La barraca tangerina

En 2014 se cumplen los 80 años de la visita de la compañía teatral lorquiana a Tánger La gira no estuvo exenta de anécdotas protagonizadas por los 'faranduleros'

La barraca tangerina
La barraca tangerina
Juan Luis Tapia

31 de agosto 2014 - 01:00

EN Tánger amarillea la noticia en la Biblioteca del Instituto Cervantes. Han pasado ochenta años de la presentación de la compañía teatral La Barraca, la que dirigiera Federico García Lorca junto a Eduardo Ugarte. Fue un 15 de abril de 1934, y en el gran teatro Cervantes, emblema de la presencia cultural española en la ciudad internacional y foro de la intelectualidad. Federico se encontraba en Argentina y no pudo acompañar a su compañía en esta gira por el Norte de África.

No obstante, las relaciones del poeta con Marruecos habían tenido lugar años antes como asesor de Fernando de los Ríos, un viaje que ha quedado plasmado y recuperado en el monográfico escrito por el investigador lorquiano Miguel Caballero.

La Barraca tuvo su primer encuentro con Tánger en los años treinta, gracias a los contactos que el mismo Federico mantuvo con el mundo cultural tangerino a través de un personaje enigmático y escasamente investigado, el dandi y anticuario Ika Labos, y a través del doctor Guittas y el animador cultural Jacobo Bentata. La revista 'Tánger Gráfico', en su número del 15 de abril de 1934, indica que la presentación de la compañía lorquiana en Tánger se debió a la iniciativa y gestiones de Bentata.

El nombre de este 'dinamizador cultural' aparece en el listado de los viajes pedagógicos por el mediterráneo en los que participó Isabel García Lorca y Laura de los Ríos, de ahí que fuera un personaje más de aquellos jóvenes del 27 y que el mismo Federico llegó a conocer y mantener cierta amistad. El cronista de la publicación tangerina destaca a Bentata como "amante de cuanto represente una obra cultural" y agradece sus gestiones para la presentación de la agrupación teatral española: "…debemos los tangerinos y muy especialmente los españoles, el paladeo de este delicioso manjar espiritual de nuestro teatro clásico que un grupo de entusiastas hermanos nuestros nos ofrece con motivo de la fiesta de conmemoración de la república… tal es la Barraca serán nuevos laureles que añadir a su escudo y al que como españoles, no podemos menos de agradecerle la gentileza de su visita".

Estas eran las palabras de recibimiento de la prensa a los jóvenes de la compañía. 'Tánger Gráfico' describió así la actuación y espíritu del grupo: "Este grupo de estudiantes se impuso el deber de resucitar nuestro olvidado teatro clásico tan rico y tan bello y descubrir este tesoro oculto y casi ignorado de las generaciones actuales, su decorado, sus trajes, su interpretación, todo está estudiado con arreglo al criterio moderno de la plasticidad y nada tiene que envidiar al actual teatro ruso o al alemán.

Alienta en él un nuevo espíritu más humano, que deleita y recrea a las almas sencillas del pueblo. La escenografía inspirada en estas mismas tendencias, ha sido realizada por artistas tan inspirados como Ontañón, Gaya y Ponce de León, que pusieron al servicio de esta causa el valer de su talento".

El Cervantes fue el escenario elegido, una joya de la arquitectura española a la que recientemente le dedicara una gran muestra el Ministerio de Cultura. Esta sala se convirtió en el centro de la animación cultural tangerina, donde actuaron multitud de agrupaciones teatrales como las de Margarita Xirgu, Guerrero, Cecil Sorel, y las principales compañías magrebíes, el lugar en el que se exhibió el teatro marroquí y las nuevas creaciones escénicas del momento.

García Lorca era en aquel año de 1934 un personaje conocido por el mundo cultural tangerino, que gozaba de una animada vida artística y literaria, punto de encuentro en cafés como el Central, de París, de España o el Fuentes de escritores y artistas en vivaces tertulias. Era un ambiente diverso, multicultural, plural y conocedor de la obra lorquiana.

