Granada

Quejas en el Realejo por la llegada de 'okupas' a una casa abandonada

  • La asociación de vecinos admite que aún no han causado problemas pero sospecha que la situación se descontrolará

Los okupas que habitan desde el sábado un edificio abandonado de la calle Damasqueros han recibido sus primeras críticas. Proceden de la asociación de vecinos del barrio del Realejo, cuya presidenta, Carmen Nestares, se mostró claramente a favor de que se marchen de allí cuanto antes.

"Entre los vecinos hay un sentimiento de alarma. No por que hayan hecho nada malo hasta ahora, sino por la posibilidad de que dentro de unos cuantos días esté ahí el triple de gente que ahora y la cosa se descontrole", explicó Nestares, que añadió que, como la casa no es suya, los ocupantes "no van a hacer mucho esfuerzo por ella".

El bloque, de tres pisos, lleva muchos años sin habitar, pero tiene un propietario. Nestares dice que sabe su nombre y su número de teléfono móvil, que ya conoce también la Policía Nacional, a la que el pasado martes ya advirtieron de que había movimiento de gente entrando y saliendo del inmueble.

"Lo que ahora nos dice la Policía es que, una vez que están dentro, no se les puede echar a no ser que haya una orden de desalojo, y para eso tiene que haber una denuncia que, entendemos, debe partir del dueño. Nosotros sólo podemos esperar, pero mientras tanto es cierto que hay alarma, porque sabemos que hay varios edificios en igual situación en el barrio y no queremos que esto se reproduzca. Es verdad que hasta ahora no han hecho nada malo, pero, simplemente, no nos gusta ese modo de vida", reiteró.

También hizo hincapié en que la casa, probablemente, no reúne las mínimas condiciones de salubridad y tampoco se sabe cuál es su estado de conservación, pese a lo cual desde el mismo sábado hay por allí niños pequeños, con el riesgo que puede conllevar.

Los okupas, que hicieron su primer intento de entrar en la casa el pasado martes, incidieron el sábado en que no quieren convertir ese bloque en un local de ocio nocturno y, de hecho, se comprometieron a utilizarlo únicamente como centro social -que heredaría su nombre, La fábrica de sueños, del que ya tuvieron en la calle Marqués de Falces- para realizar talleres culturales y que por la noche permanecería cerrado, sin nadie en su interior.

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