San Juan de Dios: 25 años tras los fogones del comedor social

La Orden comenzó el 23 de abril de 1987 a dar un plato de comida a las personas sin recursos de la ciudad, una actividad que aún hoy continúa · La demanda se ha duplicado por la crisis económica

San Juan de Dios: 25 años tras los fogones del comedor social
San Juan de Dios: 25 años tras los fogones del comedor social
S. Vallejo / Granada

21 de abril 2012 - 01:00

El 23 de abril de 1987 comenzó a funcionar el comedor social de la Orden de San Juan de Dios en Granada. Eran otros tiempos y de una pequeña nave con cuatro mesas y capacidad para unas veinte personas se ha pasado, veinticinco años más tarde, a un amplio recinto por el que pasan cada día unas doscientas personas. Un cambio importante que lo ha seguido día a día María Martín Fernández, la única voluntaria que permanece de las primeras colaboradoras que tenían los hermanos hospitalarios cuando comenzó a funcionar el comedor social hace 25 años. Y sigue al pie del cañón y lo seguirá haciendo, como asegura, "hasta que el cuerpo aguante". Y tiene 80 años.

María se hizo voluntaria por casualidad. "En una reunión con amigas que conocían la Orden me dijeron que por qué no iba a colaborar con el comedor que acababa de abrir y necesitaba gente. Y fui y hasta ahora", recuerda María mientras no quita ojo a todo lo que pasa a su alrededor en el mostrador de comidas del comedor para que todo salga bien. De hecho, interrumpe varias veces la entrevista porque se percata de que falta comida y aún hay gente esperando.

"Cuando empezó lo pusieron en una nave en los patios traseros del hospital de San Juan de Dios. Era muy pequeño. Entraban cuatro o cinco mesas y unas diez o veinte personas. Y no había turnos. Se les daba de comer y ya está", asegura. "Además no teníamos en aquella época ni lavavajillas ni nada y éramos unos tres o cuatro voluntarias que ayudábamos a los hermanos. Tampoco había seguridad pero aunque hemos tenido algunos disgustos no ha pasado nunca nada", dice María, que recuerda al padre Tejada, "que se dio al comedor" y después al hermano Juan de Dios, "que nos sacó de allí y hizo este comedor nuevo que se inauguró en 1996".

Aunque ahora ha evolucionado y mejorado el espacio, la dinámica de trabajo y se han ampliado los servicios que se ofrecen a los usuarios, lo que no ha cambiado es la filosofía de trabajo. "Antes no se preguntaban ni de dónde venían ni a dónde iba, igual que ahora, aquí entra todo el mundo y se le da a todos lo mismo sin preguntar nada".

Por su labor voluntaria, María, igual que el resto de colaboradores, tiene que quitar horas a su vida y a su familia por ayudar en el comedor. "Al principio mi marido se ponía serio cuando llegaba a la hora de comer así que le dije que se viniera y al final se hizo voluntario del comedor. Cuando estuvo aquí ingresado incluso lo dejaba un momento para bajar a ayudar", relata María, que sí ha notado que "antes las empresas daban más comida pero ahora con la crisis los hermanos pelean por sacarlo adelante".

Y es que ahora el comedor social está viviendo su época de mayor demanda. La crisis económica ha hecho que se multipliquen las personas que van a las instalaciones, que abren de lunes a domingo de 12:45 a 13:30 horas.

El hermano Julio, uno de los miembros de la Orden, destaca la función de la obra social, que atiende el comedor gracias también a la colaboración del Banco de Alimentos. El comedor se mantiene con financiación propia y su coste anual es de 279.000 euros, costeados por fondos de la Orden y los bienhechores, como destacan desde San Juan de Dios.

A los que acuden también ofrecen un servicio de ducha y ropa limpia así como la posibilidad de pasar por el botiquín por si tienen alguna dolencia o necesitan revisión médica u odontológica. El médico es Antonio Alonso Hita, facultativo jubilado que ejerció como médico de familia en Churriana durante más de 40 años. "Cuando me jubilé me encontraba bien y decidí venir a ayudar", dice. Ya lleva tres años y lo que hacen en el botiquín es atender las necesidades sanitarias más elementales. "Tenemos un botiquín que nos suministra Cáritas y la farmacia del Perpetuo Socorro, además de donaciones de particulares, que pueden darnos las medicinas cuando ya no las usen y antes de caducar". Lo que más utilizan son analgésicos, balsámicos, antibióticos y vitaminas. El botiquín también abre todos los días por la mañana y lo que más atienden son dolores o heridas, que si pueden las tratan allí o si no los derivan al hospital. En el consultorio colabora también un dentista, una enfermera y el propio rector de la Basílica, Juan José Hernández.

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