Granada

El atractivo del gigante asiático

  • El Instituto Confucio también organiza cursos de chino en verano

"El holandés también es difícil". Guillermo no para de moverse en su silla. Frente a él, la mesa llena de indescifrables signos chinos. "No son letras, son caracteres", apunta Ulisses, que asegura que está mejor aquí en su casa. "Allí me aburro". Los dos son alumnos de los cursos de verano para niños del Instituto Confucio de la Universidad de Granada (UGR). Exhiben su destreza a la hora de leer los mínimos cartelitos con ideogramas chinos que les muestra su profesora, Ana Morente. "Aprendí chino en Granada", explica la docente. Comenzó con 13 años y decidió hacer de ese aprendizaje su camino profesional. Ha estado en China "cinco meses", una estancia que fue determinantes para fortalecer los conocimientos de un idioma que se abre camino entre las preferencias a la hora de aprender una lengua extranjera. En el caso de sus alumnos, su capacidad políglota es extraordinaria. Guillermo -que reconoce que preferiría estar en Motril antes que en clase- y su hermano Enrique anuncian que saben inglés y francés y que van a empezar con el alemán.

Emma Duan es profesora del Instituto. Lleva cinco años en Granada, tiempo en el que ha aprovechado para aprender español al tiempo que ha trabajado como docente de chino. Reconoce que es cierto que "mucha gente" ha encontrado en el aprendizaje de este idioma una posibilidad de ampliar su horizonte laboral. El desembarco de "empresarios chinos" en negocios inmobiliarios o clubes deportivos ha crecido de forma notable en los últimos años. Esa presencia requiere de intérpretes, personas que faciliten la comunicación entre las dos partes. Los aspirantes a ejercer de puente son los que ahora se esfuerzan en estudiar chino.

No es fácil. Duan reconoce que a más nivel mayor es el porcentaje de abandono, sobre todo entre quienes se animan a estudiar "por afición". El interés por continuar es mayor entre los que quieren hacer del chino parte de su trayectoria profesional. "Son alumnos muy motivados" que no se achantan ante la dificultad de un idioma que aquí es, curiosamente, sinónimo de algo indescifrable.

El Instituto Confucio ofrece un año más cursos de verano tanto a niños como a adultos. En esta convocatoria cuentan con 17 alumnos. Entre los matriculados hay quien quiere mantener el ritmo de las clases y no evitar que las vacaciones erosione los aprendido con esfuerzo a lo largo del curso. Otros aprovechan su descanso para intentar progresar de nivel en el menor tiempo posible. "Aprovechan los cursos intensivos para avanzar más rápido", indica Duan, que reconoce que la mayor dificultad que se ha encontrado como docente de chino no es, curiosamente, la diferencia abismal entre los dos idiomas, sino aprender castellano para poder enseñar chino. "La mayoría de los profesores venimos de la Universidad de Pekín, y allí no se aprende español. Enseñamos chino a alumnos de otros países y lo habitual es utilizar el inglés para explicar conceptos más difíciles o la gramática. Aquí tenemos que utilizar el español".

El centro -que este curso ha tenido 387 alumnos- tiene como objetivo enseñar el idioma y la cultura chinas. Además de clases, organiza ponencias, talleres, ciclos de cine y celebra las festividades propias, como el Año Nuevo la fiesta del Medio Otoño.

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