Vuelvenlas escopetas
Caza Apertura de la veda en Granada
Ejercicio saludable, entretenido, lúdico y antiestresante para sus partidarios; carnicería innecesaria y cruel para sus detractores; deporte, al menos oficialmente, aunque muchos tengan la impresión de que se la incluye ahí a falta de otro sitio mejor. De las tres formas podría ser denominada la caza, una actividad tan antigua como la historia misma de la humanidad que practican en Granada entre 60.000 y 65.000 personas, según estimaciones de la Federación Provincial. A ella pertenecen más de 20.000 asociados. El resto está registrado en la Delegación de Medio Ambiente, requisito para poder hacer uso de un arma de fuego con fines cinegéticos.
Todos esos seguidores están ahora un poco más contentos que hace un par de semanas. El motivo de su alegría es que el pasado 12 de octubre se abrió la veda para la mayoría de las especies de caza menor, como palomas, perdices, liebres o codornices. Podrán disparar sus escopetas hasta el próximo 28 de diciembre y aún pasada esa fecha si se limitan a zorzales, estorninos o palomas torcaces.
Se espera una gran temporada, porque las condiciones meteorológicas han sido las más favorables: una primavera en la que hubo bastantes precipitaciones, sobre todo al final, y un verano no demasiado caluroso.
En los aproximadamente 1.200 cotos repartidos por la provincia, que ocupan una superficie total de un millón de hectáreas y de los cuales 200 tienen la categoría de coto deportivo, se caza todo lo mencionado y también jabalíes y, con permiso especial de la Delegación provincial de Medio Ambiente, cabras montesas en algunos puntos. Y en ciertos sitios, también con limitaciones, ciervos.
En Granada, a decir de los expertos, la especie estrella es el zorzal, ave paseriforme del mismo género que el mirlo que, por lo común, tiene el dorso de color pardo y el pecho claro con pequeñas motas. Vive en España durante el invierno. Se estima que en las últimas temporadas se han abatido, como media, unos 200.000 ejemplares.
Le sigue el conejo, con más de 160.000 ejemplares cazados al año, muchos de los cuales terminan en las cazuelas de otras tantas casas de granadinos, aunque también es cierto que un buen porcentaje acaba en los fogones de los restaurantes. En algunas zonas, como la Alpujarra, las presas de caza menor son una parte muy significativa de sus menús. Y también las de caza mayor, como el jabalí.
Lo que es más difícil de precisar es cuánto dinero mueve al año esta actividad. No hay datos precisos sobre ello, aunque sí algunas pistas que llevan a pensar que es mucho: una montería de venados y jabalíes puede costar entre 500 y 6.000 euros por puesto, y un ojeo de perdiz, de 600 a 3.000. En un puesto puede haber uno o dos cazadores. Lógicamente, no todos los aficionados se pueden permitir ese capricho, pero no sería descabellado decir que la cacería mueve en Granada decenas de millones al año. Y genera empleo, aunque sea temporal: más de diez mil jornales. Por otra parte, los cotos privados necesitan también guardias de seguridad, con lo que el gasto aumenta aún más.
Los ficheros demuestran, por lo demás, que la afición se transmite de padres a hijos. Hay licencias para jóvenes de 14 años y la mayoría de los practicantes está por debajo de los 30. El relevo está garantizado.
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