Granada

Trabajar ya no es suficiente

  • El perfil de las personas que acuden a Cáritas es el de mujer, entre 30 y 44 años, sin ingresos, con estudios básicos y en situación de desempleo

Ecomomato, una de los servicios que ofrece Cáritas a las personas que demandan ayuda.

Ecomomato, una de los servicios que ofrece Cáritas a las personas que demandan ayuda. / g.h.

El informe anual de Cáritas Diocesana en Granada permite conocer, a golpe de porcentaje, cómo son las personas que demandan ayuda a esta entidad católica. La mayoría son mujeres (61%), están en paro (69%), tienen estudios básicos (59%), su edad está en la horquilla entre los 30 y 44 años (44%), acude desde hace tres o más años a solicitar ayuda a la ONG (58%) y no tiene ingresos de ningún tipo (52%), ya que agotaron todas las subvenciones y ayudas. La mayoría son españoles (65%) y vive con su pareja e hijos (38%). Ese es el perfil básico, pero los datos también afloran realidades menos habituales pero reveladoras de cómo cambia la sociedad. El porcentaje de activos ocupados que piden ayuda a la entidad católica se incrementó el último año hasta el 15%. De este porcentaje, un 8% realiza trabajos marginales o de economía sumergida, pero el resto (un 7%) tienen un trabajo normalizado. Normalizado pero insuficiente para cubrir las necesidades básicas.

Ese 7% es, además, un porcentaje superior al que se dio en el año 2016, cuando la tasa de trabajadores pobres era del 5% en la provincia, según los datos recogidos por Cáritas. Se trata de una de las consecuencias de la crisis entre el colectivo con menos formación, según se indicó ayer en la presentación de los datos del pasado ejercicio. Se culpó a la "precariedad del mercado laboral" de esta situación. Un mercado laboral, el granadino, marcado por la estacionalidad, que baja su tasa de desempleo a golpe de campaña agrícola y de turismo y que crece gracias a contratos temporales. Un dato, de los más de 45.000 contratos firmados en el pasado mes de mayo, 43.000 fueron por tiempo determinado y 2.200 fueron indefinidos. Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), unas 56.000 personas en Granada tienen empleos con jornada reducida, la mayoría, mujeres, unas 39.000.

"Las personas que se ven en esta situación están relegadas a empleos de baja cualificación" y sueldo reducido, indicó el director de Cáritas Diocesana en Granada, Javier de Benavides. Esta situación se agrava con la edad y conlleva que el demandante de ayuda tenga "baja autoestima", indicó De Benavides.

"La recuperación no llega a todas las familias", aseveró el responsable de la ONG en la provincia. "Nos preocupa que las ayudas de emergencia se consolidan como un subsidio más" y que la pobreza "forme parte del paisaje de la ciudad". Se trata de un riesgo real. En la presentación del informe se recordó el estudio dado a conocer hace dos años por parte de la Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada (Foessa) que indica que la pobreza se hereda de padres a hijos. Por eso, el hecho de que se haya anunciado un Alto Comisionado para luchar contra la pobreza infantil por parte del Gobierno supone dar "atención a una de las raíces que hace que la pobreza se perpetúe", indicó la responsable de comunicación de Cáritas, Laura Antolín.

Ante la exclusión social, desde Cáritas se apunta a la necesidad de formación y educación. La primera para garantizar la autonomía y la segunda para evitar que continúe el círculo. "Si los padres venden marihuana y tienen dinero fácil, ¿cómo sacamos a los niños de ahí?", planteó el delegado episcopal del Arzobispado en Cáritas, Alfonso Marín. Para ello, Cáritas desarrolla acciones como las explicadas por la responsable de Infancia y Juventud, Bienvenida Bueno. Desde hace cerca de dos décadas trabajan en Iznalloz, una localidad con una importante comunidad gitana. "El absentismo escolar se ha reducido a niveles mínimos", indicó Bueno, que aseveró que alguno de los menores ya cuentan incluso "con licenciaturas".

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