Granada

Sierra Nevada exporta su modelo de gestión a la Unesco

  • Participará en el 40 aniversario del programa que puso en marcha las reservas de la biosfera con una conferencia sobre el trabajo desarrollado en el Parque

Hace justamente 25 años, el 15 de junio de 1986, Sierra Nevada se convirtió en reserva de la biosfera, una figura de protección y desarrollo puesta en marcha por la Unesco hace cuatro décadas que pretende armonizar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad. En este cuarto de siglo, los gestores del entorno se han encontrado con no pocas dificultades, pero, ahora, comienzan a recoger los frutos.

Uno de ellos ya está maduro. A finales de este mes en la ciudad alemana de Dresde, los gestores de Sierra Nevada tendrán la oportunidad de dar a conocer la labor de estos años y su trabajo sobre el cambio global ante el resto de reservas de la biosfera -son 564 en total, repartidas en 109 países- en el cuarenta aniversario de la Unesco, que se celebrará en Alemania. Esta ponencia, en la que se mostrará la experiencia de gestión adaptativa ante el cambio global, será una de las 28 que conmemoren el 40 aniversario de esta figura de protección y ha sido seleccionada tras "una revisión muy exhaustiva del trabajo", explica el director del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, Javier Sánchez.

La participación en este seminario viene después de "25 años muy difíciles", explica Sánchez, que alega como clave del trabajo realizado el "cambio de mentalidad", sobre todo en las poblaciones que están dentro del territorio protegido, que abarca municipios de Granada y Almería, que, reconoce el director, asistieron con "recelo" a los sucesivos grados de protección -Parque Nacional y Parque Natural- que fueron otorgados a lo largo de la década de los 80.

"Lo que era miedo se ha convertido en alianza", resume Sánchez sobre los últimos años. Para ello, explica que ha sido clave el hecho de que "el 18% del empleo que se genera en Sierra Nevada es responsabilidad de la creación de los espacios", de los que también depende el 21% de la renta familiar neta disponible media por habitante en las localidades de la zona.

Así, si con un ojo se mira a la biodiversidad del entorno, con el otro se apunta a la economía de la zona. La declaración de reserva de la biosfera debe cumplir con la conservación de los ecosistemas, el desarrollo sostenible de la región y, por último, apoyar la investigación y educación ambiental. Esta ecuación, en un principio lógica, no está exenta de tiras y aflojas. Uno de los puntos más delicados es, sin duda, el que une al Parque con la estación de esquí. "Estamos condenados a entendernos porque es lo que la sociedad nos pide", alega Sánchez, convencido de que la reserva -con todas las restricciones que conlleva- es un "valor añadido" para que la estación de esquí sea "de montaña" y pueda estar en activo "365 días al año".

En medio, una cadena montañosa excepcional que, por su situación, permite la convivencia de especies de hábitats mediterráneos con otros propios de otras latitudes.

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