La gira de la Barraca, que se extendió a Tetuán y Ceuta, no estuvo exenta de anécdotas protagonizadas por los 'faranduleros', nombre que el mismo Lorca le daba a los actores de la compañía. Carmen Lasgoity, quien fuera una de las 'faranduleras', recordó en una entrevista algunas de las anécdotas de aquel viaje a Marruecos. Una de ellas se refería al hecho de que los trenes andaluces estaban fuera de servicio y que la Barraca tuvo que hacer el recorrido Málaga-Algeciras en taxis. La compañía, en plena celebración de la proclamación de la república, fue recibida por la legación española en Tánger con un cóctel diplomático. Lasgoity recordó de aquel acto que todos tuvieron que seguir la costumbre de sentarse en cojines en el suelo.

Los 'faranduleros' mandaron una postal a Federico, que se conserva en la fundación lorquiana, y que ha estudiado el investigador Roger D. Tinnell. Lleva las firmas de los 18 miembros de la Barraca y dice: "Nuestro resonante éxito en Tánger nos hace prolongar la excursión para representar esta noche en Tetuán y mañana en Ceuta. Estamos encantados, encantados, pero te recordamos a menudo".

Federico no acompañó a la Barraca en aquella presentación de 1934, pero su vinculación con el entonces Protectorado español de Marruecos se produjo tres años antes. En diciembre de 1931, con el recién estrenado Gobierno de la República, Federico García Lorca recibió la orden de Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción Pública, para que le acompañara como secretario personal al primer viaje republicano al Protectorado español de Marruecos. Así lo afirma el investigador granadino Miguel Caballero en Lorca en África. Crónica de un viaje al Protectorado español de Marruecos, 1931 (Ed. Patronato Provincial Federico García Lorca). Con la legación republicana al entonces Protectorado, además de los mencionados viajaba Rafael Troyano de los Ríos, un sobrino del ministro que también ejercía como secretario. «El objetivo del viaje institucional consistía en inspeccionar las escuelas para iniciar sus reformas», comenta el investigador.

«Otro de los motivos era reafirmar en su cargo al primer dignatario civil en el Protectorado, que sustituyó al general Sanjurjo, ya que un núcleo importante de la población española se mostró bastante molesto con el nombramiento», relata Caballero.

Desembarcaron el día 26 de diciembre y permanecieron en el norte de África hasta el 30. García Lorca y Rafael Troyano acompañaron a Fernando de los Ríos por Ceuta, Tetuán, Alcazarquivir y Xauen. «Federico asistía a Fernando de los Ríos y colaboraba en la redacción de los discursos. ¡Imagínese a García Lorca ante un desfile de los militares!», dice Miguel Caballero para describir al poeta convertido en un funcionario de lujo de la República.

Según relata el experto, «las paradojas de la vida llevaron a García Lorca a que se alojara en la residencia del general Cabanellas, uno de los militares que posteriormente participó en el Alzamiento». Lorca aprovechó aquel breve viaje «para visitar a un primo hermano suyo que era farmacéutico en Tetuán, y que falleció en 1938 de una sobredosis de morfina».

Uno de los aspectos de este viaje que después se usaría por los sublevados como acusación contra García Lorca y Fernando de los Ríos, se refiere a que «en aquellas visitas invitaron a los representantes de las comunidades judía, musulmana y a los masones», explica Miguel Caballero. Es conocida a través de la abundante documentación existente la pertenencia de Fernando de los Ríos a la masonería, y también se ha señalado por algunos especialistas la adscripción de García Lorca. «Lo cierto es que en aquel viaje se celebró una reunión de la masonería durante un almuerzo celebrado en Larache, según la documentación existente», ratifica el especialista.

A la acusación de masones se les unió la de próximos al sionismo, al judaísmo, una razón que los responsables del Alzamiento «encontraron en el contenido de los discursos de aquel viaje al Protectorado español».

«El discurso ante la comunidad sefardí de Tetuán y las cartas de las logias masónicas de Fernando de los Ríos fueron determinantes para acusarlo de marxista, masón y judío». Y en el mismo saco metieron al poeta.

Federico participó en la redacción de unas ocho intervenciones públicas del ministro Fernando de los Ríos en su visita al Norte de África. «La mayoría de aquellas disertaciones institucionales abogaban por la convivencia entre las diferentes culturas musulmana, judía y cristiana», destaca Miguel Caballero.

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