Pasarela de 'celebrities'
Numerosas caras conocidas del papel 'cuché' pasearon ayer por Íllora para acudir al enlace que une a la realeza británica y a una de las grandes fortunas del mundo, la familia Santo Domingo
Con sólo asomarse al balcón, los vecinos de Íllora podían ver escenas más propias de las lujosas fotografías de la revista Hola que de un sábado por la tarde en un municipio de apenas 10.000 habitantes. Aunque se esperaba un desfile de celebrities bastante más numeroso -las esperadas Eva Longoria o Shakira no aparecieron por el pueblo-, los curiosos que abarrotaron la estrecha y empinada Cuesta Hospital y toda ventana desde la que se vislumbrara la iglesia de la Encarnación, tuvieron una ración de 'famoseo' bastante abundante. Íllora fue ayer el punto de encuentro de la realeza británica, española y monegasca, aderezada por la aristocracia empresarial de Colombia, la familia Santo Domingo.
Con un clima más británico que español -la novia, Charlotte Wellesley, tuvo que agradecerlo dado el 'peso' de su vestido-, la llegada de los invitados al enlace entre el magnate colombiano afincado en Nueva York y lady Charlotte, que ya se dejó el viernes ver por el municipio con un look bastante más desenfadado que el de ayer, dejó momentos que los vecinos de Íllora guardarán en su memoria y, cómo no, en la tarjeta de sus móviles.
En cerca de una decena de minibuses, coches oficiales de alta gama y taxis con conductores pertrechados con corbata, los invitados desfilaron con más o menos atención al expectante público en función del número de paraguas abiertos y el viento del momento.
Haciendo patria, el más aplaudido fue el Rey Juan Carlos, que se bajó del coche en la puerta de la iglesia de la Encarnación con un traje azul oscuro y una corbata turquesa y que, bastón en mano y bajo la lluvia, se detuvo para saludar a los vecino.
También en coche llegó Camilla Parker Bowles, duquesa de Cornualles, que se sumó a una moda con mucho motivo patrio y flamenco al lucir un vestido de volantes desde la cintura.
La ubicación de la iglesia de la Encarnación, el templo del siglo XV de estilo renacentista que convirtió a Íllora en el escenario de la boda, provocó que muchos de los invitados pasaran desapercibidos para un público ávido de repartir olés y aplausos.
En el 'desembarco' de aristócratas y grandes fortunas se incluyen, por supuesto, los padres de la novia, el Duque de Wellington, Charles Wellesley, y la princesa Antonia de Prusia, así como la madre del novio, Beatriz Dávila de Santo Domingo, que llegó a la iglesia junto a su hijo.
La novia llegó pasadas las seis y con serios problemas para bajarse del vehículo y dominar el vuelo del vestido y el velo.
De blanco roto tirando más a un beige claro, con escote de barca y sobrecuello, de manga larga y con un velo y el pelo recogido, la novia entró a la iglesia agarrada a su ramo de flores también blancas y de estilo silvestre, ramitas de olivo de la zona incluidas.
Entre los más vitoreados estuvieron Andrea Casiraghi, hijo de Carolina de Mónaco, y su mujer Tatiana Santo Domingo, sobrina del novio, que hizo su desfile como el cantante James Blunt o la modelo Eva Herzigova -vestida con un ceñido vestido verde botella con bordado de hojas -y su marido Gregorio Marsiaj, aunque en el listado de invitados se ha echado de menos, o no dejaron ver a primera vista, a otros como Óscar de la Renta o las esperadísima Shakira.
Muchos de los invitados vivieron su paseíllo hasta el templo como una parte más de la fiesta y respondieron a los aplausos y piropos del público tomando fotografías con sus móviles, saludando e incluso grabando vídeos para presumir de calor español cuando cuenten los pormenores de la boda.
El enlace terminó sobre las siete y media de la tarde y permitió una segunda ronda de desfile de trajes largos más o menos acertados y complementos de alta alcurnia para que los invitados se trasladasen a la finca La Torre, propiedad del duque de Wellington y ubicada en Alomartes.
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