Granada

Punto T, el sitio donde el sexo es natural y hasta elegante

  • Abre en Granada una tienda erótica muy alejada del modelo del sex-shop y que quiere vender, pero también asesorar

Lo primero que llama la atención al entrar en Punto T es lo que falta: no hay revistas, no hay películas, no hay cabinas en las que dar rienda suelta al onanismo a cambio de unas monedas, no hay enormes consoladores de látex. No hay rastro, en definitiva, de esa pornografía tan explícita que a muchos resulta obscena y que es la norma en los sex-shops.

"Me parece que, en general, esos sitios son demasiado sórdidos y cutres, da cosa entrar. Yo quería hacer algo distinto, una tienda que se pudiera visitar sin pudor, sin vergüenza", confiesa Ana López Talavera, una granadina de 29 años que, después de estudiar Pedagogía y hacer un máster en Sexología, decidió abrirla para aportar un poco de clase y buen gusto en un mundo que tiene fama de todo lo contrario.

Si se cuenta lo que no hay, también hay que hablar de lo que sí hay. Nada más entrar, el visitante se encuentra con una estantería de libros (y algún cómic) de contenido más o menos subido de tono: desde el Lolita de Nabokov hasta el Extasis de Irvine Welsh, pasando por varios volúmenes de la recordada colección La sonrisa vertical, los de la portada rosa, o guías de sexo entre lo serio y lo guasón. En ese último apartado hay que incluir un Cama Sutra muy hispano-castizo.

"Quiero tener bastante literatura erótica, porque en otras tiendas o no hay casi nada de esa especialidad o te da corte preguntar", justifica.

A la derecha, según se entra, hay una mesa con varias sillas bajo un enorme panel decorado con preservativos de colores. Ana quiere que eso sea más o menos su despacho, el sitio desde donde, como experta en la materia, pueda asesorar al comprador. "Por ejemplo, mucha gente no sabe que hay un sinfín de lubricantes y de aceites, una gama muy amplia. Aquí los puede probar, podemos decirle cuáles son las diferencias, dejar que el visitante explore, que mire, que se ría si quiere, porque en definitiva el sexo es diversión", explica.

Que se ría, de acuerdo, pero que no se tome la visita como una excusa para la burla soez. Pocas cosas tan faltas de estilo como esas visitas en grupo de chicos o chicas que buscan regalos para una despedida de soltero o soltera. Si alguien espera encontrar diademas con penes de plástico o cosas así, que busque en otra parte.

"Queremos algo más elegante, una tienda a la que pueda entrar todo el mundo, que sea abierta pero a la vez íntima", insiste la propietaria, que hace hincapié en otro detalle que apenas se cuida en el sector: "La mayoría de los establecimientos están muy centrados en la sexualidad y en el coito. Éste no tiene género", avisa, y añade que por eso eligió como nombre el de Punto T. No es ni el G de las mujeres ni el P del hombre, es, explica, "el punto que cuando nos estimulan nos produce placer, nos excita. Pero puede estar localizado en cualquier parte del cuerpo, como el cuello o la oreja, no tiene por qué estar en los genitales", aclara.

La tienda es muy céntrica (en una bocacalle de Mesones) y es posible que a algunos les dé pudor adentrarse o hasta que pongan alguna objeción a su mera existencia. Ana les invita a entrar porque sabe que no está haciendo nada malo. "Es más, seguro que al final se llevan algo", dice, riendo. Tampoco teme que el contenido escandalice a los menores. De hecho, a los que ya estén en la etapa de iniciación al sexo piensa no sólo dejarles entrar sino también asesorarles. "El sexo lo van a tener de todas formas, así que mejor es que sepan lo que hay, que compren aquí los preservativos si quieren y que estén atendidas por una profesional", dice.

Hay otro segmento que también le interesa: personas que por uno u otro motivo necesiten terapia. Para eso ha habilitado una habitación en el sótano donde, fuera del horario laboral, pueda ejercer como sexóloga.

En realidad, iniciativas no le faltan. Más adelante, cuando las cosas vayan funcionando, le gustaría, por ejemplo, organizar un certamen de literatura erótica.

Mientras eso sucede, la empresaria invita a quien lo desee a darse una vuelta por la tienda y a hacerlo con naturalidad, sin sentirse incómodo. Nada de lo que se ve en las vitrinas tiene entidad como para escandalizar a nadie, a no ser que se trate de alguien especialmente mojigato. Pero sí que hay cosas que despiertan la curiosidad, que ponen a rodar la imaginación.

Función que cumplen las velas aromáticas, el pequeño neceser de viaje que incluye lubricantes, aceites de masaje y una curiosísima pluma estimuladora, o hasta el patito de goma de toda la vida que se puede utilizar en la bañera pero que, a diferencia del infantil, incorpora un vibrador.

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