Sanidad

El dolor crónico: 200 pacientes al mes para una Unidad en precario

  • La Unidad del dolor del Virgen de las Nieves acumula una lista de espera de casi un año 

  • Mañana se inaugura una jornada sobre una de las dolencias que afectan al 20% de la población 

El dolor crónico: 200 pacientes al mes para una Unidad en precario

El dolor crónico: 200 pacientes al mes para una Unidad en precario

José Ángel Gil padece dolor crónico desde hace más de 17 años. Aunque no se sabe el origen exacto, al parecer puede derivar de una polineuropatía periférica, el VIH o una meningitis.

Entre otros especialistas, este hombre de 49 años acude a la Unidad del dolor del Virgen de las Nieves desde hace una década. Este área celebra mañana unas jornadas en la que participan tanto profesionales como pacientes en pro de la visibilización y la divulgación de una situación que sufre una media del 20% de andaluces.

Esta es también una de las unidades afectadas por la desfusión que sufre una merma de recursos que hacen que arrastre casi un año de lista de espera. En ella, tan solo un médico, Rafael Gálvez, atiende a los más de 200 pacientes que acuden a consulta al mes.

Gálvez es anestesiólogo y responsable de la Unidad de dolor del Virgen de las Nieves y reivindica la importancia de este área ya que los pacientes que acuden llegan “desesperados de dolor” y hay que darles una respuesta. Ante esta situación, explica que ya hay fijada para la próxima semana una reunión con la gerencia del hospital con ánimo de mejorar la unidad y dotarla de más recursos.

“Para entender esto hay que concienciarse en el dolor. Hay imaginar una persona que tiene un dolor de muelas, ese día lo tiene echado por alto, pues hay que imaginar ese dolor constante”, explica José Antonio Gil.

“Te limita cualquier cosa que hagas y luego el precio que pagas es altísimo porque se llega a tal estado de agotamiento por sufrir que te deja sin recursos” continúa este paciente que lleva 10 años siendo tratado en la Unidad del Dolor del Virgen de las Nieves y recalca que la respuesta que ha obtenido de la sanidad pública ha sido siempre excelente, que ha estado rodeado de muy buenos facultativos y además le han funcionado los tratamientos.

Pero Gil se considera un afortunado ya que reconoce que en estos diez años ha podido ver cómo la Unidad del dolor “ha ido a peor, porque cada vez tienen menos medios, menos personal y están más saturados”.

Sobre las consultas, explica que “están siempre hasta arriba” y ve cómo los profesionales trabajan en una “situación terrible”.

Quienes acuden a esta unidad son pacientes con dolor crónico que han agotado las posibilidades de curación en otras unidades, por tanto este es el último escalón analgésico.

Son pacientes con un índice de dolor elevado y muchos de ellos tienen una gran limitación funcional. Por otro lado, muchos de ellos son jóvenes (la media está entre los 35 y 50 años) por lo que la repercusión de su calidad de vida y a nivel laboral es muy importante.

“Este dolor crónico suele venir asociado a enfermedades osteomusculares (sin contar con los pacientes oncológicos, que son atendidos urgentemente en la unidad en cuestión de 48 horas)”, continúa Gálvez.

En muchos casos, explica, al sentir tanto dolor, y al no conocer sus alternativas, se inclinan por acudir a urgencias o pedir intervenciones que al final no son la solución y engordan las listas de demora que sufren los hospitales.

Jornadas como la de mañana inciden precisamente en eso: a través de un encuentro entre pacientes y profesionales, pretenden informar sobre las demandas de los primeros y las opciones que ofrecen los segundos.

El médico explica que existen muchos tratamientos y sobre todo, técnicas nuevas que mejoran la funcionalidad de estos pacientes. Entre ellas están los bloqueos nerviosos, la radiofrecuencia, técnicas con infiltración, estimulación nerviosa medular, acupuntura (con muy buenos resultados además) o bombas de infusión con morfina (que sería el último escalón).

Pero por encima de los tratamientos puramente médicos, subraya el anestesiólogo que se hace un tratamiento integral donde no solo reina la farmacología o el tratamiento con técnicas invasivas sino que se les indica a los pacientes qué es lo que ellos pueden hacer.

Porque dentro de la ‘curabilidad’ o alivio de estos pacientes crónicos llega a través de su propia implicación.

Lo que ofrecen en esta unidad son cuidados paliativos que buscan no la curación, que es imposible, sino la mejora de la calidad de vida. Para ello hoy se les dará a conocer cuáles son las posibilidades reales, como los ejercicios físicos específicos, el mindfulness o la pérdida de peso.

“No se trata solamente de dar una medicación o técnicas, porque eso a la larga puede fallar, sino que todo viene acompañado con la implicación de los pacientes”. Por otro lado, matiza Gálvez, es importante “informarles adecuadamente de qué les pasa, qué lesión tienen, hasta dónde llegan o por qué algunas no se pueden intervenir quirúrgicamente”.

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