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Un estudio liderado por la Universidad de Granada pone a prueba una fórmula infantil que logra beneficios similares a los de la leche humana

  • Los resultados de la investigación demuestran que es posible mejorar estas fórmulas para optimizar la maduración de la microbiota intestinal y el neurodesarrollo del bebé en los primeros años de vida

Un bebé realiza una toma con biberón.

Un bebé realiza una toma con biberón. / R. G.

El desarrollo de preparados para lactantes basados en la leche materna logra satisfacer las necesidades nutricionales de los más pequeños. Estas fórmulas infantiles pueden funcionar como sustitutas cuando no sea posible la lactancia materna o esta resulte insuficiente. Así lo demuestra el estudio COGNIS, liderado desde el Departamento de Pediatría de la Universidad de Granada.  La investigación es la primera que trata una intervención nutricional infantil con diferentes compuestos bioactivos presentes en la leche humana. El trabajo ha demostrado los efectos positivos de una fórmula infantil suplementada con simbióticos, ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LC-PUFAs) y membranas de los glóbulos de grasa de la leche (MFGM). La investigación, dirigida por la profesora Cristina Campoy, directora del Departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada y del Centro de Excelencia de Investigación Pediátrica Eurístikos, ha comprobado los efectos beneficiosos en los bebés sanos que recibieron la fórmula infantil suplementada respecto a lo observado en bebés alimentados con una fórmula no suplementada o en niños que recibieron leche materna. En total, tomaron parte en el estudio 220 bebés durante los primeros 18 meses de la vida. “Cada vez hay más evidencias que apuntan a cómo la microbiota intestinal juega un papel determinante en el desarrollo de diferentes órganos y sistemas, tales como el cerebro humano o el sistema inmune. Por ese motivo, muchos esfuerzos se están centrando en averiguar cómo se produce la colonización del tracto gastrointestinal de un bebé después del nacimiento y el papel determinante de la alimentación durante los primeros meses de la vida, donde el estándar de oro es la leche materna sin cualquier género de duda”, explica la profesora Cristina Campoy. Sin embargo, la alimentación con leche materna no siempre es posible o suficiente. Por este motivo, los bebés que no pueden acceder a la leche materna precisan de las fórmulas infantiles más adecuadas para su correcto crecimiento y desarrollo. Los nuevos avances tecnológicos están permitiendo un gran paso adelante en el desarrollo de las fórmulas infantiles que buscan imitar las características de la leche humana, tanto en su composición como en su funcionalidad, para satisfacer las necesidades nutricionales y minimizar el impacto sobre el crecimiento y desarrollo del bebé. Los resultados del estudio COGNIS, publicados en la prestigiosa revista Clinical Nutrition, demuestran que es posible mejorar estas fórmulas para optimizar la maduración de la microbiota intestinal y el neurodesarrollo del bebé en los primeros años de vida. La fórmula testada ha demostrado la capacidad de determinar un patrón madurativo de la microbiota intestinal más parecido al observado en niños alimentados al pecho materno. 

Impacto en el desarrollo de la microbiota intestinal y el desarrollo neurocognitivo 

La leche materna promueve un desarrollo más lento de la microbiota intestinal, mostrando una mayor diversidad bacteriana entre los 12 y 18 meses de edad. Gracias al seguimiento llevado a cabo por el equipo de Cristina Campoy, se ha podido comprobar que los bebés que recibieron una alimentación con una fórmula estándar tenían una mayor diversidad de especies en la microbiota intestinal ya a los 6 meses de edad, respecto a los niños que recibieron la fórmula enriquecida, y al mismo tiempo un menor efecto bifidogénico y lactogénico.  El estudio ha identificado cuatro enterotipos o estructuras globales de la microbiota intestinal de los bebés participantes: Enterotipo mixto, dominante en Bacteroides, enriquecido en Firmicutes; y un nuevo enterotipo dominado por un género no clasificado dentro del género Lachnospiraceae. Todos los enterotipos se asociaron a la edad del niño durante los primeros 18 meses de vida. Los cambios y la evolución del enterotipo del bebé no fueron aleatorios, sino que estuvieron fuertemente relacionados con el tipo de alimentación.

Los niños alimentados con la fórmula estándar no suplementada han mostrado una maduración más rápida de la microbiota intestinal que aquellos alimentados con leche materna. En los que recibieron la fórmula suplementada se han observado dos grupos, uno de ellos ha mostrado un desarrollo rápido de la microbiota intestinal y otro lento. La trayectoria lenta se ha asociado con el hogar donde se desarrolla el niño, el parto vaginal y un índice de grasa corporal preconcepcional materno normal.

Al comparar estas trayectorias con el desarrollo neurológico a los 12 meses y a los 4 años de edad, se ha podido comprobar que los resultados son similares entre los bebés con maduración lenta de la microbiota intestinal y los que se alimentaron al pecho materno. Así, se puede concluir que la alimentación del bebé con una fórmula suplementada con simbióticos, MFGM y LC-PUFAs, en condiciones normales, tiene un impacto positivo a largo plazo sobre el desarrollo intestinal, retrasa la maduración de la microbiota intestinal y determina un neurodesarrollo en los primeros años de vida similar al observado en niños alimentados con leche materna.

La financiación del estudio ha corrido a cargo de Laboratorios ORDESA, S.L., Proyecto SMARTFOODS Interempresas (CIEN) y el proyecto europeo DynaHEALTH, del programa HORIZON 2020.

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