Aromas y sabores
  • Bombones, flores y objetos con forma de corazón, preferiblemente en tonos rojos o rosáceos. ¡Huye del estereotipo! El vino es un regalo clásico, pero no está encasillado, que además es romántico, pero no se asocia a cursilerías. Deja de buscar qué regalar. ¡El vino es la mejor respuesta!

Vino: el regalo perfecto para San Valentín

Brindar por el amor. Brindar por el amor.

Brindar por el amor.

Escrito por

Margarita Lozano

Hace unos días un amigo publicó en una conocida red social que "en los próximos días veríamos a muchos hombre por la calle con flores y bombones pero a ninguna mujer con una caja de vino" en alusión a los regalos de San Valentín. Yo contesté diciendo que somos muchas las mujeres a las que también nos gustaría que nos regalaran vino y que, de hecho, entre una caja de bombones y una de vino, me quedaría con la de vino.

El vino se relaciona con los placeres sensuales y el beber bien pertenece a la cultura del erotismo. Eurípides, ya en el siglo V a.C. decía: "Donde no hay vino no puede haber amor".

El vino que compartimos en una mesa para dos, muchas veces se convierte en nuestro preferido, no por el gusto del vino sino por la persona con la que lo bebemos. San Valentín es la gran excusa para celebrar el amor compartiendo un vino con nuestro amado o amada. Es verdad que muchas de las botellas que se abren corresponden a este romanticismo del vino. ¿Quién no ha descubierto en su primera cita (aunque el vino fuera un lambrusco) la pasión que hay detrás del vino?

El vino y el amor es un maridaje histórico. Dionisos era dios de la embriaguez divina y del amor más encendido. Las mujeres eran las más fieles seguidoras del dios, en forma de nodrizas, amantes o frenéticas bacantes. Este dios, propiciador de placeres, goza de una vida muy promiscua en las historias ancestrales. Sus más famosas conquistas son la mortal Ariadna y la diosa del amor profano, Afrodita-Venus. Jugar al amor cuando se está ebrio es una usanza casi tan antigua como el mismo vino. Los ‘Octavos’, juegos originarios de la Grecia Magna, eran ritos erótico-dionisíacos que consistían en beber tantas copas de vino como letras formaban el nombre de la amada. Así, el banquete griego, que en un principio utilizaba el vino para filosofar, se sexualiza.

Compartir vino y amor. Compartir vino y amor.

Compartir vino y amor.

Ovidio anticipó el ritual que se desarrollaría en las bacanales romanas con su sentencia: "Con amor, el vino es fuego".

En el Antiguo Testamento la vid es símbolo de fertilidad y también de reproducción humana. Lot es emborrachado por sus hijas porque éstas no quieren que se extinga la especie y así pueden copular con su padre. En la tradición judío-cristiana el vino es visto de manera positiva como creador de uniones. Pero en este capítulo de Lot y de sus hijas demuestra como el mosto fermentado, bebido con desmesura, lleva a cometer actos impuros.

Prosiguiendo en la historia del erotismo del vino, la poesía persa en boca de Omar Khayâm implica el hedonismo de beber y de amar. Después, la mística sufí recogerá esta tradición para llegar a la divinidad, perpetuando la imagen del vino como potenciador del amor.

Así, en la Edad Media, encontramos cómo el Arcipreste de Hita, en El libro del Buen Amor, nos cuenta cómo Venus y Bacus son inseparables compañeros. Giacomo Casanova en Histoire de ma vie escoge a modo de maridaje los mejores vinos para conquistar a las mujeres. El vino está íntimamente ligado al imaginario del placer en el siglo XVIII y, a partir de ello, se define el rol social que tiene en la actualidad.

Pensemos en la publicidad, en cómo los anuncios de alcoholes siempre aluden al mito primigenio de Dionisio donde la noche, el vino y la música acercan a las mujeres y los hombres. Una cita con un buen vino da pie a hablar de amor, y tal vez a tomar una última copa, aunque esta ya será en otro ámbito. El vino nos acerca al amor y nos obliga a compartir una botella llena de sentimientos. Ya nos advirtió Eduardo Galeano: "Todos somos mortales, hasta el primer beso y la segunda copa de vino".

El vino, al abrirlo, transmite emociones, recuerdos, sensaciones. La cuestión es que la botella todavía cerrada, también debe ser un vehículo de comunicación, capaz de generar esas emociones, esa primera buena impresión y transmitir que hay en su interior. De ahí que cada vez más se cuide el packaging y el diseño de las etiquetas.

Hay pocas cosas mejores que un regalo que se puede compartir, porque va más allá de lo material, se convierte en una experiencia. Un vino acompañado de una cena casera es un detalle romántico y, muchas veces, inolvidable. Tanto si llevas unos meses como varios años, los expertos en relaciones de pareja aseveran que es importante cuidar la relación, buscar tiempo para ambos y tener gestos que hagan que la otra persona se sienta especial e importante.

Pero, ¿qué vino elegir? Si conoces los gustos de tu pareja, tienes medio camino andado, aunque tampoco escojas la vía más fácil, es decir, comprar esa marca que sabes que le gusta, más bien tómala de referencia y ve a una tienda especializada donde un profesional pueda aconsejarte y pídele un vino del mismo estilo pero de otra marca. Así sorprenderás a tu pareja y además tendrás cierta seguridad de que va a ser de su gusto. De todas formas, con cualquier regalo, nos arriesgamos a acertar o no. Además, elegir vino es una demostración de generosidad, de nostalgia, de amistad, ya que al elegir vino invitas a compartir un copa, una comida, una cena…un instante único.

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