor gastronomía y alojándose en un escenario inigualable como es el complejo de Cuevas la Granja, dieciocho casas-cueva restauradas sobre una antigua granja que data de finales del siglo XIX. Cada una de estas cuevas conserva el encanto original de esta antigua construcción: pavimentos, rincones, alacenas, decoración… y están dotadas de todas las instalaciones y servicios necesarios. Cerca, la ciudad de Guadix con su rico patrimonio, el Parque megalítico de Gorafe o el Castillo de Calahorra, para aunar la cultura del vino a otros tipos de arte.

Además, su situación en plena naturaleza permite disfrutar de un marco incomparable para el descanso y el relax.

Y si se trata de una escapada romántica en pareja, disfrute un fin de semana de la visita al viñedo y la bodega, dos noches de alojamiento (en la habitación encontrarán una botella de vino de cortesía y un buen fuego de chimenea), un masaje de 30 minutos y una cena romántica a la luz de las velas. ¡No hay quien se resista!

Si es usted una persona activa, que no entiende un fin de semana de descanso absoluto, también puede optar por el programa "Escapada hípica", que incluye dos noches de alojamiento para dos personas en las Cuevas La Granja (con el mismo detalle mencionado más arriba), dos clases de equitación y un almuerzo. Para disfrutar de la naturaleza y descubrir la belleza de la comarca a caballo.

Y para los más activos, un fin de semana combinando el descanso con la aventura. Esta escapada (mínimo cuatro personas) incluye alojamiento dos noches en Cuevas La Granja, una salida en piragua, una aventura de barranquismo y una degustación de tapas para reponer fuerzas en Restaurante del Complejo de Cuevas la Granja. Sin olvidar nuestro objetivo principal: conocer la bodega y sus vinos.

Las experiencias enoturísticas de Pago de Almaraes no terminan con el verano: pueden unirse a ellos un día de vendimia (obtendrá como obsequio su propia vendimia) para luego catar sus vinos; o más tarde, en las labores de poda, y disfrutar de una barbacoa con productos típicos de la zona hecha con brasas de los sarmientos que se han podado; y por supuesto, cursos de cata para conocedores y amateurs.

La bodega posee 43 hectáreas con las variedades tintas Tempranillo, Syrah, Merlot, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc; y Moscatel de Alejandría, Moscatel Morisco, Chardonnay, Sauvignon Blanc, y Vijiriega (considerada hoy por hoy como única uva autóctona de Granada) para la elaboración de blancos.

Sus vinos están bajo el paraguas de dos indicaciones geográficas protegidas: Vino de la Tierra del Altiplano de Sierra Nevada y Vino de la Tierra del Valle del Fardes.

La última incorporación a la gama de vinos de la bodega -tras el éxito de sus dos vinos de aguja (blanco y rosado) Mil Años Un Reino, que salieron al mercado en la cosecha de 2013, es un vino de Vijiriega a la que Eduardo Blanco, el enólogo de la bodega, ha conseguido extraer aromas de inusual intensidad en esta uva. Acaba de salir al mercado y promete, como Mencal, convertirse en una referencia de los blancos granadinos.