La Reina descubre la placa y los secretos de la Fundación del Agua

Doña Sofía, que visitó ayer el Carmen del Aljibe del Rey, sede a la nueva fundación de Emasagra, alabó la belleza del edificio, que ha sido sometido a un cuidadoso trabajo de restauración

La Reina descubre la placa y los secretos de la Fundación del Agua
La Reina descubre la placa y los secretos de la Fundación del Agua
Belén Rico / Granada

18 de diciembre 2009 - 01:00

Con media hora de retraso Su Majestad asomó el cardado por la puerta del coche y saludó relajadamente. Segundos antes, la mitad de los policías de uniforme daba órdenes por los walky talky y la otra separaba las piernas para afirmarlas con más fuerza al suelo en actitud rígida y desafiante. Mientras, el resto de los hombres de chaqueta escuchaban las directrices que les llegaban por los pinganillos con los ojos fijos en el público.

El evidente revuelo tensionó los músculos de los fotógrafos, dispuestos a saltar sobre la cotizada presa. La comitiva llegó a toda velocidad y un agente de la UIP (Unidad de Intervención Policial) susurró mirándose el hombro: "En el punto. Sin novedad", y la Reina salió del Volvo azul marino.

Lo primero que hizo Doña Sofía nada más bajarse del coche, incluso antes de saludar, fue sonreír. Y esa sonrisa la acompañó casi todo el tiempo en el que estuvo visitando el Carmen del Aljibe del Rey, donde inauguró ayer la sede de la Fundación del Agua de Emasagra.

La Reina se mostró tan encantada con la rehabilitación del histórico edificio como el público reunido a la entrada con su presencia.

La seguridad era extrema pero la visita -que la empresa pública del agua de Granada calificó previamente de "privada" y a posteriori de "pública"- no congregó a demasiados curiosos porque no tuvo mucha difusión. Sólo una treintena de personas se congregaron a la entrada para darle la bienvenida a Su Majestad -un número considerablemente menor que el de policías o el de periodistas-.

Una docena de estudiantes de primero de Bachillerato del Instituto Cristo Rey aprovecharon la hora del recreo para verla entrar en el aljibe y hacer fotos con sus teléfonos móviles para luego colgarlas en el Facebook.

A las 11:30 en punto, la espera veía su recompensa y los jóvenes obtenían la imagen llamando la atención de la Reina vitoreando "¡qué vote Sofía!".

Fue el único comentario y acto que se salió del rígido protocolo, que ni el carácter amable de la Reina (sin llegar al archifamoso adjetivo de 'campechano' que se le atribuye a su esposo) logró suavizar.

Tras descubrir la placa de la inauguración, y con el alcalde haciendo de maestro de ceremonias, la Reina vio el Belén instalado en el patio y saludó a las autoridades de la ciudad. Entre el grupo de invitados vip que pudieron estrechar la mano de Doña Sofía estaba el rector de la Universidad, Francisco González Lodeiro, el delegado del Gobierno de la Junta, Jesús Huertas, y el subdelegado del Gobierno, Antonio Cruz.

Tras saludar a las autoridades, recorrió las estancias y los jardines del carmen guiada por el regidor y también por el gerente de Emasagra, Luis González, quien le explicó la importancia del agua en Granada a lo largo de su historia.

Por razones de seguridad la Reina no bajó al aljibe, situado en el subsuelo, pero paseó por los jardines, donde se realizó el posado para la foto oficial de la visita. Mientras ejercía su oficio, la Reina no pudo reprimir su fascinación por la belleza del paisaje. "¡Por Dios, qué bonito es esto!", exclamó.

Tras agradecer su trabajo a los reporteros gráficos, Doña Sofía continuó su recorrido hacia las estancias que contienen paneles informativos y maquetas de los aljibes de la ciudad. Después firmó en el libro de honor de Emasagra y bajó al patio para compartir un desayuno con las autoridades.

Allí, el maestro de ceremonias le hizo entrega de un obsequio de la ciudad como recuerdo de la visita: una figura de barro de un aguador granadino y un burro cargado con cántaros, basada en un grabado del siglo XVII y realizada por el mismo artesano autor del Belén: Jesús Jiménez Mariscal que trabaja en el taller que su familia fundó en 1896.

Con su aguador bajo el brazo -no en el sentido literal, claro-, la Reina abandonó el aljibe para deleite de los admiradores que seguían aguardándola en la puerta a pesar del frío.

La presidenta del espontáneo club de fans fue Esperanza Martínez, que había subido desde la calle Recogidas para contemplar a la Reina, a la que ya había visto en otras visitas a la ciudad. "A mí es la que más me gusta de toda la Familia Real". "Y a mí también", añadía María Luisa Osuna, una vecina del barrio con la que había trabado amistad durante la gélida espera. "Yo no sabía nada. Bajaba a la peluquería y me he encontrado con el jaleo de policías. Cuando me he enterado que venía la Reina he decidió cambiar el plan del día".

Rosa Ibarra también se encontró con las medidas de seguridad cuando se disponía a hacer unos recados con su hija Juani. Y junto a ellas, Francisco Álvarez, un opositor de 23 años que había dejado los libros colgados para ver a Doña Sofía, uno de sus ídolos. "Me gusta mucho. Me parece la más culta y la más interesante. Nació para esto y sabe muy bien hacer su papel".

Y no defraudó. Llegó, visitó y doblegó voluntades con unos giros de muñeca desde la distancia para volver a sonreír, agradecer y desaparecer en el interior del Volvo azul marino.

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