Ciencia

Un estudio de la Universidad de Granada establece la relación entre la exposición a pesticidas y una entrada prematura a la pubertad

  • Los investigadores analizan la muestra de orina de varios niños para concluir que existe una relación entre ambos factores, especialmente en las niñas

  • Esto puede desencadenar en un mayor riesgo de sufrir cáncer de mama, según uno de los firmantes

Freire y Olea durante la presentación del estudio.

Freire y Olea durante la presentación del estudio. / Antonio L. Juárez / Photographerssports

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Granada (UGR) permite establecer una relación entre la exposición de los menores a distintos pesticidas y fungicidas y un desarrollo más temprano, mamario en niñas y genital en niños.

El trabajo, publicado en la revista científica Environmental Pollution analiza muestras de orina de 606 niñas y de 933 niños, de edades comprendidas entre los 7 y los 11 años, que participaban en el estudio INMA entre 2010-2016. 

El estudio, que ha realizado un seguimiento de más de 20 años a niños de toda cinco ciudades de España (entre ellas Granada), ha sido presentado por Carmen Freire, investigadora del Instituto de Investigación Biosanitaria y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública, y Nicolás Olea, catedrático del departamento de Radiología y Medicina Física de la UGR. Ambos han apuntado la falta de estudios que existen sobre este asunto, a pesar de que el adelanto del desarrollo puberal es "un hecho frecuentemente observado en la clínica pediátrica, especialmente en niñas, y cuyas causas no son bien entendidas", según Freire. 

En el caso de las niñas, según especifica Olea, este desarrollo temprano puede traducirse en una mayor probabilidad de sufrir cáncer mamario, ya que los estudios que se manejan desde la UGR apuntan a que el riesgo de sufrir esta enfermedad en Granada se asocia muchas veces a una entrada a la pubertad anterior. 

Este profesor, conocido por su lucha contra la presencia de plásticos en la vida diaria, apunta también que, en el caso de las niñas, además de otros problemas como la fertilidad, la entrada temprana en la pubertad tiene un efecto psicológico, ya que al ser la primera de su círculo en desarrollarse, puede generarle una situación incómoda y "notarse distinta" al resto. 

En el caso de los niños, indica Olea, estos problemas también afectan a su entrada a la madurez, pero descarta que exista un aumento en el riesgo de padecer, por ejemplo, cáncer de próstata, ya que este suele producirse con una mayor edad, por lo que en este caso no habría un aumento significativo de la incidencia.

En la mayoría de los casos, la ingesta de estas sustancias se produce a través de la dieta, concretamente, a través del consumo de frutas y verduras de producción convencional. Esto se debe, explican los responsables del estudio a que España es el "campeón de Europa" en la producción de pesticidas, utilizando 77.700 toneladas de pesticidas en 2020, incluyendo 34.000 toneladas de fungicidas, el grupo más numeroso, según la información facilitada por la UGR. A esto habría que sumar los pesticidas que se consumen por su uso en entornos urbanos y domésticos.

Una vez en el cuerpo humano, estos pesticidas se metabolizan rápidamente y se eliminan en la orina. Estudios experimentales sugieren que algunos pesticidas no persistentes pueden actuar como sustancias químicas que alteran el sistema endocrino, conocidas como disruptores endocrinos. El aumento de la exposición a estos disruptores endocrinos en las últimas décadas puede ser uno los factores responsables de la tendencia hacia un inicio más temprano de la pubertad en las niñas, y posiblemente también en niños.

En definitiva, apunta Freire, “los resultados sugieren una asociación de la exposición infantil a fungicidas y ciertos insecticidas con una pubertad más temprana en niñas y niños. Estos resultados son muy preocupantes ya que la pubertad precoz se ha vinculado con diferentes trastornos en la infancia y adolescencia, con consecuencias tardías en su salud”. Olea, por su parte, destaca que es llamativo que más del 60% de las niñas y niños tengan pesticidas organosfosforados en su orina, con diazinón encabezando la lista, seguido de fungicidas, en más de la mitad de la población y, a continuación, clorpirifós y los piretroides, detectados en cerca del 40% de los niños y niñas. “Esto es algo que jamás debería de haber ocurrido”, ha indicado.

El lado bueno, según señala Olea, es que se trata de una consecuencia reversible y con un cambio en la alimentación puede llegar a revertirse la tendencia. De hecho, el investigador señala a cuatro recomendaciones: comer de temporada, consumir productos de cercanía, no comer procesados y pagar un precio justo por la comida. 

En este sentido, a modo de conclusión, el investigador recuerda el binomio entre saludable y sostenible, una idea que lleva vigente en el mundo académico desde 2019 y que sostiene que lo que es bueno para el medio ambiente también debe ser bueno para el ser humano, ya que ambas partes forman un todo. 

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