Vinos 'lunáticos'
Mirando al cielo. ¿Pueden los ciclos lunares afectar al sabor del vino? ¿Habría, entonces, que organizar las catas en los días dictados por el calendario lunar?
NO es nada nuevo asociar el "universo" del vino a la astronomía, su influencia en los procesos agrícolas y enológicos y su puesta en práctica, por lo tanto, en la elaboración. En el siglo XIX, Rudolf Steiner, propulsor de la agricultura biodinámica con sus preparados homeopáticos y María Thun, con su Calendario Cósmico, adaptaron las prácticas agrícolas a los ciclos de los planetas y las estrellas, indicando la estrecha relación entre las fuerzas cósmicas y el crecimiento de las plantas. Rudolf Steiner basa la biodinámica en la Teosofía, un movimiento filosófico-religioso-esotérico, que promueve el desarrollo de la filosofía y de la ciencia y la interrelación entre todo lo existente en el Cosmos.
Al igual que los cambios y movimientos de nuestro satélite son los responsables de las mareas, hay vinos que se elaboran al compás de la Luna, en armonía con los ciclos del Sol, de la propia Luna y de las estrellas; uvas criadas en cepas bajas con fertilizantes naturales y siguiendo los ritmos marcados por los astros. Todo lo que ocurre en el campo pasa de la planta al fruto y de éste al vino. Pero además, el vino, como algo vivo, recibe y percibe las influencias del Cosmos.
Mediante el uso del Calendario Cósmico se eligen los mejores días, según sus influencias, para los trabajos del viñedo y de bodega. Para comprender los efectos del Cosmos se utiliza el sistema Geocéntrico, por ser la Tierra el centro de recepción de estos fenómenos.
El cambio de la posición de la Luna con respecto al Sol da lugar a las distintas fases lunares: llena, menguante, nueva y creciente. Cada fase, determinada por la rotación lunar y la posición del Sol, influye en la celeridad de los procesos. La Luna Creciente implica procesos acelerados: por ejemplo, movimiento de savia o fermentaciones más rápidas. La Luna Menguante, por el contrario, favorece los procesos pausados. El ritmo trazado por la Luna en su desplazamiento, 'ascendente' y 'descendente', también es vinculante a los fluidos, la savia y los procesos biológicos, activándolos o ralentizándolos.
El calendario biodinámico regula las distintas tareas agrícolas, desde la siembra, la poda, hasta la cosecha y clasifica los días más adecuados para realizarlas. Categorías relacionadas con la influencia de la Luna y las estrellas en los ritmos naturales de la Tierra y que representan el momento óptimo para una etapa particular en el crecimiento de la vid. Así, los días de fruta son los mejores para la cosecha; los días de raíz, los más adecuados para la poda; los días de flor, aquellos en los que hay que dejar la planta sola para que produzca el fruto; y los días de hoja son los mejores para aportar agua a la vid. Estas son prácticas que ya utilizaban nuestros ancestros quienes, por observación continuada, sabían qué días se podía y debía intervenir en la planta y qué días no.
Y finalmente, habría que tener en cuenta el ritmo Sideral o de desplazamiento, producido por el efecto de la constelación zodiacal. La Luna pasa a través de sus ciclos por las diferentes constelaciones que se agrupan en cuatro elementos: Tierra, Fuego, Agua y Aire, y su paso por los distintos grupos zodiacales con sus diferentes tendencias.
Por todo ello, para completar el recorrido por los astros y su influencia en el vino, cabría suponer que la cata debiera estar vinculada a un calendario que nos permitiera conocer bajo qué influencia se produce el descorche de la botella y apreciar los contrastes en las sensaciones que nos transmiten los vinos, permitiendo adaptar el momento al del proceso de elaboración de cada uno de ellos.
Con todo ello, sería posible establecer un calendario con las fechas óptimas de consumo del vino: Los días de fruta, son los días de la Luna en cualquiera de los signos de fuego (Aries, Leo, Sagitario); favorece y potencia el equilibrio, la armonía y los matices frutales de los vinos. Son los mejores días para catar y saborear los vinos.
Los días de flor son los días de la Luna en cualquiera de los signos de aire (Géminis, Libra, Acuario); favorece la cata de vinos más aromáticos, delicados y florales. Son días más neutrales en términos de sabores.
Los días de hoja son los días de la Luna en cualquiera de los signos de agua (Piscis, Cáncer, Escorpio). En estos días la planta se centra en la producción de clorofila, y aunque potencian los matices vegetales de los vinos, no es un buen día para la cata, aunque sí puede serlo para ciertos vinos blancos.
Los días de raíz son los días de la Luna en cualquiera de los signos de tierra (Capricornio, Tauro, Virgo). Potencia los sabores tánicos y las notas frutales desaparecen. Se considera un mal día para la cata.
Y cuando se desaconseja catar el vino, pues no es un momento óptimo, es en la fase de nodo lunar.
Dicho esto, consuman vino todos los días: lo expuesto solo redunda en lo maravillosamente complejo y a la vez fácil de disfrutar que es un vino. Hay tantas formas de abordarlo… Pero todas tienen en común el placer.
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