Procesiones en Granada ¡cuidado!
En 1597 el arzobispo de Granada suspendió la salida de algunas cofradías porque los costaleros solían ir borrachos. García Lorca dio el primer Pregón de Semana Santa en el difícil año de 1936.
LA procesión desarrolla un ciclo simbólico que va desde la salida o nacimiento, el itinerario o paso por la vida, hasta el regreso al templo, al lugar de origen, a la tierra, al estado de inmovilidad. En un principio, la parte móvil de las procesiones religiosas la constituían los propios fieles; ellos hacían el recorrido; eran las peregrinaciones; peregrinos y romeros hasta los santos lugares. Convendría recordar que la palabra 'paso' en su etimología griega significa pasión, dolor, sufrimiento. Se querían aprovechar las imágenes para "excitar al pueblo a adorar a Dios", (Concilio de Trento, 1563). Los artistas compiten en realismo y expresividad, añadiendo a las imágenes colores rojo-sangre y morado-cardenal para las heridas; empleando frecuentes postizos: ojos y lágrimas de cristal, espinas, pelucas y pestañas, cuchillos metálicos, etcétera. Se agregan luego adornos, complementos y abalorios que embellecen y conmueven pero que tal vez distraen.
En Granada, como en toda Andalucía, estas manifestaciones de fervor popular no entienden ni de ideologías ni de talantes; recordemos que el primer pregón de Semana Santa lo dio García Lorca en el muy complicado año 1936 y que el arzobispo Pedro de Castro, en 1597, suspendió la salida de algunas cofradías porque los costaleros solían ir borrachos; costumbre que ha durado hasta hace bien poco. Yo me acuerdo de verlos abandonar el paso y hacer sus paradas 'de penitencia' en las Bodegas Espinosa. Eran más frecuentes las 'plantás' (se salían del paso pidiendo aumento de paga), que las 'levantás'. La crisis de los costaleros a sueldo puso ruedas a los pasos, hasta que aparecieron los voluntarios.
En ocasiones, las procesiones tenían el carácter de rogativa: en Granada, en 1616, se sacaron los pasos de Semana Santa en el mes de mayo para rogar la caída de agua, dada la gran sequía. La Virgen de las Angustias recibió rogativas cuando los terremotos de 1884 y la epidemia de cólera un año después. Y son innumerables las romerías de petición al santo patrón de cada localidad.
PASOS, NO CIRCOS
El sentido del paso procesional actual sufre cambios continuos, al tener que añadirse 'atractivos' que resulten de mayor impacto para una sociedad que vive de imágenes. Hoy se busca la penumbrosa complicidad de la noche; lugares pintorescos, reclamos turísticos: rincones del Albaicín, rutas alhambreñas, paisajes sacromontanos y buenas bandas de música. Son adornos audiovisuales muy emocionantes que habrá que saber dosificar con precaución, no sea que los fieles se conviertan en espectadores de sensaciones secundarias, que sólo se fijen en los detalles puramente ornamentales, la riqueza de los tronos, las mantillas, las túnicas; o la puntualidad milimétrica de la 'levantá al cielo' y del 'baile' de la imagen, marcando pintorescos ritmos entre el chotis y el pasodoble.
No es bueno que los capataces abusen de gritos de jaleo importados de ciudades vecinas ni que alguna camarera compense con collares y peineta por arriba lo que le falta de falda por abajo; ni tampoco hay por qué provocar aplausos al intentar que el paso atraviese portadas estrechas o calles tortuosas, puesto que podríamos estar ganando en alardes circenses lo que sin duda se perdería en recogimiento y fervor. Son pasos de penitencia y dolor, no circos.
Para los cristianos debería ser una forma de acercar al pueblo el significado de la Semana Santa con escenas de la Pasión, aprovechando las gubias maestras de nada menos que Siloe, Rojas, Mena, Mora, Risueño o los más actuales Sánchez Mesa, López Azaustre, Zúñiga, Dubé, Espinosa... y la sensibilidad y entrega de los cofrades que lo sienten de verdad.
La iconografía granadina es riquísima, como ya nos lo hicieron ver los profesores Smolka, Bertos, Orozco, López-Guadalupe y Martínez Molina en sus estudios sobre nuestra cultura religiosa. Además, se trata de una ciudad de la categoría histórico-artística de Granada, que no debería prostituir su identidad incorporando modas absurdas y horteras que desvirtúan el verdadero mensaje; sin que esto signifique renunciar a la belleza plástica, que en esta ciudad acompaña con creces a nuestras procesiones. No obstante, habrá que respetar a cada religión y que se manifieste como quiera. Las Cofradías, como la Iglesia, tienen sus doctores.
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