El Ayuntamiento de Granada obligará al dueño a demoler los elementos del edificio incendiado de Santa Ana "que tienen peligro de caerse"
Colocará una valla de obra más robusta para evitar el paso de los curiosos a la calle Santa Ana
Fotos: así ha quedado edificio incendiado junto a la iglesia de Santa Ana en Granada
El Ayuntamiento de Granada obligará al dueño a demoler los elementos de la fachada y del interior del edificio incendiado junto a Santa Ana que tengan peligro de desprenderse. Además, reforzará la seguridad de la zona con la instalación de una valla de obra que impida de manera más efectiva el acceso a la calle del siniestro, ya que la Policía ha detectado que los curiosos, bastante numerosos que se acercan al lugar del incendio, la desplazan para poder ver los desperfectos más cerca. Así lo ha confirmado Ángel Toro, jefe del Servicio de Conservación de Edificios del Consistorio a este diario. Los técnicos municipales no han podido acceder finalmente al interior del edificio para su inspección debido al riesgo de desplome de elementos.
El técnico municipal ha explicado en la misma calle Santa Ana que la intervención técnica del Ayuntamiento "en principio ha sido la inspección del edificio", para comprobar "cómo se ha visto afectado por el incendio". La revisión se ha centrado "principalmente en los elementos de madera, forjados y cubiertas que se han desprendido, y que tienen en riesgo la fachada". Por eso, Toro ha justificado el corte para los peatones de la calle Santa Ana, con el fin de "evitar el peligro a los viandantes".
"Ahora mismo se va a proceder a reforzar las medidas de seguridad, impidiendo el paso con una valla de obra", ha explicado el jefe de Conservación de Edificios del Ayuntamiento de Granada, que ha avanzado que "seguramente se desmuelan todos los elementos que tienen peligro de caerse a la vía pública". Con respecto a los edificios afectados, tanto la iglesia como el colindante "tienen pequeñas actuaciones que no suponen ahora mismo riesgo, pero que tienen que recuperarse en su momento", ha dicho Toro, que para concluir ha dicho que "una vez que se hagan las medidas de seguridad de las actuaciones, los propietarios procederán a la rehabilitación del inmueble".
Los dueños del edificio tendrán que ser los encargados de realizar las demoliciones de seguridad tanto si dan a la vía pública como al interior a requerimiento del Ayuntamiento. En caso de no hacerlo, será el Consistorio el que actúe de forma subsidiaria.
Los Bomberos, de nuevo
Un retén de Bomberos de Granada trabajó en refrescar los rescoldos del edificio abandonado que ardió el lunes, y que amenazó una de las joyas patrimoniales de Granada, la iglesia de Santa Ana. Con una manguera arrojaban agua sobre los escombros de la parte derruida del inmueble para rebajar la temperatura y evitar que el fuego pudiera reavivarse, posibilidad que el jefe de los Bomberos de la ciudad, dio prácticamente por descartada.
Gustavo Molino, responsable del Cuerpo en Granada, aclaró a este diario que todavía siguen trabajando en la zona donde se extendieron las llamas, llevando a cabo tareas para refrescar puntos de la vivienda que están todavía humeantes. Asimismo, avisó que, en principio, "no hay más riesgo de propagación", y explicó que estas actuaciones están enfocadas mayormente a evitar las molestias provocadas por el humo.
Un edificio de 1900
Tres plantas de un edificio en ruinas, venidas abajo. Suelo humeante aún y un chorro de manguera de los Bomberos para terminar de rematar la faena refrescando el suelo. Por debajo de los escombros aún quedan puntos calientes, que si bien no amenazan un reavivamiento de las llamas, hay que terminar de enfriar. Un vistazo al interior del edificio da cuenta del gran susto. Toda la parte interior se ha venido abajo y apenas se mantiene en pie la primera planta, y a duras penas se mantienen el pie los tabiques que conformaban las habitaciones. Los suelos no se ven, completamente cubiertos de escombros, incluso con el resto de una rueda de bicicleta de montaña.
Entre ellos restos sobresalen las vigas de madera, completamente ennegrecidas, calcinadas por el fuego, que contribuyeron a su expansión. En las paredes que aún sobreviven aún algunas conservan su color amarillento. En otras se vislumbra lo que en su día fueron cocinas o baños: azulejos de color al pie del suelo, los únicos que han sobrevivido, delatan su función en la vivienda. El resto de la pared se ve descarnada, sin azulejos alguno, solo el pegote de mortero solidificado que los pegaba.
Se trata del número 6 de la calle Santa Ana, un edificio que, según el catastro, data del año 1900, catalogado de uso residencial que ocupa una parcela de 285 metros cuadrados, con 763 de suelo. A su lado, en el 4, otro edificio similar y también abandonado, tiene características similares. En su interior, incluso, no hay ya plantas. Bueno, sí, árboles que han crecido. Una estructura metálica sostiene la esquina interior del edificio que colinda con el incendiado ayer.
En el ojo patio de este, un andamio de obra, ya completamente inútil, subía a otra construcción, parece que de la misma edificación, aunque más moderna. El hueco de una puerta da acceso a un interior que tiene las ventanas tapiadas con ladrillo. Parece que daba acceso a un sitio habitado. En la terraza, efectivamente, un chambao de plástico cubre la entrada de lo que parece una buhardilla. Una pequeña parrilla de metal, un sofá descuajaringado, menaje, y una mesa con una silla de madera en la que se conserva una botella de agua azul pequeña y casi llena. Indicios de que ahí habitaba alguien. La manguera de los bomberos apunta al andamio que parece su punto de acceso.
El inquietante humo
El humo persiste, también el olor. "Eso sigue ardiendo, habrá que llamar otra vez a los bomberos", comentaban algunos transeúntes con inquietud al observar los restos del edificio que ardió este lunes. La incertidumbre se mezcla con el intento de retomar la rutina y abrir paso a la normalidad. Desde el cuerpo de bomberos, sin embargo, la versión es más tranquilizadora. El propio Jefe ha asegurado que “la continuidad del incendio en la edificación está controlada”. Un mensaje de calma, aunque el ambiente a simple vista pueda sugerir otra cosa.
Mientras tanto, los comercios más cercanos han comenzado a retomar su actividad. El perímetro vallado se ha reducido, restringiéndose ya solo al tramo de la calle donde se encuentra el inmueble afectado. No obstante, aún hay algunas complicaciones. Desde los apartamentos turísticos colindantes al edificio, han empleado la mañana en limpiar la fachada del negocio, aún con cenizas y polvo, en un intento de eliminar el olor. En el caso del hammam, ubicado a escasos metros del epicentro del fuego, el acceso se ha visto severamente limitado. Sus clientes deben ahora rodear la Iglesia y cruzar el río para poder llegar hasta allí.
No son los únicos afectados de forma indirecta. Uno de los vecinos, en muletas, se acerca para comprobar la situación: "Yo paso cada mañana por aquí, y ahora tengo que desplazarme cruzando las escaleras hasta el puente y recorrer el Paseo de los Tristes". Espera que mejore la situación y haya arreglos que permitan reabrir la calle, aunque dice no tener "muchas esperanzas" de que sea pronto. Un pequeño reflejo de cómo las huellas del incendio aún alteran el pulso habitual del barrio.
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