Ayer y Hoy

Granada, triste 11 de febrero de 1919

  • Víctimas del caciquismo granadino, mueren a tiros el estudiante Ramón Ruiz de Peralta, la joven Josefa, recién casada, y el obrero Ramón que pasaba por allí

  • Felipe La Chica, alcalde fue suspendido

Comisión contra los sucesos en Granada.

Comisión contra los sucesos en Granada. / R. G.

Hace exactamente 100 años. Jornada trágica. Día de luto en Granada. Una huelga de estudiantes manifestándose contra el caciquismo local acabó en un enfrentamiento con la Guardia Civil, resultado de lo cual murió de un tiro en la cabeza el estudiante de Medicina Ramón Ruiz de Peralta, hijo del secretario del Juzgado de Instrucción de El Salvador.

Una desaparecida placa ‘A la memoria de Ruiz de Peralta’ recordaba a la víctima en un edificio de las religiosas Siervas de María de la calle Niños Luchando, junto a plaza de la Encarnación.

Conocida la noticia vinieron las protestas de numerosos estudiantes, catedráticos de la Universidad y de la propia ciudad que vistió de colgaduras con crespones negros los balcones de sus calles más céntricas.

Josefa González y Ramón Ruiz de Peralta. Josefa González y Ramón Ruiz de Peralta.

Josefa González y Ramón Ruiz de Peralta.

¿Enseñan algo las crónicas de ayer? Porque venía la cosa de atrás. Huelgas generales de 1916 y 1917. Las prácticas caciquiles de los políticos de turno, falsificando los resultados electorales; repartiendo prebendas y cargos públicos a cambio del voto; la crisis económica que asoló Granada en esas primeras décadas del siglo XX; crisis de consumo; huelga de panaderos, de dependientes del comercio, de ferroviarios; aumento del paro al terminarse las obras de la Gran Vía; sospechas de prevaricación por parte del alcalde La Chica utilizando los presupuestos municipales en beneficio propio, etcétera, colmó los ánimos de los granadinos que acabaron echándose a la calle, encabezados por jóvenes universitarios y obreros, en febrero de 1919.

Pero si sospechosos eran los políticos aún más lo eran los funcionarios apesebrados de ayuntamientos y diputaciones que como estómagos agradecidos colaboraban en el fraude falsificando documentos, censos y actas electorales.

Se inició la manifestación en la Plaza de la Universidad trasladándose luego a la Plaza del Carmen y al Embovedado. La prensa recogía la violenta actuación de la Guardia Civil contra los manifestantes que respondían con piedras y adoquines.

Además del estudiante Ruiz de Peralta murió una muchacha recién casada, de nombre Josefa González, que se hallaba en el domicilio de sus padres, en la calle Reyes Católicos, esquina a la calle Mariana Pineda, siendo fatalmente alcanzada por un proyectil que entró en la habitación disparado desde la Plaza del Carmen.

Granada en la prensa nacional Granada en la prensa nacional

Granada en la prensa nacional / g. h.

También murió el mozo de estación de nombre Ramón Gómez que casualmente pasaba junto al puente del Carbón y que, según la prensa, dejaba viuda y una hija de siete años.

Todas estas fatales circunstancias causaron en Granada enorme indignación y echaron más leña al fuego de la manifestación. Inmediatamente fueron cesados el Gobernador Civil señor Aparicio y el alcalde Felipe La Chica.

Al entierro de las víctimas acudieron miles de personas siendo la manifestación de duelo más numerosa del siglo. La noticia tuvo una gran repercusión nacional. Una representación de los estudiantes granadinos encabezada por su presidenta, la joven Faustina Rodríguez, manifestó sus quejas en Madrid ante el propio presidente del Consejo de Ministros Conde de Romanones.

El ambiente en Granada seguía revuelto; se avecinaban las elecciones a Cortes del 24 de febrero y luego las generales de junio; y conservadores, liberales, izquierdas y derechas tenían que ganar como fuera. Una Granada en manos de ilustres banqueros, grandes propietarios, ricos comerciantes y doctos catedráticos de apellidos sonoros metidos a políticos.

Los políticos, allí arriba, a lo suyo; y el pueblo, allí abajo, aguantando lo suyo. Lo de siempre.

En el recuerdo se quedaron esas tres jóvenes víctimas inocentes de una Granada caciquil: mujer, obrero y estudiante, representantes de lo mejor de la vida, de una vida que perdieron un 11 de febrero.

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