Resulta que hay fusión fría sin átomos

Así se llama, dicen, lo que pretende hacer CajaGranada con otras varias entidades financieras, y viene a ser unirse para lo que les conviene pero con reparos; sin compartir el cepillo de dientes ni otras intimidades

Resulta que hay fusión fría sin átomos
Guillermo Ortega / Granada

25 de abril 2010 - 01:00

Decididamente, cuantos más conceptos económicos intentan inculcarme, más reivindico mi derecho a la ignorancia.

Resulta que ahora, a estas alturas del partido, me estoy enterando de que, en cuestiones bancarias, existe una cosa que se llama fusión fría. Tanto si lo creen como si no, es como lo estoy contando. Fusiones frías, así las llaman.

En mis cortas luces, yo tendía a relacionar ese término con la física y los átomos, y como se da la circunstancia de que la física es una materia de la que controlo tanto como del idioma alemán -cuando fui a Berlín aprendí a decir en lengua vernácula Buenos días, Un vaso de vino tinto, por favor, Gracias,Qué le debo y Adiós, y con esas pocas cosillas salí del paso- pues tampoco quise profundizar mucho más en su significado.

Pues resulta que hay fusiones frías en economía, fíjate tú. Es, según me han contado, cuando dos o más bancos -o cajas, que también vale así- se deciden a unir fuerzas, estrategias, intereses y dineros en pro de la consecución de un bien común. Que supongo que es ganar más pasta, claro. Porque, aunque quede demagógico decirlo, los bancos ganan bastante dinero. Y eso que hay crisis.

Eso sí: las cajas se unen en plan tranqui, no a lo loco, a la buena de dios. Conservando cada uno, como quien dice, sus efectos personales, sin compartir el cepillo de dientes ni otras cosas igual de íntimas.

Para entendernos, sería como esa pareja que ha empezado a salir, que nota que hay muy buen rollo pero que decide que lo mejor es no liarse la manta a la cabeza y seguir viviendo cada uno en su casa, vayamos a precipitarnos.

Pero vamos, que así es como me han contado que es la fusión fría. Seguramente es algo mucho más alambicado, con millones de matices que, por más que me empeñe, nunca alcanzaré a comprender.

Y de paso ya advierto de que no me pondré mucho a ello, porque pasados los cuarenta, comienza, como dice un primo mío, la fase del desaprendizaje; en la que uno, lejos de retener nuevos conocimientos, comienza a notar que se le evaporan, como si dijéramos, los que tenía acumulados en el cerebro. A mí a veces me sangra la nariz y, descartado que sea por el consumo de coca, no sé si atribuirlo a bruscas subidas de tensión o pensar que lo que sale de ahí son sesos con ideas antiguas, deformadas, que ya no caben en su prisión de ahí arriba.

Mas a lo que íbamos: que hay una fusión fría en camino y que toca congratularse con esa posibilidad. Es lo que han hecho todos, así que quién soy yo, pobre infeliz, lerdo en física cuántica y en la otra, para oponerme. Así que, ea, tres hurras por la fusión fría y sus consecuencias.

Veo, por lo demás, que todos coinciden en que lo suyo es que, se haga lo que se haga, el nombre de Granada no desaparezca del conglomerado, consorcio o chiringuito resultante de tal unión.

Hay que respetar eso como sea, dicen, y puestos a reflexionar me pregunto si tendrá que ver con el hecho de que ahora el Granada sea líder y tenga la Segunda División más cerca que nunca. Porque claro, no estaría nada bonito que el equipo, después de tantos esfuerzos, alcanzara la categoría de plata y no tuviera detrás una caja provincial con el nombre adecuado. A ver a quién le gustaría recibir subvenciones de un ente llamado, qué sé yo, Caja Fría.

Total, que tenemos fusión fría para entretenernos los próximos meses. Y no sería de extrañar que en alguno de los muchos e intrincados pasos que se han de dar hasta alcanzar un acuerdo se vuelva a reivindicar el famosísimo Pacto del Saray, tan pesado pero que tanto juego da en los titulares, porque al menos es un nombre corto. Pero para compensar, igual aprendemos un poco de geografía de tanto hablar de Caja de Cantabria, Cajastur, Caixa de Baleares y demás eventuales socios. Vaya lo uno por lo otro.

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