Los Pajaritos: dos golpes de suerte en menos de una hora
El sorteo deja anéctodas como la de la calle Cisne
La Administración número 34 vendió tres décimos agraciados con dos quintos premios
En sus 35 años como receptora de lotería, Carmen Gavilán Torres nunca había vivido lo que se siente al vender uno de los décimos premiados en el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad.
Como todo lotero cada 22 de diciembre, Carmen abrió de forma puntual la Administración número 34, situada en la calle Cisne del afamado barrio granadino de Los Pajaritos, donde junto a sus hijos se sentó a ver girar ese bombo, que año tras año alberga la ilusión de miles de personas, y que en esta ocasión iba a tener preparada una grata sorpresa para ella.
Aún no se habían cumplido las diez y cinco de la mañana cuando Lorena Stefan y Nicol Valenzuela -las mismas niñas que el año pasado dieron el Gordo- empezaron a cantar la tercera tabla de este sorteo, que apenas diez minutos más tarde daba el que sería el segundo gran premio de la jornada, y el primero que se desplazaría hasta Granada: un quinto premio que respondía al número 22259, vendido en esta mítica administración de Pajaritos.
Ante la noticia, periodistas y medios de comunicación no tardaron en desplazarse hasta la calle Cisne, donde una emocionada Carmen los fue recibiendo con nervios y emoción.
"La mañana no ha podido empezar mejor, mamá", le decía su hija mientras un goteo de curiosos se asomaban a la administración.
Eran ya en torno a las once menos veinte cuando la lotera -que ya sabía que los dos décimos premiados los había vendido por terminal, por lo que no conocía sus destinatarios- y se disponía a abrir el champán, recibía con incredulidad la segunda noticia del día: uno de los periodistas presentes le comunicaba que el segundo quinto premio de la mañana -el correspondiente al número 19152- también lo había vendido ella.
Acto seguido, la lotera confirmaba la noticia con una llamada telefónica a Loterías y Apuestas del Estado que le afirmaba que uno de los décimos premiados con ese segundo quinto premio había sido expedido desde su administración, del mismo modus operandi que los anteriores agraciados: a través de terminal.
La suerte volvió a sonreír a esta lotera, que tras enterarse apenas pudo atender las preguntas de los allí presentes. "Ahora mismo no sé ni qué decir, esto para mi es un sueño, es una emoción muy grande", comentó presa de los nervios.
Por primera vez, en 35 años como receptora y 17 como lotera, Carmen había vendido tres décimos agraciados con uno de los mayores premios de la Lotería de Navidad.
Algo más calmada, pudo explicar que en total había repartido 18.000 euros, tres décimos premiados -dos del número 22259 y uno del 19152-, todos ellos vendidos por terminal. Una forma de compra de lotería que se va extendiendo cada vez más entre los más jóvenes. "Yo creo que estos décimos los ha comprado gente joven porque los mayores son más reacios para comprar por terminal", explicó la lotera.
Sean más o menos jóvenes estas personas, lo importante es que gracias a Carmen tres afortunados tendrán un dinero extra para pasar la Navidad, una satisfacción que, de seguro, no igualará a la alegría de esta modesta lotera de la calle Cisne, que ha celebrado esta doble fortuna como si hubiese sido ella una de las agraciadas.
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