En avioneta por el mundo, rumbo Motril

La célebre aviadora Amelia Earhart dijo que "lo que los hombres han conseguido, las mujeres deben intentarlo; si fracasan, las demás deben aceptar el reto". Poco después, en 1937, desapareció cuando trataba de dar la vuelta al mundo. Desde entonces, muchas mujeres han aceptado este reto. 60 años más tarde Mercè Martí consiguió ser la primera mujer en ganar la vuelta al mundo a bordo de una avioneta.

Esta barcelonesa, que ofreció hace semanas una conferencia en Motril, también participó como invitada en la V edición del Festival Aéreo que organiza la Asociación Aeronáutica Orión y que tuvo lugar en la playa de Motril.

En su familia no había tradición en el mundo de la aviación pero cuando se fue a Oklahoma (Estados Unidos) con 19 años a estudiar descubrió que allí pilotar un avión era algo habitual. Un año después, en Memphis, realizó sus estudios de piloto privado, comercial, instrumental e instructora.

Esta atleta, que había ganado el campeonato de Cataluña y fue miembro de la selección española, se dio cuenta de que en la aviación también había un mundo hecho paralelo en la competición.

Así, probó sus fuerzas en la segunda edición de la vuelta al mundo en 1994. En la presentación de la prueba en París, el sueco Eric Banck buscaba un aviador con el que participar en la prueba, pues su compañero había tenido problemas de última hora. Mercé se ofreció y después de recorrer 33.500 kilómetros en 92 horas y 27 minutos, no sólo se proclamaron campeones del mundo, sino que batieron tres récords. Martí se convirtió en la primera mujer en conquistar este galardón y en la persona más joven en conseguirlo.

En un ámbito eminentemente machista tuvo que escuchar las críticas que restaron mérito a su victoria, que atribuyeron el éxito a su compañero. Dolida por estos comentarios, en 1996 fue dispuesta a demostrar su valía. Compartió aventura con la piloto estadounidense Carol Jensen, con la que consiguió la segunda plaza.

La piloto tiene en su haber miles de aventuras: En el año 1998 fue la organizadora de la expedición aérea Discovery Flight, pilotando un Fairchild R-24, un viejo avión de la Segunda Guerra Mundial, fabricado con aluminio, tela y maderas, que gastaba un litro de aceite a la hora. Con él sobrevoló en doce escalas África occidental hasta llegar a Yamoussoukro, la capital de Costa de Marfil.

Actualmente tiene una empresa de aviación (Infinit Air) que se dedica a todo tipo de trabajos aéreos, aunque destacan las labores de apagar fuegos. Tiene su sede en Sabadell y pertenece al selecto club de los Cien Grandes Aventureros Españoles de Todos los Tiempos.