Las argollas del Palacio de Carlos V
Las cuarenta argollas del Palacio ni eran para atar caballos, ni para colgar moriscos; aunque, como en el cuento de Alí Babá podían servir para atar a cuarenta y exhibirlos los domingosSe trata de accesorios decorativos que se empleaban con cierta frecuencia en los monumentos italianos del siglo XV · Solían ser de hierro forjado, no de bronce y parece que tienen su origen en Florencia y Siena
Es verdad que resultan enigmáticas las cuarenta argollas de bronce que adornan las fachadas del Palacio de Carlos V. Sean hoy protagonistas porque podrían ser muy útiles.
El curioso visitante de la Alhambra, al pasar por el Palacio renacentista que trazó Pedro Machuca, suele hacer siempre dos preguntas: ¿qué hace aquí en medio un palacio cristiano? Tiene su respuesta si atendemos al papel imperial de Carlos V, defensor de la fe cristiana en occidente y mucho más en Granada, último reino islámico. La huella más contundente de esa victoria queda en el paisaje: el palacio cristiano en el mismo corazón de la Alhambra mora, salpicado de numerosos símbolos de la victoria contra el infiel. Carlos V aparece como Hércules vencedor de sus enemigos. Entonces las cosas eran así.
Pero, ¿y esos aros de hierro en las fachadas? Están llenas estas de interesantes programas arquitectónicos y escultóricos: los modernos casetones de almohadillado florentino o los relieves de los bancos, con alusiones a la victoria sobre los franceses de Francisco I en Pavía, con motivos marinos relacionados con Isabel de Portugal esposa de Carlos V, etc.
Las diez que van adornando las tres esquinas son argollas de forma amorcillada unidas por unos mascarones y sujetadas al muro por cabezas de águilas que sostienen el aro con sus picos y lenguas. La simbología del águila en la corte de Carlos V está suficientemente clara. Basta recordar su escudo con el águila bicéfala.
Las otras treinta argollas están formadas por columnillas de capitel jónico unidas por las bases y envueltas en una filacteria en la que se lee el lema de Carlos V en francés Plus Oultre. Van sujetadas por cabezas de leones; otro de los simbólicos animales guardianes empleados con frecuencia para preservar las entradas.
Se trata de accesorios decorativos que se empleaban con cierta frecuencia en los monumentos italianos del siglo XV; solían ser de hierro forjado, no de bronce, y parece que tienen su origen en Florencia y Siena, extendiéndose luego por toda Italia. Aunque en Plasencia se conserva la Casa de las Argollas del siglo XIII y otra en Andújar del XVI.
No era extraño que un palacio moderno, el primero en España de imitación florentina, colocara esos adornos en sus fachadas. Algunos creen haberlos visto en el palacio de los Médicis en Florencia. Son frecuentes en Gante, la ciudad natal de Carlos V, y los hemos visto en la Plaza del Burgo en Brujas.
Estas argollas granadinas fueron fijadas en los muros del palacio de Carlos V en 1542; las hizo el escultor italiano Nicolo da Corte, el mismo que estuvo trabajando en los relieves del palacio y en los del Pilar de Carlos V que hay junto a la Puerta de la Justicia. Parece que para los leones se inspiró en otros que él mismo hizo para la portada del Palacio Salvago en la Piazzetta de Génova.
Una vez trazadas las argollas había que fundirlas en bronce, para lo que parece que se recurrió al mismo fundidor que hizo la campana de la Vela, Juan Vélez.
Muchas se perdieron y otras fueron robadas; hubo que hacerlas de nuevo y colocarlas en el siglo XX (1924) gracias a Torrés Balbás y a los talleres del fundidor Guevara, y gracias también a Prieto Moreno que las hizo en 1967 en los talleres Codina de Madrid. Los mismos que hicieron el monumento al torero Paquirri en Barbate.
Así es que las tales argollas eran de adorno, con cierto sentido simbólico de protección del monumento y la mayoría son de antesdeayer. Ni eran para atar caballos, ni para colgar moriscos; aunque podían servir para atar a unos cuantos y exhibirlos los domingos. Y siendo cuarenta, como en el cuento de Alí Babá, habría para cuarenta. Y tal vez falten.
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