Un balcón, una terraza, un toldo, el tránsito de animales... todo cuesta dinero
Los pequeños pueblos 'imitan' a las ciudades y recaudan tributos a veces muy originales
Si usted se quiere comprar un negocio en Alamedilla y ve que dispone una terraza o un par de balcones a la calle, plantéese, antes de tirar de talonario, que le van a cobrar por tenerlas. En ese pueblo de la Hoya de Guadix, que no por su tamaño nadie diría que es precisamente Manhattan, el Ayuntamiento cobra tasas municipales por esas dos cosas y también por el tránsito de animales. Por eso último tampoco es demasiado: 18 euros al año por rebaño o piara.
Muy cerca de allí, en Alicún de Ortega, los vecinos no tienen que pagar por esas cosas, pero sí por los toldos, los voladizos y los trancos que se colocan en el umbral de la puerta. Y en Cogollos de Guadix hay que tributar por el aprovechamiento forestal, lo que viene a ser por el paso (y lo que comen) los animales por tierras de cultivo. Eso cuesta entre diez y doce euros al año.
Está claro que la crisis agudiza el ingenio, y sobre todo en el ámbito municipal, en ciudades de tamaño mediano que ofrecen a los ciudadanos bastantes más servicios de los que le corresponde dar por ley pero que ahora no pueden dejar de prestar porque el pueblo se echaría literalmente encima de sus gobernantes.
Por eso algunos optan por subir todo lo que pueden los impuestos propios, como el IBI -y en ese terreno, uno de los casos más recientes es el de Huétor Vega, donde se incrementó hasta en un 80% para los no empadronados-, otros intentan gravar especialmente las residencias no habituales -eso ocurrió en Salobreña y el Ayuntamiento se vio forzado a dar marcha atrás- y luego está el caso de La Línea de la Concepción, en la provincia de Cádiz y fronteriza con Gibraltar, a cuyo alcalde, Alejandro Sánchez, se le ocurrió que podría ser una buena idea cobrar por cada vehículo que entrara en el Peñón para así compensar las molestias que ocasionan los atascos en la aduana.
Pero los pequeños ayuntamientos también tienen tributos y tasas llamativas, que se suman a las típicas: el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica, el de Bienes Inmuebles, con su variante De Rústica, o el de Actividades Económicas.
Según consta en la página web de la Agencia Provincial de Administración Tributaria, dependiente de la Diputación Provincial, son numerosos los pueblos que cobran a sus ciudadanos por el cementerio (ocurre en Benalúa de las Villas, Gor, Lanjarón, Sorvilán o Vélez de Benaudalla) y no escasean los que gravan la ocupación de vía pública (Iznalloz, Montejícar, Órgiva, Pampaneira, Pulianas...) o la existencia de canalones (Sorvilán, Montejícar, Lanjarón, Jayena, Güéjar Sierra, las pedanías de Fornes y Domingo Pérez...)
Casos menos frecuentes, y por eso más sorprendentes, son los de Lanjarón, que cobra por toldos, voladizos y autotaxis; Gorafe, que lo hace por cotos de caza; Iznalloz y Puebla de Don Fadrique, por reserva de aceras; o Píñar, por rodaje y arrastre y tránsito de animales.
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