“Hay que aguantar tres horas de cola para pedir un certificado”
La crónica
Encontrar muchas personas a la puerta se ha convertido en algo cotidiano
Si para acudir a las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (Inem) es imprescindible llevar todos los documentos actualizados y en regla, también es recomendable no olvidar una buena dosis de paciencia para soportar las largas colas que en las últimas semanas se están formando a las puertas de los centros.
“Vine a las 9:15 horas, he estado 45 minutos haciendo una cola y, como me faltaba un papel, he tenido que volver a la fila cuando he conseguido el documento”, explica resignada Teresa López, “porque quién se atreve a pasar directamente”.
Y es que los ánimos se caldean tras soportar impertérritos varias horas de pie sobre la misma baldosa. En torno a tres horas de media es el tiempo que transcurre para poder alcanzar el mostrador de la oficina y ver la cara del funcionario, según denuncian los usuarios del servicio de empleo. “He venido ya varias veces y esto no tiene solución; hay veces que la cola llega hasta los juzgados de la Caleta”, critica Luis Ruiz, otro de los granadinos que sufre la saturación de los centros del Inem.
De hecho, ya se empiezan a detectar pequeñas colas de madrugadores que esperan en la calle a que las oficinas abran. “Ayer pasé sobre las 8:30 horas por la puerta del centro de Cercanías y ya había filas organizadas”, asegura Elisa Gómez.
Grupos de personas que tienen que sufrir las inclemencias del tiempo irremediablemente. “Ni siquiera te dan un número que te permita tomarte un café mientras te toca. Tienes que estar todo el tiempo en la cola y como te despistes pierdes el turno”, lamenta Luis Ruiz. “Esto se arreglaba poniendo a los ministros y los alcaldes una semana aquí, para que vean realmente lo que hay que aguantar”, reclama el padre de Luis, que ha acudido junto a su nuera a acompañar a su hijo.
“Esto es una vergüenza; para que me den un certificado tengo que estar esperando unas dos o tres horas”, reprueba Pedro Carilla, otro de los desempleados que acude a las oficinas del Inem por estos días. “Lo peor es cuando pasas dentro y compruebas que sólo hay una persona para atender a 80 usuarios, más lo que ya hayan venido a lo largo de la mañana”, alega el granadino.
Eso sí, el buen criterio y la razón impera en las filas, que no usan la rabia que produce la espera para atacar a los trabajadores de la oficina, los otros perjudicados de la saturación de los centros. “Me han atendido muy bien y con mucha amabilidad. Hay que entender que ellos no tienen culpa y que el aumento de parados también les afecta a ellos”, comenta Teresa López.
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