Se siente "enormemente aliviado" por el paso que la Consejería de Justicia ha dado al iniciar el proceso para exhumar la fosa en la que yacen los restos de Lorca, del que es biógrafo. Ian Gibson -que no oculta su emoción al ver cómo se llevan a cabo los trabajos previos justo en el lugar en el que él ubicó la fosa, insiste en su teoría al mostrarse "convencido de que los restos están en el parque".

"Yo pienso que Manuel Castillo no me mintió. Él estaba convencido de que enterró allí a Lorca, a Dióscoro Galindo y a los dos banderilleros. No me dijo que habría dos personas más, eso es nuevo para mi y no he podido ver ninguna documentación, por lo que mi opinión sería inútil. No quiero decir que no estén allí, pero Manuel me habló de cuatro", afirma el hispanista.

Gibson, que recuerda que el testimonio del enterrador ya lo recogió Agustín Penón diez años antes que él, destaca precisamente el hecho de que ese primer testimonio tuvo lugar a tan sólo una distancia de 20 años del asesinato en 1956. "Cuando a Manuel le forzaron a enterrar a Lorca tenía 16 años y eso se le quedó clavado en la memoria. Yo creo que no me mentía", valora.

En este "momento histórico" que, en su opinión, tiene lugar, sería una "crueldad brutal" y un "esperpento de Valle Inclán" que no se hiciera público, tras abrir la fosa para exhumar a los enterrados junto al poeta cuyas familias así lo han solicitado, si Lorca está o no enterrado allí. "Si al final devuelven todo a la fosa diciendo que no saben si está allí o no, alimentarán los bulos. Yo haré mis maletas, lo digo en serio, y me largaré. Tengo la Medalla de Andalucía y me pensaría seriamente si la devuelvo", asegura.

En cuanto a la actitud de la familia Lorca, el irlandés no entiende cómo entre los seis herederos -que se consideran progresistas- no hay "alguna voz discrepante" que no entorpezca el proceso. Así, bajo su punto de vista, la actitud de la familia es "grotesca".

Porque, en su opinión, "Lorca no es sólo de su familia, sino de los millones de personas del mundo que han estado en contacto con su obra y aman al hombre y al autor". Por ello, considera que la familia del poeta está haciendo "un daño tremendo al movimiento de la recuperación de la Memoria Histórica", dado que "en vez de dirigirlo, dificultan todo".