Villa Pineda, una casa infantil de verano

La ONG Tierra de Todos organiza talleres, clases y juegos para niños de entre 4 y 14 años Durante el año la asociación apoya a familias inmigrantes y en riesgo de exclusión social asesorándoles en distintas áreas

A. M.

19 de julio 2013 - 01:00

"Cuando diga compañero todos debéis taparos los ojos...", así comienza el juego. El grupo de niños que acude a la Escuela de Verano que desde julio pone en funcionamiento el proyecto marista Tierra de Todos, pasan la mañana descubriendo, jugando y sobre todo, aprendiendo valores educativos y de compañerismo. El sol de julio deja de importar cuando se trata de ayudar a estos pequeños (en su mayoría inmigrantes) en su crecimiento personal al calor de la casa Villa Pineda, emplazamiento cedido temporalmente por el Ayuntamiento a la asociación que conforman docentes y antiguos alumnos del colegio Maristas.

"Es una experiencia nueva tanto para los voluntarios como para los niños. Les echamos una mano, sobre todo porque a través de los juegos y talleres ven modelos cercanos, y personas en las que pueden verse reflejados". Entre las palabras de Enrique García, coordinador del proyecto, se entrelazan risas y gritos. Los niños, hijos de padres inmigrantes en su mayoría, de edades comprendidas entre los 4 y los 14 años, viven un verano distinto: dan clases de inglés, español y matemáticas, para después dividirse por grupos (establecidos a razón de la edad) y salir a divertirse en el recinto que rodea Villa Pineda, en las inmediaciones de Villarejo. "Es una tarea enriquecedora pero complicada, sobre todo con los niños de 4 y 5 años, que son acogidos por los servicios sociales a partir de los 6", explica la coordinadora del proyecto Sara Fernández.

"Esta ONG está haciendo una gran labor de apoyo a los 150 niños que han pasado por aquí, un trabajo que si no fuera por ellos sería bastante difícil conseguir". Hasta "la casita" se desplazaron ayer el concejal de Familia y Bienestar Social, Fernando Egea y el concejal de Juventud, Juan Francisco Gutiérrez, para ver las actividades desarrolladas por el proyecto. El aire de mediodía trasmitía pureza y alegría, contagiando a todo el que hasta allí se acercaba, incluso a los ediles, que se atrevían a divertir a los niños mientras estos posaban a la cámara.

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