Un arroz de diez en Las Olivillas de Güéjar Sierra
Nada mejor que el fuego lento a base de leña, sartenes de la abuela, productos ecológicos recogidos de tu propia finca y mucho cariño y profesionalidad para que la comida resulte deliciosa. Es lo que ocurre en el Restaurante Las Olivillas de Güéjar Sierra. El arroz sabe a arroz, comerlo es un viaje al pasado. José Castillo Medina, dueño del restaurante y cocinero lo hace a la manera tradicional, respetando los tiempos de cocción, con vegetales de su finca plantados y recogidos por él. Resulta gratificante comer este plato mientras se disfruta del fuego tan agradable que arde en la chimenea y de unas vistas espectaculares que regalan los amplios ventanales.
Los pimientos rojos están previamente asados en el horno, aportan al paladar un toque único, sano y natural. A quien no le guste la carne se sentirá satisfecho evitándola y escogiendo sólo arroz, sabroso caldo y pimientos, que por cierto son buenísimos para el corazón. Sin duda, es uno de los arroces más completos y ricos de Granada. Me llamó la atención el color y la calidad del caldo, tan rico que podría tomarse solo. Sin duda, el arroz en sartén es una de las especialidades de la casa. Puede ser mixto de conejo y pollo, de marisco o de perdiz. Se sirve a la manera de siempre y mientras reposa, recomiendo probar la morcilla, que es baja en grasa y no se repite. Sin ninguna duda, también encabeza las mejores de Granada por su suavidad, aroma y la forma en que se funde en el paladar.
Calabazas, cebollas, castañas, todo tiene un sabor único en Las Olivillas. Cuando José Castillo lo abrió en agosto de 2003, ya venía con una amplia experiencia en hostelería. En Sierra Nevada, con Las Sabinas, después en Los Castaños del Charcón. Su mano derecha es su mujer, María García Castillo, pero todo el equipo es cariñoso y entregado a su trabajo. Por eso cuentan con una clientela fiel y de calidad, que sabe que nunca saldrán defraudados. Está a 20 minutos de Granada y a 35 de Sierra Nevada.
Zona de bar, amplia terraza con vistas y dos comedores ofrecen espacio suficiente para que se puedan celebrar eventos. De todos los puntos de España viene gente a disfrutar de la excelente cocina del Restaurante Las Olivillas. Los buenos clientes, además, podrán probar un licor de cerezas casero que es muy fino y reconfortante.
La carta cuenta con otros platos estrella: las espinacas con queso, la crema de calabaza, la sopa de cebolla, de picadillo o de puerro y calabacín. Las carnes se hacen todas en horno de leña. Muy recomendable el cabrito asado en su jugo y la paletilla lechal. También el choto al estilo güejareño, con picante y ajos.
La sartenada de patatas con huevos fritos camperos merece un diez. También platos tan nuestros como papas a lo pobre. Los pescados son muy buenos: dorada o lubina a la espalda, rape con salsa verde. No faltan las sopas y cremas calentitas ni verduras como habas con jamón o revuelto de ajetes y gambas.
Como la cocina es auténtica, la rigen las estaciones. Merece la pena pasar en tiempo de castañas, porque se asan y se ponen de tapa o se hacen platos con ellas. En cualquier momento es un restaurante muy agradable al que gusta, como dice la canción, volver y volver. Un buen sitio para recuperar los sabores de siempre y disfrutar de una cocina suculenta, tradicional, nutritiva y equilibrada.
El nombre le viene porque antiguamente, aquí, unas olivas milenarias protegían los romances de los enamorados. De tanto amor, el restaurante parece protegido por la buena energía y la calidez. Sin ninguna duda, entrañable.
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