Trece años a ritmo marcial en Granada
El Madoc celebra su decimotercer cumpleaños en la ciudad en un solemne acto castrense en el que su jefe, el teniente general Puentes Zamora, destaca el creciente reconocimiento de la entidad militar en el exterior
En la Plaza de San Juan de la Cruz, enfrente de la casa donde vivió y murió el Gran Capitán, se celebró ayer un cumpleaños muy solemne. Y eso que el homenajeado sólo tiene trece años.
De ser una persona, estaría entrando en la pubertad. Pero no es un muchacho, es un cuartel muy antiguo, que siglos atrás era un convento y que desde hace trece años -volviendo al cumpleaños- es la sede del Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc), a estas alturas toda una institución en Granada.
El acto castrense, finalmente al aire libre pese a la amenaza de lluvia, estuvo presidido por quien desde hace algo menos de un año está al frente de la entidad, el teniente general Francisco Puentes Zamora, y podría decirse de él que fue autoreivindicativo, en el sentido de que sirvió para ensalzar la tarea desarrollada por la unidad en su aún no muy larga trayectoria en Granada.
Puentes Zamora destacó, por ejemplo, la "gran colaboración" que el estamento militar ha tenido con la Universidad de Granada, y que de hecho esa idea, la de cooperar con el mundo académico, fue uno de los motivos que impulsó su ubicación en la capital. "Ese modelo de colaboración ya se toma como ejemplo en otros países", subrayó.
Su discurso, además de para agradecer la labor de todos los que trabajan allí, así como el impulso que representan sus familias, se centró en resaltar el reconocimiento que el Madoc está recibiendo desde las más altas instancias. Recordó, en ese sentido, que una comisión de senadores que visitó la ciudad recientemente "alabó nuestro trabajo y nuestra relación con la sociedad granadina".
Con ella quiso "compartir con un cariño especial" el día de ayer. "Los que nos precedieron tuvieron el acierto de fijar el Madoc en Granada", sentenció.
El general fue más allá y, sin ocultar su orgullo, contó que hasta el Rey de España le hizo llegar su reconocimiento público a la labor del regimiento granadino.
"Pero si todo esto es posible es por el trabajo diario de todos y por vuestro entusiasmo y capacidad. Es nuestro mejor recurso y estoy muy satisfecho de vuestro rendimiento", añadió, en un tono más cercano, y dirigiéndose expresamente a todos los militares allí congregados, más de doscientos.
Algunos de ellos no se fueron de vacío. En torno a sesenta recibieron medallas, bandas de honor o diplomas, distinciones por méritos laborales contraídos a lo largo del año 2009. En el acto de imposición de medallas, además de los principales mandos militares, intervinieron algunas de las personalidades civiles presentes en el acto, como el alcalde de Granada, José Torres Hurtado, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Augusto Méndez de Lugo, o el presidente de la Diputación, Antonio Martínez Caler.
Y aunque casi todas las condecoraciones se las llevaron personas de uniforme, hubo dos excepciones, dos reconocimientos al mundo civil. Fueron las placas honoríficas que se llevaron el periodista Melchor Sáiz-Pardo y el restaurador Manuel Fernández Vilches.
No fue el jefe del Madoc el único interviniente. Honorio Cantero, general y el más antiguo de los condecorados, tomó la palabra para hablar del "orgullo de sentir el uniforme cuando nos premian por una labor sin tacha o por cumplir con nuestras obligaciones de forma impecable", si bien añadió que la mejor recompensa no es una medalla, sino "saber que cumplimos con nuestro deber y que siempre estaremos dispuestos a dar un paso al frente. Llevaremos estos signos con honra, dignidad y orgullo", prometió.
Dignidad, respeto y solemnidad hubo en los otros momentos estelares, como el de la presentación de la bandera del regimiento, de finales del siglo XIX, la salva de honor, el imprescindible himno a los caídos La muerte no es el final o el desfile con el que concluyó el mismo.
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