Ayer y Hoy

Marietta Robusti, pintora del siglo XVI

  • Fue el amor algo ambiguo de un padre obsesionado que la retrató muerta

  • La hija de El Tintoretto tenía que vestirse de hombre para ir al taller

  • Pintaba, cantaba y tocaba varios instrumentos

Se acerca el Día de la Mujer que debiera durar siglos. Como tantas y tantas mujeres con talento, esta que hoy recordamos también quedó anulada por la sombra de los hombres; lo triste es que fuera su propio padre; pasó en el siglo XVI con Marietta Robusti, pero alguna queda aún por ahí en pleno siglo XXI. Más de una; y eso tampoco es justo.

Era difícil destacar como mujer artista en los siglos pasados; era difícil reconocer su talento. Hasta el Renacimiento apenas se nombran mujeres y si se hace de alguna es al calor de algún hombre protector.

El caso de la veneciana Marietta Robusti (1560-1590) lo conocemos por ser la hija de Jacopo Comín, apodado Robusti y también El Tintoretto (era hijo de un tintorero). Marietta nació antes del matrimonio de su padre con otra mujer.

Día de la mujer. Día de la mujer.

Día de la mujer.

Sorprende la relación tan especial de este padre con su hija Marietta, mujer adelantada a su tiempo y de espíritu independiente que fue sin embargo anulada por la vehemencia de su propio padre en una relación paterno-filial algo ambigua; según las fuentes y sobre todo la obra de la autora romana Melania G. Mazzucco, la pintora demostró sus habilidades desde muy niña, pero su padre tenía que vestirla de muchacho con el pelo recogido para poder salir a la calle e ir al taller o a las clases de música; tocaba el laúd y la espineta y además tomaba clases de canto.

Tanto fue el desvelo de este padre celoso que, incluso por tenerla muy cerca, llegó a planificar su matrimonio con el sumiso y obediente joyero veneciano Mario Augusti y hasta la casa cercana donde tendrían que vivir. Aunque es verdad que no fue solo con Marietta; otras cuatro hijas que tuvo El Tintoretto, ya con su esposa legítima, las metió en un convento de monjas.

No debía ser muy torpe Marietta Robusti cuando su fama llegó incluso a las cortes del emperador Maximiliano II y de Felipe II que quisieron contar con su obra y tenerla como pintora de la corte; su padre no lo consintió. Felipe II ya contaba con los servicios de otra pintora italiana, Sofonisba Anguissola.

Presentación de la Madonna en el templo. Santa María del Huerto, en Venecia. Presentación de la Madonna en el templo. Santa María del Huerto, en Venecia.

Presentación de la Madonna en el templo. Santa María del Huerto, en Venecia.

A pesar de ello, Marietta La Tintoretta, como empezaron a llamarla, retrató a buena parte de las cortesanas venecianas, incluso parece que algunas obras atribuidas a su padre son en realidad de ella al haber aparecido las iniciales MR con las que tímidamente firmaba. Su escasa obra anda repartida; algo en el museo de los Uffizzi (Retrato de mujer); algo en el Museo del Prado (Mujer veneciana); algo en el Museo de Viena (Autorretrato).

Marietta falleció de parto a los 30 años, en 1590; sus restos reposan junto a los de su padre en la capilla familiar de Santa María del Huerto, de Venecia, en la que el propio Tintoretto dejó la obra de la Presentación de la Virgen en el templo, en alusión a su hija Marietta niña con su madre, su primera amante.

Dicen los biógrafos que su padre, obsesionado con ella, quiso pintarla en su lecho de muerte; leyenda que ha inspirado la obra de varios pintores posteriores; es el caso del romántico francés León Cogniet con su obra El Tintoretto pintado su hija Marietta muerta (1843).

Un viejo refrán castellano alude a la gran capacidad de las mujeres para hacer varias cosas al mismo tiempo; dice así “lavaba, fregaba, devanaba, atendía la taberna y daba de mamar al niño”. Permitan que en estos días tan especiales dedique estas letras a una mujer trabajadora de nombre Marietta Torné, profesora, pintora y cantante; dio de mamar a mis hijos y es abuela de mis nietas. Gracias, pero como ella hay miles de “mariettas”, basta con mirar alrededor y fijarse un poco. Lo que pasa es que a muchos hombres nos cuesta hacer dos cosas a un tiempo. Pero haberlas, haylas.

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